Todos experimentamos momentos en los que sentimos que las circunstancias son insoportables, que las oraciones no tienen respuesta, y que Dios parece distante. Cuando eso sucede nos preguntamos si Él es el mismo en quien creímos una vez. En momentos como esos, la fe se tambalea en algunas personas, pero se fortalece en otras. ¿Qué es lo que puede causar respuestas tan contrarias ante el sufrimiento?
La respuesta dependerá simplemente de la comprensión y la confianza que tengamos de la fidelidad de Dios. Él siempre se mantiene fiel a sus promesas, y Él es ciento por ciento fiable. En otras palabras, podemos confiar en nuestro Dios todopoderoso, sea cual sea nuestra situación.
Nuestra comprensión de Dios se relaciona con este concepto. ¿Confiamos en Él lo suficiente como para obedecer, aunque hacerlo parezca absurdo? ¿Estamos tan seguros de que Él escucha y contesta la oración, que acudimos regularmente a su trono, aunque no veamos una respuesta inmediata? ¿Estamos cada día sacrificando nuestros deseos y estilo de vida egoístas, porque creemos su promesa de eternidad, dicha y paz? Si las respuestas son “no”, eso puede indicar una deficiente comprensión del carácter de Dios. Es por eso que leer la Biblia es tan importante; por sus incontables ejemplos de las características de nuestro Padre celestial, aprendemos quién es Él y nuestra confianza sigue creciendo.
Felizmente, la fidelidad del Señor no depende de nuestras circunstancias, sentimientos, ni de nuestra fidelidad a Él. Nuestro Padre celestial es fiel a su Palabra y a sí mismo.
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