Marta abrió su hogar al Señor en Betania, un acto de servicio que puede parecer pequeño en comparación con lo hecho por el apóstol Pablo en sus viajes misioneros y en sus epístolas. Pero ella y su familia ofrecieron un lugar para que el Salvador descansara y renovara sus fuerzas, lo cual debió de haber sido una pausa agradable en su ajetreada semana. Es verdad que Jesús censuró una vez a Marta por dar demasiado énfasis a los detalles de la hospitalidad (Lucas 10.41), pero cuando visitó su casa es indudable que apreció la comida y el compañerismo que tendría con las personas que Él amaba.
El plan de Dios para cada creyente está formado por toda una vida de pequeñas oportunidades. No importa cuál sea nuestra vocación u ocupación, debemos buscar maneras de servir al Señor cada día. Podemos hacerlo sirviendo, donde estamos, a nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo.
Puesto que el Señor da a sus hijos dones y talentos adecuados para que hagamos su voluntad, no hay duda de que Él quiere usarnos. Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿Puede Dios usarme? Es decir, ¿estamos en la disposición de hacer su voluntad en cualquier circunstancia? Las áreas de servicio apartadas específicamente para nosotros están esperando. Nadie sabe con exactitud y de antemano qué nos pedirá el Señor, pero podemos estar seguros de que Él nos capacitará con las herramientas adecuadas para la tarea.
¿Está usted listo para decir: “Sí, el Señor puede usarme”? Dígale que está a su disposición para que Él le use como desee. Él Señor responderá poniéndole personas y oportunidades en su camino.
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