La prioridad de la oración
Nuestro Padre celestial no considera a la oración una parte opcional de la vida cristiana.
Leer | Marcos 1.35-37
16 de marzo de 2015
Nuestro Padre celestial no considera a la oración una parte opcional de la vida cristiana. La Biblia nos dice que la comunicación con Dios es esencial.
La oración incluye . . .
• Una actitud expectante. Debemos creer que Dios tiene algo importante que decirnos. Podría ser un fortalecedor recordatorio de su amor, una comprensión de nuestra situación, o la respuesta a una petición. Con tal perspectiva, escucharemos más y hablaremos menos.
• Un enfoque en nuestro Padre celestial. Cuando alabamos al Señor, nuestras mentes se despreocupan y se centran en Dios. El pensar en su carácter perfecto y en su sacrificio en la cruz, nos prepara para escucharle y obedecerlo.
• La disposición de vernos como nos ve Dios. El Espíritu Santo obra en nosotros para producir un carácter parecido al de Cristo. Eso significa dejar al descubierto lo malo que hay en nosotros, y sustituirlo por lo bueno.
• Un sometimiento a la dirección de Dios. Cuando nos sometemos a Él, nuestras peticiones concuerdan con su voluntad.
• Una “cita” regular. Se necesita compromiso para cultivar una vida de fe firme. Las actividades diarias dejarán fuera nuestras conversaciones con el Señor, a menos que fijemos la hora y el lugar para orar.
Adondequiera que Jesús viajaba, las multitudes acudían a Él con sus necesidades. Aunque había muchas personas que ayudar, Cristo apartaba tiempo regularmente lejos de la multitud para pasar tiempo a solas con su Padre (Mr 6.45, 46). ¿No le gustaría a usted darle a la oración esa misma importancia?
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