El mayor placer que podemos experimentar es andar de la mano con el Padre que nos ama.
Leer | Isaías 61.10, 11
4 de septiembre de 2015
La palabra deleitarse significa tener gran placer, satisfacción y felicidad. ¿No es ésa precisamente la clase de relación que usted quiere disfrutar con el Señor, un compañerismo en el cual ambos disfruten de tiempo juntos? Si eso le suena bien, le tengo una gran noticia: Dios también quiere esa clase de relación que se fortalece por medio de consagración, confianza y paciencia.
• Primero: El creyente debe consagrar sus caminos a Dios. Eso significa aceptar que Él examine nuestros planes y deseos. El Señor es invitado a cambiar todo lo que no concuerde con su plan para nuestra vida.
• Segundo: El creyente debe confiar en Dios. ¿Quién es más digno de nuestra fe que el Padre celestial, quien dio a Jesucristo para salvar a perversos pecadores? Aquel que no escatimó a su propio Hijo, ciertamente dará a sus hijos todo lo que necesiten (Ro 8.32).
• Tercero: El creyente debe descansar en Dios. Cuando nos impacientamos por algún asunto, no nos estamos encomendando al Señor ni confiando en Él. Por nuestra limitada perspectiva humana, esperar con paciencia rara vez es fácil. Pero Dios sabe cuándo están dadas las circunstancias y el tiempo perfecto para que cumpla su voluntad.
Una relación personal con el Señor no es una carga, aunque puede no ser una tarea fácil. Pero el esfuerzo es una labor de amor, porque los humanos hemos sido creados para gozarnos en la presencia de Dios. El mayor placer que podemos experimentar es andar de la mano con el Padre que nos ama.
Biblia en un año: Ezequiel 26-28
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