El desarrollo de un corazón dócil
Para ayudar en este proceso, Dios ha enviado al Espíritu Santo a morar en cada creyente.
Leer | Ezequiel 36.25-28
13 de febrero de 2015
El Señor quiere darnos un “corazón de carne” para que seamos obedientes y sensibles a Él. Un corazón dócil que es tocado por el dedo de Dios cede a la presión y asume la forma que Él desea, al igual que un trozo de arcilla se moldea a la forma que el alfarero determine.
Para ayudar en este proceso, Dios ha enviado al Espíritu Santo a morar en cada creyente, y para despertar su sensibilidad. Al ceder a los impulsos del Espíritu Santo con pronta obediencia, el corazón se vuelve cada vez más tierno y receptivo a su dirección. El Señor puede impartir mayor comprensión de su Palabra a un corazón dócil, porque éste ha aceptado y obedecido fielmente las enseñanzas anteriores.
Cualquier resistencia a Dios dará como resultado el endurecimiento. Pero quienes están acostumbrados a buscar intimidad con Cristo —que es el resultado de la sumisión a Él— se apresurarán a enfrentar su pecado y a actuar en obediencia al Señor.
Las personas con un corazón sumiso se mantienen estrechamente conectadas con la iglesia de Cristo, buscando edificar su peregrinación de fe. Estas personas no solo son receptivas a lo que Dios quiere decirles; también son dóciles, pues están dispuestas a escuchar, e inclinadas a ser corregidas por los demás.
Esta semana, cuando lea su Biblia y ore, deje que su corazón sea dócil ante las palabras de Dios. Cuando Él toque cada área endurecida de su vida, escuche sus instrucciones y confíe en el poder del Espíritu para ayudarle a ceder y obedecer. Permita que Él le convierta en un vaso útil y hermoso.
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