«MUÉSTRATE COMO EJEMPLO» Febrero
25
Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en
palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 1 Timoteo 4.12
La juventud es una etapa de ideales. El joven observa el
mundo y denuncia con fervor las injusticias e incongruencias que ve a su
alrededor. Cree que puede lograr cambios donde otros han fracasado o
claudicado. De igual manera, en la iglesia, muchas veces el joven demanda que
se le escuche y reconozca en la congregación. Con frecuencia estas demandas
están teñidas de una falta de ternura y respeto por los que están a su
alrededor.
Pablo valoraba a los jóvenes. A Timoteo, que parece haber
tenido un carácter tímido, le mandó que no permitiera que otros despreciaran su
juventud. Pero tome nota del método que el apóstol le propuso para lograr el
respeto que él necesitaba. Era por medio de su comportamiento ejemplar.
Es precisamente en este aspecto donde la mayoría de los
jóvenes fracasan. Tienen fuego y pasión para hacer conocer sus opiniones, pero
no tienen la clase de vida que respalde sus sugerencias. Son capaces de
enumerar con facilidad los errores que ven en la vida de los demás y no se dan
cuenta que esta es la parte más fácil de encarar un problema. Aún no han
transitado el camino de la vida, lo que les permitirá aportar soluciones reales
y prácticas para las dificultades que enfrenta el hombre.
Pablo animó al joven Timoteo a que no recorriera el
camino de las discusiones y los argumentos. Seis veces, en sus dos cartas, le
advirtió que no haría avanzar el plan de Dios con las muchas palabrerías. Sí lo
animó, en lugar de esto, a que cultivara la clase de vida que se gana el
derecho a ser escuchado.
Para el líder joven, este es un desafío duro. Debe
aprender que identificar los errores de la iglesia o de los líderes aporta muy
poco en la implementación de un cambio profundo y perdurable. El desafío es
demostrar, con el comportamiento, que existen otras alternativas. Cuando yo era
aún soltero, con cuánta facilidad señalaba los errores que habían cometido mis
padres. Pero luego me casé y, a su tiempo, llegaron mis propios hijos. ¡Bien
pronto comencé a ver que la teoría de «cómo ser un buen padre» no era tan fácil
de llevar a la práctica! Y no solamente esto, también me encontré cometiendo
los mismos errores que en otro tiempo había denunciado como inadmisibles.
El joven que asume el desafío de cultivar una vida donde
su conducta y su pureza están a la vista, será tomado en cuenta sin siquiera
buscar ese reconocimiento. La razón es sencilla: las teorías abundan, pero ¡la
vida habla más fuerte que las palabras!
Para pensar:
El autor y poeta inglés, Oscar
Wilde, una vez observó: «En este mundo, los jóvenes siempre están dispuestos a
compartir con sus mayores el pleno beneficio de su inexperiencia». Sin duda un
comentario irónico, pero no sin su verdad. Si usted es joven, ¡deje que su vida
hable más fuerte que sus palabras!
Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica,
Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
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