ORAR CON VISIÓN Febrero 5
31 “Simón, Simón, mira que Satanás los ha reclamado a ustedes para zarandearlos como a trigo; 32 pero Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos.”
Lucas 22:31–32
Esta declaración de Jesús a Pedro revela un nivel de
compromiso y discernimiento del Hijo de Dios que muestra cuán profundamente
espiritual era su peregrinaje por esta tierra. Sus palabras contienen al menos
cuatro importantes principios para nuestros ministerios.
En primer lugar, vemos que Jesucristo había asumido un
intenso compromiso con sus discípulos. Esto se tradujo en un fuerte deseo de cubrir sus vidas y utilizar todos
los recursos a su disposición para producir en ellos el cumplimiento de la
voluntad de Dios. Era un hombre que llevaba a su equipo en su corazón, en todo
tiempo y lugar.
En segundo lugar, el conocimiento de la inminente prueba
por la cual iba a atravesar el discípulo movilizó a Cristo a interceder por él. Muchas veces, las dificultades que vemos a nuestro alrededor nos llevan a
comentarlas con otros, a lamentarnos mutuamente de lo duro que es la vida, o lo
difícil que es la situación. Sin darnos cuenta, entramos en un estado de
desánimo y derrota. Cristo hizo lo mejor que pudo hacer, rogó por la vida de su
discípulo.
En tercer lugar, vemos que Cristo no oró para que Pedro
fuera librado de la prueba. La cultura
occidental, dedicada a la incansable búsqueda de una vida cómoda y sin
sobresaltos, ha afectado tanto nuestra perspectiva que muchas de nuestras
oraciones no son más que pedidos para que Dios acomode las circunstancias que
nos rodean a nuestro gusto. Deseamos evitar las complicaciones y las pruebas
que son comunes a la mayoría de los seres humanos. El Mesías, sin embargo, no
oró en esta dirección. Pidió que Pedro pudiera salir ileso de la prueba,
aferrado a la fe, sin la cual es imposible agradar a Dios.
En cuarto lugar, Cristo se dirigió a Pedro y le recordó
el objetivo de su vida: confirmar a sus hermanos. Cuando pasamos por una prueba muy fuerte, tenemos tendencia a detenermos y
hundirnos en un sin fin de especulaciones acerca de lo que nos ha tocado vivir.
El resultado es que dejamos de avanzar hacia las metas que Dios ha marcado para
nuestras vidas. Cristo le recordó a Pedro que del otro lado de la prueba
existía un llamado que debía ser cumplido. En esta exhortación encontramos no
solamente que el Maestro le daba una perspectiva correcta de las cosas, sino
que también le comunicaba un voto de confianza. Creía que iba a salir bien de
la prueba, y le animaba a seguir adelante.
Para pensar:
La gran misionera a India, Amy Carmichael, fue durante
los últimos veinte años de su vida, una inválida. Sin embargo tocó la vida de
miles de personas por medio de la oración. Un comentarista nos dice lo que ella
creía: «Antes de que podamos orar la oración de intercesión, en fe, necesitamos
primeramente descubrir cuál es la voluntad de Dios. Un corazón que escucha y
responde, formado en la obediencia, será indispensable para esto. Las
deducciones y las presunciones no sirven. Solamente podremos orar con eficacia
cuando Él nos ha revelado su voluntad. Nuestra oración no será, entonces, tanto
nuestra oración como la oración de Dios en nosotros».
Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica,
Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
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