El agotamiento es un resultado del exceso de compromisos y responsabilidades. En nuestro esfuerzo por lograr todo lo que esperamos, tratamos con frecuencia de ir más rápido y de atiborrarnos de tareas. Pero, al hacerlo, terminamos emocional y físicamente agotados. El Señor ofrece un estilo de vida radicalmente diferente, y además renueva nuestras fuerzas y vigor.
Quienes esperan en el Señor tienen la promesa de su poder sobrenatural. De hecho, la Biblia dice que ese poder superará la fuerza y el aguante de los jóvenes. El acceso a este poder divino se logra, no yendo más rápido sino más despacio, deteniéndonos para sacar tiempo y concentrarnos en Dios, buscar su dirección, y pedir su poder para llevar a cabo lo que nos encomienda.
Cuando era más joven, me agotaba debido a mi impaciencia, tratando de sacar adelante al ministerio a mi manera y en mi tiempo. Desde entonces, he aprendido que cuando hago una pausa y me humillo ante el Señor, reconociendo que no tengo fuerzas sin Él, Dios me sostiene emocional y espiritualmente. No hay ninguna explicación humana para lo que Dios quiere y puede hacer en un cuerpo humano rendido a Él. Su Espíritu Santo es como el viento debajo de nuestras alas, que hace posible que nos remontemos como las águilas.
La próxima vez que esté al borde del agotamiento, tómese un tiempo para centrarse en el Señor. ¿Está usted caminando al ritmo de Dios, o se le ha adelantado? Vaya de la mano del Señor, y haga suyo el poder que ofrece sin restricciones a quienes andan obedientemente dentro de su voluntad.
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