Con frecuencia nos hacemos esclavos de una situación al no hacer caso a los límites prudentes de la libertad personal. Es por eso que debemos tener presente los muchos beneficios de rendir cuentas de nuestros actos:
Dirección más clara. La honestidad en cuanto a los errores y a los fracasos lo preparará a usted para recibir buen consejo y estímulo. Esto aumentará su potencial de realizar y de ser todo lo que Dios se propone hacer con usted.
Mayor integridad. Si usted tiene que dar cuenta a alguien, será honesto y transparente. Aunque la verdad duele, el resultado es mayor integridad.
Mejor mayordomía. Dar cuenta de cómo utiliza su dinero, su tiempo o sus capacidades, le hace cuidadoso para no utilizarlos incorrectamente.
Protección contra los excesos. Como hijos de Dios, somos libres en Cristo, pero un amigo al que le rindamos cuenta nos mantiene equilibrados y está pendiente de que no nos excedamos.
Sano autoanálisis. Otra persona puede ayudarnos a ver lo que no podemos ver en nosotros mismos. Cuando permitimos que alguien nos señale nuestras faltas, estamos en una mejor posición para hacer mejoras.
Protección de malas relaciones. Si usted tiene que dar cuenta de adónde va y con quiénes pasará su tiempo, probablemente evitará lugares y relaciones problemáticas.
¿Le rinde cuenta a alguien acerca de la manera en que maneja su dinero, su tiempo y sus relaciones? Si no es así, busque a un creyente digno de confianza al que pueda rendir cuentas. Dar este paso revela un corazón que anhela agradar en todo a Dios.
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