Tuesday, February 28, 2017

Andar sabiamente | Efesios 5.15-17 | Dr. Charles Stanley 2/28/17

Cuando el apóstol Pablo nos exhorta a andar con sabiduría, da tres instrucciones para ayudarnos a tomar decisiones que le agraden a Dios. Primero, dice: “Mirad … cómo andéis” (Ef 5.15). Porque vivimos en una sociedad moralmente corrupta, debemos estar atentos a nuestra manera de pensar y actuar. A menos que decidamos mantenernos alertas, haremos lo que está de acuerdo con las influencias seculares.

Luego, en Efesios 5.16, el apóstol nos dice que aprovechemos al máximo nuestro tiempo. El Señor nos ha dado a cada uno de nosotros 24 horas cada día y diversas oportunidades de participar en sus planes para nosotros. Pero, muy a menudo, tenemos la tentación de malgastar nuestro tiempo y fuerzas en nuestros asuntos, sin pensar en lo que el Padre celestial pueda haber dispuesto para nosotros.

En Efesios 5.17, el apóstol hace la exhortación final: “[sed] entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. En su sentido más amplio, la voluntad de Dios para nosotros es que seamos la persona que Él quiso que fuéramos al crearnos, y que hagamos el trabajo que dispuso para nosotros (Ef 2.10). Sabiendo esto, debemos ver cada decisión teniendo presente si nuestra elección promoverá o estorbará los propósitos de nuestro Padre celestial para nosotros. Vivir fuera de su voluntad es una insensatez.

El Señor quiere que andemos sabiamente para que podamos disfrutar de todas las bendiciones que Él ha prometido en su Palabra. El tiempo y las oportunidades desaprovechadas nunca se recuperan. Consagrémonos a hacer que nuestra vida valga para Cristo, en vez de vivir para nosotros mismos.

Monday, February 27, 2017

El fundamento de la sabiduría | Proverbios 9:7-12 | Dr. Charles Stanley 2/27/17

“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría” (Pr 9.10). A primera vista, puede ser difícil entender la relación entre estos dos conceptos. ¿Cómo puede el temor a Dios hacernos sabios?

Primero, necesitamos entender lo que significa temer al Señor. Este término se usa para referirse al temor reverencial a Dios que nos lleva a reconocerlo como el Soberano del cielo y la Tierra, a someternos a su voluntad, y a andar en obediencia. El resultado de tal respuesta será la obtención de sabiduría.

Quienes se consagran a vivir para los propósitos de Dios, no para los suyos, tendrán una mayor comprensión de Él. El Espíritu Santo les capacitará para ver las circunstancias y las personas desde la perspectiva divina. Esta clase de sabiduría va más allá de la percepción humana, y nos da discernimiento para tomar decisiones que se ajustan a los planes del Señor para nuestra vida. Al saber que Él siempre obra para nuestro bien, nos da el poder para tener confianza tanto en los buenos como en los malos tiempos.

Quienes rechazan los mandatos del Señor le deshonran con su negativa a reconocer su derecho a gobernar sus vidas. Es una necedad rebelarse contra su autoridad y pensar que se puede ganar. Quienes no temen a Dios nunca conocerán la verdadera sabiduría.

¿Cuál es su actitud hacia el Señor? Si de verdad lo reverencia, escuchará sus mandatos y atenderá sus advertencias. El deseo de honrarle y agradarle le motivará a dar la espalda al pecado y a buscar con ahínco vivir en obediencia. El resultado será la sabiduría que va más allá de la comprensión humana.

Friday, February 24, 2017

Cómo aprender a tener contentamiento | Filipenses 4.10-13 | Dr. Charles Stanley 2/24/17

Por lo general, asociamos el contentamiento con las condiciones favorables. Cuando nuestras relaciones familiares son buenas, el trabajo es satisfactorio y no tenemos problemas de salud o económicos, entonces nos sentimos bien. Pero si algo sale mal, nuestro contentamiento desaparece.

Eso no es lo que el pasaje de hoy nos está diciendo. Pablo había aprendido a tener contentamiento, sin importar cuáles fueran sus condiciones. Esta es una noticia maravillosa para nosotros, porque significa que nosotros, también, podemos aprender a tener contentamiento, sin importar lo que estemos enfrentando. Debemos recordar que:

Pablo tenía contentamiento porque descansaba en la fidelidad de Dios. Sabía que el Señor tiene todo el control (Sal 103.19), y que ha prometido que todo lo que disponga sea para el bien de sus hijos (Ro 8.28). En todas y cada una de las circunstancias, Pablo descansaba en la seguridad de la mano soberana y amorosa de Dios. El apóstol también confiaba en que todo lo que iba a necesitar, lo recibiría en el tiempo del Señor.

Su contentamiento fluía también de su enfoque en Cristo. Aunque estaba escribiendo desde una prisión romana, Pablo no se sentía víctima ni se regodeaba en la autocompasión. De principio a fin en la carta a los Filipenses, hablaba de Cristo. De hecho, su deseo más grande en la vida era conocer al Señor y participar de sus padecimientos (Fil 3.10).

Nunca podremos encontrar contentamiento permanente en nuestras circunstancias, pero podremos encontrarlo en Cristo.

Thursday, February 23, 2017

Ver a Cristo en nuestras circunstancias| Filipenses 1.12-25 | Dr. Charles Stanley | 2/23/17

Si usted tuviera el poder de cambiar sus circunstancias, ¿lo haría? Puesto que nadie tiene una vida sin problemas, la mayoría de nosotros diría que sí. Sin embargo, la realidad es que debemos aprender a vivir con algunas de nuestras circunstancias difíciles, porque solo Dios tiene el poder de alterarlas, y en su providencia ha permitido que se mantengan.

Tomemos, por ejemplo, al apóstol Pablo. Tenía el deseo de ir a Roma para predicar el evangelio, pero no previó la manera que Dios usaría para llevarlo allá. Todo comenzó con acusaciones falsas contra él en Jerusalén, su apelación a César, un viaje por un mar embravecido, un naufragio, y además el tiempo que iba a estar preso en Roma. Probablemente, esto no era lo que Pablo había imaginado, pero mientras estaba encadenado a una guardia romano, escribió estas palabras a la iglesia en Filipos: “Las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio” (Fil 1.12). La misma circunstancia que pudo haberle parecido una desgracia, se convirtió en el medio para un servicio fructífero.

Lo que parece un naufragio o un desvío en nuestros planes, pudiera ser el sendero ordenado por Dios para nuestra vida, pero existe una certeza a la cual podemos aferrarnos: Jesucristo está con nosotros y nunca cambia.

Las condiciones a nuestro alrededor fluctuarán, pero si somos de Cristo, Él usará cada situación para hacer su voluntad en y a través de nosotros. Incluso cuando enfrentemos asuntos de vida o muerte, podemos desear lo mismo que Pablo: que Cristo sea exaltado en nosotros, ya sea por vida o por muerte.

Wednesday, February 22, 2017

Dios en tres Personas Mateo 28.18-20 | Dr. Charles Stanley | 1/22/17

Hace algunos años, después de predicar acerca del Espíritu Santo, una mujer se me acercó para quejarse: “¿Por qué usted habla del Espíritu Santo, cuando lo que la gente necesita es saber del Señor y de Dios?” A veces, incluso quienes han sido cristianos por mucho tiempo, piensan en la Trinidad como una jerarquía. En su modo de pensar, el Padre es Dios, Jesús está ligeramente por debajo de Él en jerarquía y preeminencia, y el Espíritu Santo es el servidor de ambos. Aunque esto puede ajustarse a los modelos humanos de autoridad, no es bíblico.

Según la Biblia, los tres miembros de la Trinidad son plenamente Dios.

Dios Padre – Jesucristo se refirió a su Padre como Dios (Jn 5.17, 18).

Dios Hijo – Juan 1.1 identifica a Jesús como divino. Aunque Cristo nunca se llamó específicamente a sí mismo “Dios”, su Padre sí le dio ese título (He 1.8). Además, Jesús reconoció tener poder ilimitado, un atributo que solo poseía el divino Creador (Mt 28.18), y también aceptó ser adorado (Mt 14.33; Jn 9.38).

Dios Espíritu Santo – Después de declarar que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos, el Nuevo Testamento acredita al Espíritu Santo la Resurrección (Ro 8.11). Jesús reforzó esta idea cuando envió a los discípulos a bautizar a los nuevos creyentes en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La Biblia confirma que cada miembro de la Trinidad es igualmente Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo funcionan como una unidad; ninguno es más importante o menos esencial que los otros dos. Los tres están enfocados en su plan para la humanidad: en la salvación y transformación del hombre, y en la gloria a Dios.

Tuesday, February 21, 2017

La verdad en cuanto a la Trinidad | Juan 14.26-27 | Dr. Charles Stanley | 2/21/17

Aunque la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia, la verdad de ella sí. Aunque hay un solo Dios, la Deidad se compone de tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todas son igualmente omniscientes, omnipotentes, omnipresentes, eternas e inmutables, pero cada una tiene funciones exclusivas.

La Biblia enseña cómo cada miembro de la Trinidad cumple con su papel específico, y también la manera como se interrelacionan estos roles. Permítame expresar esta idea en términos sencillos: el Padre crea un plan, Jesucristo lo ejecuta y el Espíritu Santo lo dirige.

La redención muestra estas funciones de una manera clara. El Padre concibió y organizó la manera en que sería redimida la humanidad (Gá 4.4, 5). Puso en marcha un complejo conjunto de acontecimientos, acciones y profecías que culminaron en la vida y muerte de un Salvador. El Hijo llevó a cabo el plan (Jn 6.37, 38). Siguió las instrucciones del Padre de venir a la Tierra, aunque eso significaba que tendría que morir. El Espíritu Santo se encarga de que cada persona sienta el llamamiento a la gracia salvadora de Dios (Jn 16.8; Ro 1.19, 20). Además, transforma la vida y el corazón de quienes reciben la salvación por medio de Jesucristo.

Padre, Hijo y Espíritu Santo son iguales en sus atributos divinos. Pero se relacionan con la humanidad de una manera diferente para cumplir con funciones distintas, porque cada uno tiene una función específica. Es muy importante entender esta diferencia. No tenemos tres dioses; sino un solo Dios en tres personas que funcionan de manera integrada, particular y perfecta.

Monday, February 20, 2017

Ocupémonos en nuestra salvación | Filipenses 2.12-13 | Dr. Charles Stanley | 2/20/17

¿Qué significa “ocupaos en vuestra salvación”? Muchas personas piensan erróneamente que Pablo nos estaba diciendo que debemos trabajar para ganar la salvación. Pero el apóstol estaba diciendo algo completamente diferente: que su experiencia de la salvación no era el final de su peregrinación espiritual. Es, más bien, el catalizador que ha activado nuestro “modo” de operación.

Después de que usted ponga su fe en el Señor Jesús como su Salvador, podrá comenzar a vivir lo que Él le ha dado, que es su vida abundante. Si ya le ha entregado su corazón, el Espíritu Santo habita ahora en usted, y le acompañará siempre. Es el Espíritu de Dios en y por medio de usted, lo que le da el poder para hacer realidad la salvación que ha recibido. La medida en que se rinda a Él, repercutirá en la obra que Dios hará por medio de usted, y en los cambios que Él hará en su vida.

Digamos que usted comienza a leer la Biblia y a aprender. A medida que se desarrollen su fe y su relación con el Señor, comenzará a notar que Él se está moviendo en su vida. Cuando comparte su fe y sus bendiciones con otros, notará a Dios trabajando de muchas más maneras. Manténgase en obediencia, y verá florecer las semillas que Él plantó en usted (Is 55.10, 11). Por eso, cuando la Biblia dice “ocupaos en vuestra salvación”, quiere decir que debemos demostrar con reverencia lo que ya se nos ha dado y permitir que la vida de Cristo se haga una realidad en nosotros.

La salvación que usted tiene debe convertirse en una expresión de la vida del Señor Jesús dondequiera que se encuentre (Mt 5.13-16).

Friday, February 17, 2017

Del vacío a una vida de plenitud | Juan 4.3-18 | Dr. Charles Stanley / 2/17/17

Como vimos ayer, muchísimas personas tienen una vida vacía, que es contraria al plan de Dios. El relato sobre la mujer samaritana en Juan 4 enseña cosas importantes en cuanto a una vida plena.

Para el Señor es importante que llenemos nuestro vacío. Los judíos no pasaban por Samaria por el gran odio que tenían a sus habitantes. Pero Jesús, siendo judío, decidió pasar por allí porque sabía que una mujer samaritana que sufría estaba lista para escuchar acerca del amor de Dios.

Los intentos que hacemos para lograr la felicidad muchas veces nos dejan sin esperanza. La mujer del pozo había estado casada cinco veces, pero todos sus matrimonios habían fracasado. Sea que sus problemas fueran o no por su culpa, no tenía el amor que había buscado.

El Señor conoce nuestro dolor. Cuando la mujer reconoció que en esos momentos no tenía un esposo, Jesús le reveló que Él ya sabía que no estaba casada con el hombre con el que vivía. Al demostrarle que conocía su infelicidad y su anhelo de llenura, el Señor la ayudó a reconocer su necesidad de un Salvador.

Jesús puede satisfacer nuestros anhelos. Después que la samaritana entendió qué le estaba faltando, Jesús le dijo cómo tener una vida de plenitud: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4.13, 14).

¿Se ha sentido usted alguna vez como la mujer samaritana, disconforme con la vida, y con sed de amor y de gozo? Entregue su vida a Dios y permita que su amor fluya a través de usted. Solo así tendrá vida abundante.

Thursday, February 16, 2017

El vacío interior | Salmo 16.11 | Dr. Charles Stanley 2/16/17

En público, la mayoría de las personas parecen felices y confiadas. Pero, en el fondo, muchas se sienten vacías. En realidad, se puede estar en medio de una gran multitud y sentirse solo.

Muchos no le ven ningún significado o propósito a la vida. Y tratando de vencer el vacío, algunas personas trabajan y trabajan, otras se vuelven a las drogas o el alcohol, y otras se empeñan en tener más dinero, poder o sexo.

Hay una razón que explica la sensación de vacío en la vida: Dios creó al hombre con un anhelo que solo Él puede satisfacer. La persona no puede sentirse satisfecha hasta experimentar el amor transformador e incondicional del Señor. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10.10). Es decir, Dios desea que nos sintamos completos; lo cual solo se logra por medio de una relación con Él.

No obstante, una persona salva puede sentirse vacía. A veces es el resultado de la desobediencia; un ligero desvío en nuestro caminar con el Señor puede convertirse después en un estilo de vida. También es posible que un cristiano viva conforme a la Palabra de Dios, pero no haya rendido totalmente sus deseos a Dios. Por ejemplo, muchos cristianos tratan de llenar su vacío con riquezas, éxitos o relaciones. Pero cuando a esos deseos se les da mayor prioridad que al Señor, se convierten en una forma de idolatría.

Solamente cuando buscamos a Dios por encima de todo lo demás, podemos vivir en plenitud. Ore pidiendo que Él le dé su dirección para escudriñar su corazón. Confiésele cualquier pecado o idolatría, y pídale que llene su vida como solo Él puede hacerlo.

Wednesday, February 15, 2017

Cómo reaccionamos ante las tormentas | 2 Crónicas 20:12 | Dr. Charles Stanley 2/15/17

Si usted ha experimentado una tormenta con otras personas, sabe que no todo el mundo reacciona de la misma manera.

Imagínese una fiesta en el patio de una casa donde todos los invitados se están divirtiendo, pero después el viento comienza a soplar con fuerza. La temperatura baja, el cielo se oscurece y el olor a lluvia se siente en el aire. Todo el mundo corre para meterse a la casa. Y justo cuando la última persona entra, los cielos se desatan. En el interior de la casa, la gente se apiña formando grupos. Un grupo está junto a la ventana, dando gritos de asombro y admiración por los truenos y los relámpagos. En un sofá, otros se abrazan o se cubren los oídos; en otro grupo, algunos saltan y se estremecen con cada trueno. Pero en otro grupo están conversando y parecen completamente ajenos al clima. ¿No es esta una imagen de las diferentes maneras de reaccionar ante las tormentas de la vida?

Cuando se trata de las perturbaciones que enfrentamos, nuestras reacciones pueden tener un impacto significativo más adelante. Algunas personas lo hacen de buena manera y salen fortalecidas, mientras que otras quedan destrozadas por el problema.

Lo que explica la diferencia en cuanto a nuestra reacción es la visión que tenemos de Dios. Si lo vemos como nuestro amoroso Padre celestial, entenderemos que Él tiene el mejor plan para nuestra vida, aunque el camino sea a través de aguas turbulentas. Pero si consideramos a Dios un obstáculo para los objetivos que nos hemos fijado, perderemos sus bendiciones.

Las tormentas son inevitables en la vida. Cuando nos llegue una, lo más sabio que podemos hacer es clamar al Señor.

Tuesday, February 14, 2017

Cómo demostrar amor ágape | 1 Corintios 13 | Dr. Charles Stanley | 2/14/17

El amor divino nos capacita para reaccionar con calma ante las dificultades, demostrar paciencia y sacrificarnos sin quejarnos. Demostramos el amor de Dios cuando podemos:

Perdonar a los demás. En Lucas 15.13, 14, el hijo pródigo desperdició su dinero viviendo de manera desenfrenada, lo que hizo que descubriera la naturaleza destructiva del pecado. Cuando regresó, su padre lo perdonó por completo. El amor hizo posible borrar el pasado (Sal 103.12).

Actuar con generosidad. El hijo, que había estado alimentando cerdos, llegó a la casa del padre con pocas esperanzas. El padre lo recibió con calidez y lo vistió con las mejores ropas. El amor divino, que no guarda registro de errores, le permitió al padre demostrar gracia al hijo.

Servir con alegría. ¡Qué celebración hizo el padre por el regreso del hijo pródigo! Su alegría por el regreso a casa de su hijo perdido se desbordó a otros. El amor se expresa con el servicio jubiloso a los demás.

Restaurar a quienes caen. El que había abandonado a su padre y despilfarrado su herencia, recibió de nuevo todos sus derechos como hijo.

Cuando nos complicamos la vida, nuestro Padre celestial espera con paciencia que volvamos a Él. Dios acepta nuestro arrepentimiento, se regocija por nuestro regreso y restablece nuestra relación con Él. El hermano mayor de esta parábola no entendió la situación por su actitud legalista (1 Jn 1.8). No reconoció sus errores, ni las muchas veces que su padre le había mostrado amor y perdón.

Dios nos llama a tener un estilo de vida de amor ágape. ¿A quién pudiera ofrecer el amor que perdona, restaura y sirve con generosidad y alegría?

Monday, February 13, 2017

El poder del amor | Lucas 15.11-32 | Dr. Charles Stanley | 2/13/17

En el tiempo de Jesús, se utilizaban tres palabras griegas para expresar “amor”: eros (intimidad física), filia (amistad) y ágape (el fruto producido por el Espíritu Santo, como aparece en Gálatas 5.22, 23). Nuestro Padre celestial cuida de nosotros con amor ágape, y para llevarnos a una relación correcta con Él, sacrificó a su Hijo (1 Jn 4.10).

La parábola del hijo pródigo nos da un buen ejemplo de este tipo de amor. El ágape es evidente en nuestra vida cuando:

Reaccionamos serenamente ante las dificultades. Frente a la prematura exigencia del hijo de su parte de la herencia, el padre no respondió con palabras de enojo. Aunque debió haber sufrido, calló y no tomó represalias. Con serenidad podía pensar más claramente y optó por amar a su hijo (1 Co 13.4, 5).

Renunciamos sin quejarnos. Aunque sabía que su hijo estaba tomando un rumbo desastroso, el padre satisfizo la petición. Al hacerlo, optó por el camino del amor, dirigiendo sus esfuerzos a la preservación de su relación.

Esperamos con paciencia. Por el profundo amor que sentía por su hijo, permitió que éste se marchara y se mantuviera alejado. ¡Qué dolor debió haber sentido el padre! Sin embargo, se mantuvo esperanzado, y esperó que el joven reconociera que el pecado no da buenos resultados. Esta paciente respuesta es posible solo por medio del amor ágape (1 Co 13.4).

La obra del Espíritu Santo en nuestra vida nos capacita para demostrar entrega abnegada en favor del bien de otra persona. De esa manera, nos convertimos en personas que reaccionan con calma, paciencia y sin quejarse. ¿Qué clase de impresión da usted a los demás? ¿Humana o divina?

Friday, February 10, 2017

Ninguna justificación Jonás 1 | Dr. Charles Stanley 2/10/17

Jonás huyó a Tarsis para escapar del plan de Dios. El profeta pensó erróneamente que ignorar la orden divina haría que el Señor la retirara. Pero Dios intervino una y otra vez y de manera dramática en la vida de Jonás hasta que le obedeció.

Jonás creyó que tenía una buena razón para ser reacio. Los ninivitas eran un pueblo sanguinario firmemente decidido a conquistar a Israel. Por eso, caminar por la ciudad gritando: “Nínive será destruida”, era una perspectiva aterradora. Y, como reveló más tarde el profeta, le preocupaba que Dios quisiera salvar la ciudad si la gente se arrepentía (Jon 4.2). ¡Jonás quería que la destruyera! Por tanto, sus razones para huir le parecieron correctas antes sus propios ojos, pero eso no hizo detener a Dios.

No hay ninguna justificación adecuada para la rebeldía. La gente que huye de Dios utiliza a menudo esta frase: “Se lo qué Dios dice, pero …”. Puedo decirle con absoluta certeza que todo lo que sigue al “pero” es una pérdida de tiempo. Al Señor no le interesan las excusas ni las ambiciones egoístas; Él solo desea la obediencia. Dios tiene razones para pedirle al creyente que tome acciones específicas, y sus propósitos son siempre buenos. Piense en el increíble beneficio que iba a ser para Jonás y sus compatriotas si su enemiga Nínive se convertía en una aliada que adorara al mismo Dios que ellos.

El Señor no cambia su plan para adaptarlo a nuestro propósito. Por el contrario, usa los acontecimientos, las personas y la dirección del Espíritu Santo para llevarnos al centro de su voluntad. Hágalo voluntariamente por su propio beneficio. Quizás no le gustará la tarea que Dios le asigne, pero si Él quiere que se haga, es porque vale la pena.

Thursday, February 9, 2017

El precio de huir de Dios Jonás 4.9-11 | Dr. Charles Stanley | 2/9/17

Usted pensaría que una peligrosa tormenta en el mar, y unos pocos días en el vientre de una ballena harían reflexionar seriamente a una persona. Pero, si ese hombre es Jonás, estaría equivocado. Los últimos párrafos de su libro muestran a un profeta vengativo cuyo cuerpo había obedecido al Señor, pero cuyo corazón seguía todavía huyendo.

Jonás pagó un precio monetario por haber huido de Dios: su costoso boleto a Tarsis (Jon 1.3), además de las consecuencias físicas que sufrió. Sin embargo, una vez que esos hechos quedaron en el pasado, Jonás siguió confrontando el costo espiritual de su huida. No tenía paz ni gozo, sino una amargura tan grande que le rogó a Dios que le diera alivio enviándole la muerte.

Como creyentes, no podemos desobedecer al Señor y no pagar un precio. Nuestra vida espiritual se debilita. Las destrezas y las habilidades que Dios nos ha concedido se atrofian por la falta de uso, mientras perdemos el tiempo huyendo. Y también nos arriesgamos a tener pérdidas en otros aspectos a medida que aumentan las consecuencias de nuestras acciones. La familia, las finanzas, la salud y otras cosas más pueden verse afectadas por el pecado.

Usted quizás tenga algún hábito o plan que sabe que desafía la voluntad de Dios. ¿Ha considerado el precio? Aunque Satanás pueda decirle lo contrario, el pecado acarrea consecuencias. Dios no podría seguir siendo santo y justo si permitiera que las personas pecaran sin ser castigadas. El costo de seguir nuestra propia voluntad es alto. Solo vea la desdicha de Jonás por las decisiones que tomó. La recompensa por obedecer a Dios es mucho más grata.

Wednesday, February 8, 2017

Cómo recuperar el fervor Lucas 10.27 | Dr. Charles Stanley | 2/7/17

El Señor nos creó para vivir apasionadamente para Él. De ese modo, disfrutamos de las bendiciones de una relación personal con Dios. Pero hay otros beneficios, también. Así como el calor y la hermosura de una llama atraen a las personas a la chimenea, Dios utiliza también nuestra pasión por Él para atraer a otros.

Por tanto, no solo por nuestro propio bien, sino también por el bien de los demás, debemos tener cuidado de no dejar que nuestro fervor a Dios se debilite. Felizmente, el Espíritu Santo nos inquieta cuando comenzamos a dirigirnos en la dirección equivocada. Si usted siente que este es su caso, puede dar varios pasos para volverse hacia Él.

Primero, evalúe su condición espiritual; pregúntele a Dios si su fuego se ha reducido. Segundo, reconozca cualquier distancia que se haya permitido poner entre usted y el Padre celestial, y arrepiéntase. Tercero, enfoque su atención en Jesús; medite en la forma que Él enseña a sus seguidores a vivir. Consagre tiempo regular a la Biblia y pídale al Señor que le hable por medio de su Palabra. Ore utilizando palabras sencillas, clamando a Él con fervor y buscando el rostro del Señor. Cuarto, confíe en que el Espíritu Santo le guiará a tener otra vez una relación estrecha con el Padre celestial. Por último, ame y sirva a Dios adorándole y alcanzando a los demás.

¿Qué es lo que ocupa su tiempo y su atención? ¿Tienden sus pensamientos y su conversación a girar en torno a temas mundanos o a las cosas de Dios? Si su fuego por Cristo se ha reducido, tome las medidas necesarias para renovar su pasión. Vivir en estrecha relación con Él, bien vale cualquier esfuerzo y disciplina.

Tuesday, February 7, 2017

Cuando el fervor se debilita 2 Timoteo 1.1-11 | Dr. Charles Stanley | 2/7/17

¿Siente usted que su fervor hacia el Señor se está enfriando? Aunque, como hijos de Dios jamás podremos perder nuestra salvación, sí es posible que nuestra pasión espiritual disminuya.

Los versículos de hoy revelan que hasta Timoteo vio reducido su entusiasmo por el Señor. Fue por eso que Pablo le escribió, animando al joven pastor de Éfeso a avivar la llama de su fe.

Cualquier cristiano puede “enfriarse” espiritualmente. Esto comienza con frecuencia cuando una tragedia o una decepción desvían su atención. En vez de clamar al Señor y encontrar refugio en Él, el creyente deja poco a poco de leer la Biblia. La Palabra de Dios es como la madera en una chimenea: el fuego puede mantenerse vivo solo si hay leños que ardan. Cuando se dedica menos tiempo a la Biblia, otros aspectos de la relación con Dios se ven afectados: la asistencia a la iglesia disminuye, el ofrendar se vuelve esporádico, y la oración —que cada vez parece ser más decaída— se utiliza solo en las emergencias.

El cristiano que ya no está dispuesto a defender aquello que una vez consideró importante, comienza pronto a claudicar. Podrá sentirse atormentado por los sentimientos de culpa, y ponerse a la defensiva en cuanto a la manera como está viviendo. Por último, el gozo, el contentamiento y la paz de Dios son reemplazados por preocupación, duda y temor.

El cristiano que se permite vacilar en su fe, perderá el gozo y la satisfacción de una rica relación con el Señor. Piénselo. ¿Es su entusiasmo por las cosas de Dios más fuerte que antes o ha disminuido con el tiempo? Si su fuego necesita ser alimentado, pídale al Espíritu Santo que le muestre cómo hacerlo.

Monday, February 6, 2017

La preparación por medio de la oración | Hechos 1.9-14 Dr. Charles Stanley | 2/6/17

El libro de los Hechos es un registro asombroso de cómo Dios actuaba en y por medio de la iglesia primitiva; una de las actividades más importantes de la iglesia era la oración. Mientras Jesús estuvo con sus discípulos, poco se habla de la vida de oración que tenían, pues ellos podían hablar directamente con Él. Pero después de la ascensión de Cristo, comenzaron a reunirse de inmediato y “perseveraban unánimes en oración” (Hch 1.14).

Hablar con Dios era el medio que tenían los creyentes para prepararse para el trabajo que Él tenía para ellos. Cristo les había dicho que el Padre les daría el Espíritu Santo a quienes se lo pidieran (Lc 11.13). Luego, después de su resurrección, les ordenó que permanecieran en Jerusalén hasta que fueran “investidos de poder desde lo alto” (Lc 24.49). Sin el Espíritu, no estarían preparados para la Gran Comisión, a pesar de que habían pasado tiempo con Jesús. Y si ellos necesitaban el poder del Espíritu, nosotros también.

En la medida que estemos dispuestos a reconocer nuestra absoluta incapacidad para realizar la obra de Dios, el Espíritu Santo nos dará poder al orar. Pues, cuando estamos dedicados a la oración, el Señor comienza a trabajar en nuestro corazón, preparándonos para el servicio. Nos da la confianza del Espíritu para anunciar la Palabra (Hch 4.31), y la valentía para enfrentar cualquier persecución (Hch 4.29).

Dios desea que comprendamos la importancia de la oración, y que nos demos cuenta de que la única manera de cumplir su llamado es mediante el poder de Él. La iglesia no prospera por medio de programas, seminarios y conferencias, sino mediante las humildes oraciones de los hijos de Dios.

Friday, February 3, 2017

Servir no es una opción Tito 2.11-15 | Dr. Charles Stanley | 2/3/17

¿Quién es un siervo de Dios? Haga esa pregunta al creyente promedio, y probablemente le dirá que es su pastor o un cristiano famoso. Es casi seguro que no dirá: “Yo soy un siervo de Dios”. La iglesia tiene la idea confusa de que los creyentes están divididos en dos categorías: ministros y laicos. Pero en la Biblia no hay tal distinción. Por eso, Pablo les recuerda a los efesios que los creyentes son salvos para que puedan servir (Efesios 2.10).

Si no hubiera otra razón para servir a Dios, aparte de la gratitud por la salvación, eso sería ya motivo suficiente. Fuimos rescatados del tormento, y recibimos la vida eterna con la presencia interior del Espíritu Santo. Nuestro servicio es solo un pequeño reconocimiento de que el Padre envió a su Hijo para ser sacrificado en pago de la deuda de pecado que nosotros teníamos. No tenemos ningún derecho a no dar de nuestros dones o de nuestro tiempo.

Muchas personas, incluso creyentes, sirven a su propio “yo”. ¿Qué satisface y agrada al “yo”? ¿Qué es conveniente para el “yo”? ¿Qué hace feliz y próspero al “yo”? Cuando un pastor pide ayuda, la mayoría de sus feligreses están seguros de que está hablando a otra persona, porque “yo” no estoy capacitado o estoy demasiado ocupado. La realidad es que si el “yo” es nuestro amo, estamos cometiendo idolatría. Todo lo que le quita el primer lugar a Dios, incluyendo los deseos egoístas, es un ídolo.

Nuestro servicio no es una opción. Dios nos llama a ser siervos para que podamos invertir nuestra vida en un objetivo eternamente loable: la salvación y el discipulado de los que aún no lo conocen, todo para la gloria de Él.

Thursday, February 2, 2017

El sacrificio exigido a Abraham | Génesis 22 | Dr. Charles Stanley | 2/2/17

Abraham enfrentó una de las mayores pruebas de obediencia relatadas en la Biblia: Dios le pidió que sacrificara a su hijo, Isaac. Es difícil imaginar la turbación y el dolor que debió causarle esta petición. Pero Abraham obedeció de buena gana y con rapidez. Su respuesta nos enseña importantes lecciones en cuanto a someternos a Dios.

La obediencia a menudo contradice la lógica. Dios le había prometido a Abraham una descendencia imposible de contar, pero luego le pide que sacrifique al padre de esa descendencia. Sin embargo, Abraham confió en que Dios cumpliría su promesa, y se dispuso a obedecer (He 11.18, 19).

La obediencia significa dejar las consecuencias a Dios. Abraham no tenía ni idea de cómo podría cumplirse la promesa si Isaac estaba muerto. Pero sus palabras y sus acciones indican que él creía en la soberanía divina. Cuando Abraham llevó al muchacho al monte Moriah, dijo a sus criados: “Esperad aquí … yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros” (Gn 22.5). No dijo: “Yo volveré”, sino que expresó que ambos regresarían. Abraham fue al lugar santo dispuesto a obedecer. Esperaba, al mismo tiempo, que el Señor preservaría a Isaac, de algún modo, para cumplir su promesa. Y Dios lo hizo proveyendo un carnero en lugar del joven (Gn 22.13, 14).

El Señor ya sabe cómo reaccionaran sus hijos a las pruebas de la obediencia. Pero nos pone a prueba, porque quiere que sepamos hasta qué punto nos someteremos a Él. La disposición del creyente para obedecer (o desobedecer) revela el estado de su obediencia a Dios.

Wednesday, February 1, 2017

La obediencia de Abraham | Génesis 16 | Dr. Charles Stanley | 2/1/17

El Antiguo Testamento contiene el relato sobre la vida de Abraham. Aunque el patriarca tuvo una relación especial con Dios, su fe no era perfecta, pero a lo largo de su vida llegó a entender lo importante que es obedecer, y lo costosa que puede ser la rebeldía.

Abraham aprendió que manipular las circunstancias para tener el resultado deseado causa problemas. El Señor les había prometido un hijo a él y a Sara, pero la pareja seguía esperando esa bendición cuando eran ya ancianos. Sara, que ya tenía más de 80 años, le sugirió a Abraham que tuviera al heredero con su sierva Agar. El resultado fue: celos, discordia familiar y una feroz enemistad que persiste hasta hoy entre los descendientes de Ismael, el hijo de Agar, y de Isaac, el hijo de Sara.

La obediencia nos dará lo mejor del Señor, pero es necesario esperar en Él. Abraham era ya anciano cuando Dios le prometió una descendencia tan numerosa como el número de las estrellas (Gn 15.5). Pero esto no habría de cumplirse hasta que él tuviera 100 años y Sara fuera incapaz de concebir, lo que significaba que toda la gloria de la concepción milagrosa de Isaac le pertenecería al Señor. Adelantarse a los planes de Dios tuvo consecuencias terribles a largo plazo, pero la buena noticia es que los errores de la pareja no le impidieron a Dios llevar a cabo su plan (Gn 21.1-7).

El Señor nos ha dado su Palabra para que aprendamos de los creyentes del pasado. La lección de la vida de Abraham es que la obediencia es esencial. Cuando depositamos nuestra confianza en el Dios soberano y esperamos por su tiempo perfecto, Él siempre nos mostrará su fidelidad.