Necesitamos recordar que los problemas son oportunidades para que el Señor nos enseñe lecciones valiosas.
Leer | Juan 6.1-14
23 de octubre de 2014
La Palabra de Dios es un tesoro muy práctico. Los relatos y los principios que se encuentran en los Evangelios son tan aplicables hoy como lo fueron en los días de Jesús. Todos, tarde o temprano, tendremos problemas que parecerán no tener solución. Por tanto, necesitamos recordar que los problemas son oportunidades para que el Señor nos enseñe lecciones valiosas que no aprenderíamos de otra manera.
La preeminencia de Dios supera los recursos humanos. Cuando Jesús preguntó: “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” (v. 5), Felipe reconoció rápidamente su propia limitación. Aunque Cristo sabía desde un principio lo que iba a hacer, estaba enseñando a sus discípulos que el plan perfecto y el poder para implementarlo provienen de Dios, no de soluciones ni recursos humanos.
Aunque Cristo pudo haber hecho el pan con su sola palabra, eligió utilizar a personas para lograr su propósito. Andrés miró a su alrededor buscando algo para comer, un muchacho renunció a su pequeño almuerzo, y los discípulos organizaron a la multitud y distribuyeron la comida que Jesús había multiplicado. Cada paso requirió confianza y obediencia, especialmente porque el método de Cristo parecía ilógico.
Dios sabe cómo resolver su problema, pero Él puede decidir solicitarle su cooperación, incluso hasta pedirle que haga algo que no parece razonable. Pero recuerde que cada vez que rendimos a Él nuestras soluciones deficientes y nuestros escasos recursos, y damos un paso al frente en obediencia, el Señor hace grandes cosas en nosotros y por medio de nosotros.
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