“Bastante te he
afligido; no te afligiré ya más.” Nahum 1:12.
Hay un límite para la aflicción. Dios la envía y Dios la
quita. ¿Acaso suspiras y dices: “cuándo acabará”? Recuerda que nuestras
congojas acabarán segura y finalmente cuando termine esta pobre vida terrenal.
Esperemos quietamente, y acatemos pacientemente la voluntad de Dios hasta que
Él venga.
Mientras tanto, nuestro Padre en el cielo retirará la
vara cuando Su designio al usarla esté plenamente cumplido. Cuando Él haya
azotado nuestra necedad, no habrá más golpes. O, si la aflicción fuere enviada
para probarnos, para que nuestras gracias glorifiquen a Dios, acabará cuando el
Señor nos haya conducido a dar testimonio para Su alabanza. No queremos que la
aflicción se vaya mientras Dios no haya extraído todavía todo el honor que
podamos rendirle.
Hoy podría haber “una grande bonanza”. ¿Quién podría saber
cuándo esas furibundas ondas darán paso a un mar de cristal, y los pájaros
marinos se posen sobre las delicadas olas? Después de una prolongada
tribulación el flagelo es colgado y el trigo descansa en el granero. Podríamos,
antes de que pasen muchas horas, ser tan felices como ahora estamos tristes.
Para el Señor no es difícil convertir a la noche en día. Él, que envía las
nubes, puede con igual facilidad limpiar los cielos. Tengamos buen ánimo. El
futuro será mejor que el pasado. Cantemos Aleluya en anticipación
La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román
Spurgeon, C. H. (2008). La Chequera del Banco de la Fe. Bellingham,
WA: Logos Bible Software.
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