Si usted pudiera tener cualquier cosa que quisiera, ¿qué sería? Su respuesta revelará mucho acerca de quién es usted. El salmista escribe: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal 37.4). No hay nada malo en tener anhelos; ellos nos motivan a lograr grandes cosas. Pero no todos nuestros deseos proceden de Dios. Piense en sus aspiraciones, y lo que ellas dicen acerca de quién es usted:
¿Desea ocupar una posición de autoridad para tener todo bajo control? Esto puede ser muy peligroso si se usa para manipular a otros; más que autoridad debe desear búsqueda de justicia.
¿Sueña con fama y riqueza? Quizás haya un vacío en su alma que esté tratando de llenar. Pero solo Dios puede satisfacer las insaciables necesidades del corazón humano.
¿Teme usted pedirle al Señor lo que quiere? Tal vez piense que Él no le escuchará, pero Dios nos dice que nos acerquemos a su trono con osadía y confianza (He 4.16).
Si el Señor no da una respuesta afirmativa a sus oraciones, pídale que los deseos que usted tiene sean conformes a la voluntad de Él. No haga nada por su propia cuenta tratando de lograr lo que quiere. Siempre hay un alto precio que pagar por rebelarse contra Dios.
Dios cuida de nosotros generosamente, pero eso no significa que podamos esperar que nos dé todo lo que queramos. Solo cuando nuestros sueños se alinean con su plan, Él los realiza. Los pensamientos que nos preocupan son un barómetro exacto del estado de nuestra relación con Cristo.
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