Los testimonios que no mencionan la cruz carecen de poder. Por nuestro intento de evangelizar “amigablemente”, a veces tratamos de hacer más atractivo el evangelio, suavizándolo. Pero la cruda verdad es que Jesucristo murió por nuestros pecados.
Para dar un testimonio efectivo, debemos confrontar a los no creyentes con su deuda de pecado y decirles que Jesús dio su vida para pagarla del todo. Pero decir trivialidades es más fácil que hacer una presentación planificada del evangelio. Por ejemplo, la siguiente declaración es verdadera y agradable: “Serás salvo si recibes a Jesús como Salvador”. El problema es que no enseña los pasos concretos a la salvación. Un buen testimonio debe contener tres puntos: una descripción de quién es Jesús, una explicación del único plan de salvación de Dios, y lo que debe creer y hacer una persona para recibir a Cristo.
Es verdad que uno puede ser salvo sin comprender totalmente el papel de la cruz, pero el nuevo creyente comenzará mucho mejor su peregrinación espiritual si conoce la fuente de su salvación. Irónicamente, evangelizamos amigablemente de verdad cuando ofrecemos el panorama concreto del cristianismo, en vez de decir una cosa que es cierta, pero trivial.
Nuestra sociedad se vuelve cada vez más ignorante en cuestiones de la Biblia. Eso significa que las personas con las cuales usted tendrá la oportunidad de anunciarles el evangelio sabrán poco de Jesús; usted puede ser la única persona que conozcan con un verdadero conocimiento de la Palabra de Dios. Ore y aparte tiempo para preparar un mensaje que sea instructivo y que esté enfocado en la cruz. Después, ¡salga a hacer discípulos para Cristo!
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