Los cristianos podemos aprender hoy buenas lecciones de las oraciones del Antiguo Testamento. Cuando Josafat le suplicó a Dios por ayuda, buscó un término medio entre su petición en cuanto a su necesidad y la alabanza de la grandeza de Dios. De igual modo, debemos hacer nuestras peticiones reconociendo quién es Dios. De lo contrario, el enfoque de nuestra oración se convierte en necesidad, debilidad, fracaso o temor.
Josafat clamó a Dios por su terrible situación, pero también exaltó sus atributos, reconociendo las grandes cosas que Él había hecho. Cuando oramos así, nos volvemos más fuertes, sinceros y audaces. Por eso es tan importante conocer la Palabra de Dios. Cuando leemos acerca de cómo ha obrado el Señor en la vida de los demás, entendemos su fuerza y poder maravillosos. Podemos así ver a hombres y mujeres del Antiguo Testamento como ejemplos a seguir, y comenzar a orar de manera parecida. El milagroso poder de Dios sigue estando disponible hoy, y Él quiere que sus hijos lo usen.
Al decir: “¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?” (2 Cr 20.6), Josafat estaba alabando a Dios, y al mismo tiempo recordándose a sí la grandeza del Señor. Cuando usted ore, alabe a Dios por su gracia y misericordia, y piense en su gran poder.
¿Quiere revolucionar su vida de oración? Si centra la misma atención en la alabanza de los atributos del Señor, como lo hace en sus peticiones, sus oraciones tendrán una nueva dimensión. Dejarán de estar centradas en usted, para enfocarse en Dios.
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