1 Corintios 6.19, 20
¿Ha evaluado usted alguna vez su nivel de compromiso con el Señor? Lamentablemente, muchos cristianos han cruzado la puerta de la salvación y se han instalado en sus bancas, sin esperar nada más. Pero Cristo quiere que tomemos la decisión de dejar que Él sea el Señor de nuestra vida. Esto requiere que renunciemos a todos nuestros derechos, y reconozcamos que Él es quien traza el curso. Nuestra responsabilidad es únicamente obedecer.
Pero nuestra tendencia natural es limitar las áreas a las que damos acceso a Dios. El día en que usted puso su fe en Cristo como su Salvador, ¿se quedó con el título de propiedad de su vida? ¿Ha dibujado un círculo que dice: “Esta es el área en la que te serviré, Señor, pero no me pidas que vaya más lejos”? Si es así, usted no ha reconocido que cuando Cristo le perdonó, también le compró para Él. Todo lo que usted es y tiene, le pertenece al Señor. El colmo de la soberbia es reclamar autoridad sobre lo que ya no le pertenece.
Cuando el Señor nos desafía a hacer algo más allá de los límites que nos hemos fijado, nos está llamando a un mayor nivel de compromiso. No importa qué tan dedicados podamos estar actualmente, ninguno de nosotros ha alcanzado el máximo nivel. Cada reto es una oportunidad para dar a Cristo total autoridad sobre cada aspecto de la vida.
Su nivel de compromiso con Dios es el mismo grado de obediencia a cualquier cosa que Él le pida que haga. Por haber sido comprados con la sangre de Cristo, somos de Él no solo porque nos ha comprado, sino además por su amor incondicional con el que nos ha amado.
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