Ayer aprendimos que el deseo del Señor es que andemos por fe. Sin embargo, si reflexionamos sinceramente en cuanto a nuestra vida, la mayoría de nosotros descubrirá ciertos aspectos en los que nos resulta difícil tener confianza. Algunos días es más fácil renunciar al control, mientras que en otros nos apresuramos a tomar las circunstancias en nuestras manos.
Felizmente, nuestro Padre celestial es paciente y amoroso. Su Palabra enseña que la santificación es el proceso de hacernos santos, no solo el resultado final. Los niños son un magnífico ejemplo de cómo funciona esto. Cuando aprenden a caminar, empiezan agarrándose de algo, se levantan, y luego dan un paso. Inevitablemente se caerán, y en ese momento los ayudamos a levantarse para que puedan seguir andando. Asimismo, Dios nos muestra cómo vivir conforme a nuestra fe en Él, aunque cometeremos errores. Caerse y levantarse de nuevo es parte del proceso de aprendizaje.
El Señor nos enseña que tenemos un rol en el aprendizaje. Nuestra responsabilidad es estudiar las Sagradas Escrituras para conocer el carácter de Dios y sus promesas. Al hacer esto nuestra confianza en Él crece, lo que nos permite tomar decisiones que exigen que creamos y nos apoyemos en el Señor. Cuando damos un paso por fe y experimentamos la ayuda y la fidelidad de Cristo, nuestra confianza aumenta.
Piense en las respuestas, acciones y decisiones que tomó la semana pasada. ¿Cuántas de ellas fueron guiadas por el Espíritu Santo? ¿Y cuántas fueron reacciones humanas hechas con autosuficiencia? Vivir con confianza en Cristo exige fe y acción. Si usted permite que Él le dirija, su fe crecerá.
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