¿Por qué razón dos creyentes pueden orar por un mismo asunto y tener luego diferentes respuestas y actitudes? Esto tiene que ver con sus perspectivas. Cada uno de nosotros viene al Señor con experiencias de vida y con expectativas diferentes. Si queremos escuchar su voz claramente, tenemos primero que ocuparnos de las cosas que afectan la manera como lo hacemos:
Nuestra relación con Dios. El Padre celestial habla de maneras diferentes a los cristianos. Y aunque ni Dios ni los principios fundamentales de la fe cambian jamás, el Señor ajusta su respuesta a cada creyente considerando su madurez espiritual y su situación especial. Por eso, dos personas pueden escuchar cosas distintas, pues están en puntos diferentes en su peregrinación de fe.
Nuestra comprensión de quién es Él. La manera como vemos al Señor cambia la manera como lo escuchamos. Por ejemplo, si usted ve a Dios como un Padre tierno, escuchará su voz de aliento y aceptará su amorosa disciplina. Pero si lo ve como un Padre duro y exigente, sentirá como si fuera imposible vivir a la altura de las expectativas de Él.
Nuestra actitud hacia Dios. Si venimos al Señor de manera orgullosa y rebelde, naturalmente no nos sentiremos inclinados a escuchar su voz de autoridad. Pero si venimos con una actitud sumisa, probablemente escucharemos y recibiremos con gozo su Palabra.
Dios sigue hablando en el mundo hoy. Deténgase y piense qué hay en su vida que pudiera estar bloqueando el mensaje de Él para usted. ¿Qué está afectando su capacidad o disposición para escuchar? Ponga eso delante del Señor hoy, y pídale que derribe todas las barreras.
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