PACIENTES HASTA EL FIN Marzo 5
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de
testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos
envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12.1
(LBLA)
La analogía que está usando el autor de Hebreos, para
ayudarnos a entender las dinámicas de la vida cristiana, es la de una maratón,
una carrera de 42 interminables km. Entre otras cosas, nos exhorta a correr
«con paciencia» la carrera que tenemos por delante.
Es el apóstol Santiago el que nos anima a tener gozo en
medio de las dificultades, sabiendo que uno de los resultados más importantes
de este trato especial de Dios es que lleguemos a tener paciencia. ¡Y qué
cualidad tan importante es esta virtud! Por falta de paciencia Abraham engendró
un hijo con Hagar. Por falta de paciencia José intentó salir de la cárcel,
apelando a la ayuda del copero. Por falta de paciencia, Moisés mató al egipcio
y debió huir al desierto. Por falta de paciencia, Pablo descartó al joven
Marcos.
La maratón es una de las pocas disciplinas donde no ser
joven es una definitiva ventaja. Los grandes corredores a nivel mundial, no son
los atletas de 18 o 20 años, como lo pueden ser en otros deportes. La edad
promedio de los campeones está más cerca de los 35 años. ¿Por qué? Porque el
joven carece de ese elemento que es indispensable para correr una carrera de
larga distancia: el saber medirse y llevar el ritmo necesario para llegar a la
meta. He participado de varias maratones donde jóvenes entusiastas largan la
carrera como si fueran hasta la esquina para comprar pan. La carrera, sin
embargo, dura varias horas, y nadie podrá completarla si no lleva el ritmo
adecuado.
Encontramos una lección importante en este aspecto de la
analogía. En la vida hay muchas personas que comienzan su experiencia
espiritual con gran fuego y pasión. En poco tiempo se elevan a alturas poco
frecuentes en otros de más experiencia. Deslumbran con lo atrevido de su
recorrido. Pocos, sin embargo, pueden mantener este ritmo por largo tiempo. La
mayoría, cae de la misma manera que subieron: estrepitosamente.
El líder maduro sabe que la carrera es larga. No se
siente intimidado por otros que en poco tiempo parecen avanzar mucho más en la
vida cristiana. El premio no es para los que salen con grandes despliegues de
energía, sino para aquellos que, con un ritmo pausado pero constante, llegan a
cruzar la meta final.
Impóngale a su vida ministerial un ritmo seguro, cuidando
sus recursos, porque en el momento de mayor cansancio va a necesitar de las
reservas que no gastó cuando se sentía con toda la energía y la pasión de los
que recién inician la carrera. Este es el secreto de los grandes corredores.
Cuando el cuerpo les dice que pueden ir más rápido, lo frenan. Saben que más
adelante lo que ahorraron en esfuerzo será crucial para terminar la prueba.
Para pensar:
San Agustín, alguna
vez observó: «La paciencia es la compañera de la sabiduría». Los apurados rara
vez tienen tiempo para aprender las lecciones necesarias para el éxito. ¿Qué
cosas producen en usted impaciencia? ¿Qué reacciones afloran en situaciones
donde le falta paciencia? ¿Cómo puede hacer para crecer en paciencia?
Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica,
Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
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