¿Para qué cosas vive usted cada día? ¿Para tener un aumento de sueldo? ¿Una jubilación? Entonces, quizás ha descubierto la realidad de que, basar las aspiraciones en abrirse camino en este mundo, termina normalmente en frustración. Las personas con un sentido equivocado de dirección se preguntan a menudo por qué se sienten insatisfechas.
Tal vez usted ya logró ahorrar para el futuro o ascender en el mundo laboral. Da a una institución benéfica y hace trabajo voluntario, pero sigue teniendo una sensación de intrascendencia. Si es así, necesita recordar que Dios nos da la vida por una razón muy específica: para que le sirvamos. Nadie encuentra paz interior si no acepta este hecho. Nuestra sociedad nos enseña que el placer, la prosperidad y la popularidad nos harán felices; pero vivir al servicio del ego siempre deja un vacío que ninguna gratificación terrenal puede llenar.
Además, pocos vivirán 100 años. Por tanto, lo que vamos a ser en esta vida, ya lo estamos siendo en este mismo momento. Pensemos en David quien fue ungido rey mucho antes de asumir realmente ese rol (1 S 16.12). Pasó muchos años cumpliendo el propósito de Dios en posiciones insignificantes mientras se convertía en un gran hombre. Como lo demuestra su historia, descubrir el propósito de Dios para la vida es el camino más seguro al éxito.
El propósito de nuestro Padre celestial para nuestra vida es perfecto. Ninguno de nosotros puede predecir las cosas maravillosas que Él nos tiene reservadas, pero podemos confiar en su plan por completo. Ríndase a Él hoy, y diga: “No se haga mi voluntad, Señor, sino la tuya”.
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