La muerte de Jesús satisfizo la justicia de Dios.
Leer | Efesios 2.4-10
8 de julio de 2015
Muchas personas creen que acumular buenas obras les ganará la aprobación divina. Pero la muerte es el único pago por el pecado que puede satisfacer a la justicia divina (Ro 6.23). Puesto que todos pecamos, merecemos vivir eternamente sin Dios.
La gracia —la expresión del amor y de la misericordia de Dios a quienes no merecían nada— fue la solución para nuestra terrible condición. Dios envió a su Hijo Jesucristo a morir en nuestro lugar. Según Romanos 10.9, lo único que necesitamos hacer es creer. La muerte de Jesús satisfizo la justicia de Dios, y nos trajo:
Una vida nueva. Nuestro espíritu es vivificado en Cristo en el momento que reconocemos que somos pecadores, dejamos nuestra rebeldía y creemos que su muerte pagó totalmente nuestra deuda por el pecado.
Libertad. En el momento de la salvación, el poder del pecado sobre nosotros es destruido, y somos libres de la esclavitud que nos dominaba. Jesús nos sacó del lodazal de la desobediencia y nos dio fe para creer. Ahora podemos ejercer nuestra nueva libertad y seguirle.
Seguridad. Cuando aceptamos el veredicto de Dios de que somos pecadores por naturaleza y aceptamos el sacrificio de nuestro Salvador como pago por nuestros pecados, somos adoptados en la familia del Padre celestial. Nuestro estatus cambia al instante: antes éramos objetos de ira, ahora somos hijos de Dios. Algún día estaremos sentados en el reino celestial con Cristo para disfrutar de la vida eterna con Él.
Dios puso a su Hijo en nuestro lugar para que recibiera el castigo que merecíamos. ¿Cómo demostrará usted su gratitud a Dios por su gracia salvadora?
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