Cómo caminar por los valles de oscuridad
Leer | Génesis 37:18-28
Cuando era adolescente, José lo perdió casi todo: su familia, hogar y libertad. ¡Qué desconcertado debió haberse sentido por el odio de sus hermanos y por esas pérdidas tan aplastantes! Pero lo que nunca perdió fue su fe en Dios.
La vida es así a veces para cada uno de nosotros. Los cambios repentinos en la salud o en las finanzas, la muerte inesperada de un ser querido, o la deslealtad de un buen amigo puede llevarnos a un tiempo de oscuridad. No entendemos por qué el Señor ha permitido la prueba o dejado que el dolor siga. José probablemente se preguntaba lo mismo, pero supo aferrarse a su fe. Incluso como esclavo en una tierra extranjera experimentó la bendición de la presencia de Dios. Y al reconocer que el Señor estaba con este joven cautivo, su amo egipcio se mostró favorable a él (Gn 39.2, 3).
La clave para caminar por los valles de oscuridad —tiempos cuando la vida parece estar desmoronándose y el futuro se ve lúgubre— es aceptar la realidad de la presencia del Señor con nosotros. En el momento en que una persona acepta a Cristo como salvador, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de ella y la sella como propiedad de Dios para siempre. Gracias al Espíritu Santo que mora en nosotros, nunca prescindimos de la ayuda de Dios. Ninguna circunstancia, sufrimiento o pérdida puede separarnos de Él o de su amor (Ro 8.35, 38, 39).
Tome unos minutos cada día para reflexionar en la promesa que nos hizo Jesús de que estaría con nosotros siempre (Mt 28.20). Tal verdad se afincará en lo profundo de su alma y le sostendrá en los momentos difíciles.
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