Friday, September 30, 2016

¿ Quien decís vosotros que soy yo? | Dr. Charles Stanley | 9/30/26

La pregunta se mantenía en el aire como una espesa niebla. Había un silencio absoluto. El pequeño grupo que estaba alrededor de Jesús miraba con estupefacción, demasiado asustados o inseguros para poder hablar. No sabían qué decir en respuesta a la pregunta del Señor: “¿Quién decís vosotros que soy yo?” (Mt 16.15).

Entonces, como si una mano invisible hubiera accionado un interruptor, dándole un discernimiento perfecto, Simón Pedro levantó su cabeza. Sostuvo la mirada de Jesús, y dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt 16.16). Pedro no se equivocó.

Llamar a Jesús “Cristo” e “Hijo de Dios” no era algo sin importancia en los tiempos bíblicos. Tal afirmación llevó a la muerte a muchos creyentes, ya que las autoridades judías y romanas perseguían a los cristianos que estaban dispuestos a dar la cara por su fe. Aun algunos que caminaban lado a lado con Jesús y que con emoción tomaban parte en su ministerio, a veces dudaban en llamarlo “Cristo”. Era un riesgo enorme. Por eso, a veces permanecían callados mientras seguían adelante con su trabajo en favor del reino.

¿No es interesante que la iglesia hoy tenga a menudo el mismo problema? Muchas personas se apresuran a exclamar: “¡Jesús es el Señor!”, pero luego no se ocupan de su obra.

¿Hay alguna disparidad entre lo que usted profesa con su boca, y lo que está haciendo para el reino de Dios? Jesús nos llama a ser íntegros en testimonio y en hechos. Si su confesión es “Jesús es el Señor”, entonces su vida debe reflejar su valiente posición. ¿Qué pudiera usted hacer hoy para mostrar su fe a otros?

Thursday, September 29, 2016

El valor de la obediencia | Dr. Charles Stanley | 9/29/16

A pesar de la vasta experiencia de Pedro como pescador, regresó de una noche de trabajo sin nada que mostrar por sus esfuerzos. Es muy posible que la petición del Señor de que echara las redes una vez más le pareciera poco razonable; después de todo, Pedro y sus compañeros eran los profesionales. No obstante, el pescador obedeció, y su obediencia bendijo a muchos.

La Biblia demuestra que los planes divinos a menudo desafían la lógica humana. Por ejemplo, ¿quién haría un plan de batalla que implicara solo marchar y gritar? Dios le dijo a Josué que conquistara Jericó de esa manera, y al hacerlo tuvo éxito (Jos 6.1-5).

Moisés es otro ejemplo. Cuando se sintió inseguro de su potencial como líder, el Señor lo tranquilizó de una manera insólita, diciéndole que arrojara su vara al suelo. Cuando Moisés obedeció, Dios confirmó de una manera admirable que lo había escogido como líder (Éx 4.1-3).

Nuestro Padre celestial puede pedirnos que hagamos algo que parece ilógico, como tal vez aceptar una mayor responsabilidad cuando teníamos la esperanza de reducir nuestra cantidad de trabajo; o dejar una posición que Él nos había dado recientemente; o asumir una tarea para la que nos sentimos poco capacitados. Pero debemos seguir adelante con obediencia, sin importar cuán ilógica pueda parecer su petición.

Para comprender la importancia de obedecer, piense en los niños que reciben instrucciones de sus padres o maestros. Es necesario que los escuchen con atención para hacer correctamente la tarea. Algunos pasos pueden parecer sin sentido, pero su justificación se hace clara después.

Wednesday, September 28, 2016

Simples actos de obediencia  | Dr. Charles Stanley | 9/28/16

Obedecer a Dios en las cosas pequeñas puede traer bendición a muchos. El pasaje de hoy ilustra este principio.

Simón Pedro, un pescador experimentado, había trabajado toda la noche sin pescar nada. Estaba en la playa terminando su trabajo cuando Jesús se le acercó. El Señor quería hablar desde su barca a la multitud que estaba en la orilla de la playa. A pesar de una larga e infructuosa noche de trabajo, Pedro aceptó que Jesús utilizara la embarcación. La multitud fue bendecida al ver y escuchar predicar a Cristo.

Las peticiones que Dios nos hace pueden llegarnos en momentos no oportunos o inesperados. Podemos sentirnos tentados a dejar que otra persona responda nuestro llamado, pensando que no importa quién sea el que obedezca. Pero recuerde que los planes de Dios son para nuestro bien (Jer 29.11).

Más tarde, Jesús hizo una segunda petición a Pedro: que dirigiera la barca a aguas más profundas, y que echara las redes. El pescador expresó las pocas probabilidades de pescar algo, pero hizo lo que Cristo le pidió. La obediencia de Pedro dio como resultado abundancia para la multitud, los demás pescadores, sus familias y él mismo.

Pedro no obedeció para ser recompensado, pero eso es precisamente lo que sucedió. Sus simples actos de obediencia llevaron a mayores oportunidades de servicio y de bendiciones abundantes.

Algunos actuamos como si la obediencia en las cosas pequeñas carecieran de importancia, pero la historia de Pedro nos enseña lo contrario. Comprometámonos a obedecer las instrucciones del Señor en todo, confiando en que toda obediencia será para nuestro bien.

Tuesday, September 27, 2016

Ir por el camino equivocado | Dr. Charles Stanley | 9/27/16

El Señor promete suplir nuestras necesidades, pero eso significa que lo hará a su tiempo y a su manera. Puede que existan tentaciones que nos hagan desear ir por el camino equivocado, por lo que hay que tener cuidado de no adelantarnos a Dios o seguir una ruta que nos aleje de Él.

Algunas personas creen que su seguridad descansa en cuentas bancarias, prestigio, otras personas o posesiones. Esto puede hacer que nos volvamos adictos al trabajo sacrificando nuestra relación familiar, o a participar en actividades poco éticas por el beneficio económico. Sin embargo, al confiar en la seguridad que tenemos en Cristo, podemos tener paz mental y emocional.

Otra manera poco saludable de satisfacer nuestras necesidades es buscando compañía fuera de los límites establecidos por Dios. Podemos encontrar alegría temporal en una relación inapropiada, pero al final, ese camino conducirá al dolor y la decepción.

El enemigo quiere que busquemos nuestra provisión sin considerar a Dios. Satanás engañó a Adán y Eva insinuando que el Señor estaba ocultándoles cierta información importante; sugirió que su forma de proceder, no la del Creador, podría hacerlos personas sabias. El primer hombre y la primera mujer cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y les costó muy caro. Cuando permitimos que la mentalidad incorrecta dirija nuestras acciones, nos metemos en serios problemas.

Es importante entender lo que hemos recibido mediante la relación con Jesús. Aprender a depender de Él nos ayudará a evitar ir por el camino equivocado para conseguir lo que necesitamos.

Monday, September 26, 2016

Dios satisface nuestras necesidades | Dr. Charles Stanley | 9/26/16

Nuestro Padre celestial ha prometido suplir todo lo que necesitamos. Consideremos algunas de las bendiciones que son nuestras en Cristo Jesús.

Una necesidad humana universal es el amor. A través de la fe en Jesús, hemos sido adoptados como hijos del Padre celestial. Pero antes de que esto pudiese llevarse a cabo, la justicia de Dios tenía que ser satisfecha. Todos hemos nacido con una naturaleza pecaminosa que nos separa del Señor. El Padre celestial, debido a su gran amor por nosotros, envió a Jesús a tomar nuestro lugar y a experimentar el juicio por nuestro pecado. Gracias a su profunda compasión por nosotros, Jesús sufrió y murió para que podamos llegar a formar parte de la familia de Dios y experimentemos su amor por nosotros (Jn 3.16). A través de nuestra relación con Él, esta necesidad de amor se satisface plenamente.

De hecho, por medio de la salvación, nuestro Padre también satisfizo otras dos necesidades básicas: compañía y seguridad. Cuando aceptamos el perdón de Dios, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de nosotros, el cumplimiento de la promesa de Jesús nunca nos deja (He 13.5). Esta nueva relación es permanente. Lo que Jesús realizó en la cruz fue plenamente aceptado por Dios como pago por nuestra deuda de pecado. Por otra parte, el mismo Cristo prometió que nadie nos puede arrebatar de su mano (Jn 10.28). Por lo tanto, podemos descansar en el conocimiento de que somos hijos de Dios para siempre. Esa es la verdadera seguridad.

Nuestra profunda necesidad de amor, seguridad y compañía está satisfecha en una relación con el Señor.

Sunday, September 25, 2016

¿Qué es la vida cristiana? | Dr. Charles Stanley | 9/25/16

La vida cristiana es precisamente eso —vida, no un conjunto de reglas. Por desgracia, muchas iglesias predican un cristianismo de “haz esto” y “no hagas aquello”. Entonces la fe se ve como una ecuación matemática: La gracia salvadora de Jesús + hacer cosas buenas – hacer cosas malas=vida recta. La mayoría de las personas tiene suficientes problemas como para además preocuparse por seguir reglamentos que no se encuentran en la Biblia.

Esa ecuación en cuanto a la justificación que Dios da está en contra de la enseñanza bíblica. Jesús no solo condenó la religión autoritaria de los fariseos, sino que Él mismo ofreció dar libertad por medio de la gracia (Mt 23. 1-4; Jn 8.36). Ni guardar la ley de Dios por el esfuerzo propio, ni atenerse a reglas extras hace libre a la persona. Los creyentes legalistas viven esclavizados y se debilitan cada vez más.

Cuando una persona acepta la gracia salvadora de Jesucristo, recibe una vida nueva. (Vea Ro 6.4). Aunque sigue con su mismo cuerpo, su corazón y mente son transformados. Cristo vive a través de esa persona. El Espíritu Santo fluye en su espíritu, al igual que la savia fluye por las ramas de un árbol. ¡Es como recibir una transfusión de sangre espiritual! Donde antes había debilidad ahora hay fuerza. ¿Por qué confiar en nosotros cuando la valentía y el poder que necesitamos para obedecer a Dios están disponibles por medio de Cristo?

Sé lo que se siente cuando nos extenuamos tratando de ser buenos por nuestras propias fuerzas. Mi deseo es que usted rinda su vida al Señor. Ponga su fe en Él para experimentar el cambio que Dios hará. Jesús nunca se cansará de transformar su vida.

Monday, September 19, 2016

Las experiencias del creyente en el valle | Dr. Charles Stanley | 9/19/16

Las experiencias en el valle son aquellas en las que el dolor es tan grande, o el problema tan difícil, que nos resulta imposible soportarlos. Al igual que una ola de dos metros que se estrella contra la playa, las circunstancias amenazan con aplastarnos.

Para ser realistas, nosotros mismos somos los responsables de algunas de estas situaciones. Cuando decidimos desobedecer a Dios, podemos ir a parar a una situación dolorosa, empeorada por saber que nuestra relación con Él se ha enfriado (1 Jn 1.6). Otras veces, son las acciones de otros las que nos producen sufrimiento: quizás un despido inesperado del trabajo, una infidelidad conyugal o la traición de un ser querido. Pero también hay ocasiones en las que nuestro Padre celestial nos pone en el valle. Aunque Él puede evitarnos los problemas y el sufrimiento, prefiere no hacerlo. El Señor tiene un propósito en mente, que no se cumpliría si optamos por la salida fácil. Cualquiera que sea la fuente, las experiencias en el valle son inevitables.

El Salmo 23 utiliza cuatro palabras para referirse a ese tiempo: sombras, muerte, temor y mal. Estas palabras evocan imágenes de circunstancias abrumadoras, aflicción intensa, turbación profunda y gran adversidad. No hay manera de aligerar la prueba que está marcada por la fatiga emocional o física. Tanto la intensidad como la duración de la prueba son determinadas por la voluntad del Señor, pero Él va a nuestro lado y nos protege en medio de ella.

Dios promete que Él utilizará todo valle, aun aquellos hechos por nosotros, para bendecirnos (Ro 8.28). Nuestra parte es andar con firmeza, con la mirada firme en Él, el espíritu en armonía con su presencia, y la mente confiada en sus promesas.

Friday, September 16, 2016

La verdad sobre la salvación | Dr. Charles Stanley | 9/16/16

¿Se ha preguntado usted alguna vez si la fe en Jesús es realmente el único camino para ser salvo? Satanás es un astuto mentiroso que distorsionará la Palabra de Dios para evitar que las personas sigan a Cristo, creando la impresión de que al final todo el mundo irá al cielo. Pero eso no es lo que enseña la Biblia.

La verdad es que podemos elegir rechazar la salvación que Cristo ofrece gratuitamente. El Evangelio de Juan nos dice: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3.17, 18).

Dios dice claramente que todo aquel que cree en Jesucristo será salvo (Juan 3.16). Y la Biblia enfatiza que tenemos solo esta vida terrenal para tomar una decisión; no hay una segunda oportunidad después de la muerte.

Así que, si usted desea estar seguro de su salvación, puede hacerlo invitando a Jesús a ser su Salvador personal hoy mismo. Dios, quien desea que usted pase la eternidad con Él, le ofrece razones de peso para tomar esta decisión tan importante: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3.36).

La posibilidad de una segunda oportunidad es tentadora, pero no se deje engañar. No habrá otra oportunidad para ser salvo después de la muerte. El regalo de la salvación solo se encuentra disponible en esta vida, y es solo por medio del Señor Jesús (Juan 14.6). ¡Reciba al Salvador ahora mismo!
Nuestra vida se caracterizará por la paz y el gozo hasta donde seamos capaces de creer en el soberano control de Dios sobre todas las cosas.

Thursday, September 15, 2016

Los beneficios de rendir cuentas | Dr. Charles Stanley | 9/15/16

Con frecuencia nos hacemos esclavos de una situación al no hacer caso a los límites prudentes de la libertad personal. Es por eso que debemos tener presente los muchos beneficios de rendir cuentas de nuestros actos:

Dirección más clara. La honestidad en cuanto a los errores y a los fracasos lo preparará a usted para recibir buen consejo y estímulo. Esto aumentará su potencial de realizar y de ser todo lo que Dios se propone hacer con usted.

Mayor integridad. Si usted tiene que dar cuenta a alguien, será honesto y transparente. Aunque la verdad duele, el resultado es mayor integridad.

Mejor mayordomía. Dar cuenta de cómo utiliza su dinero, su tiempo o sus capacidades, le hace cuidadoso para no utilizarlos incorrectamente.

Protección contra los excesos. Como hijos de Dios, somos libres en Cristo, pero un amigo al que le rindamos cuenta nos mantiene equilibrados y está pendiente de que no nos excedamos.

Sano autoanálisis. Otra persona puede ayudarnos a ver lo que no podemos ver en nosotros mismos. Cuando permitimos que alguien nos señale nuestras faltas, estamos en una mejor posición para hacer mejoras.

Protección de malas relaciones. Si usted tiene que dar cuenta de adónde va y con quiénes pasará su tiempo, probablemente evitará lugares y relaciones problemáticas.

¿Le rinde cuenta a alguien acerca de la manera en que maneja su dinero, su tiempo y sus relaciones? Si no es así, busque a un creyente digno de confianza al que pueda rendir cuentas. Dar este paso revela un corazón que anhela agradar en todo a Dios.

Wednesday, September 14, 2016

Rendir cuentas es bíblico | Dr. Charles Stanley | 9/14/16

Hay abundantes mandatos bíblicos en cuanto a rendirnos cuentas unos a otros. Pero, para muchos, la idea de revelar información personal parece negativa o incluso una invasión de la privacidad. Tal confesión parece ser un obstáculo para la búsqueda de placer, prosperidad y prestigio. La mayoría de las personas prefieren ser reservadas y no involucrar a nadie más en sus asuntos.

La Biblia, sin embargo, deja claro que los cristianos deben apoyarse y rendirse cuentas mutuamente: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Stg 5.16).

La rendición de cuentas en el cuerpo de Cristo es un principio bíblico. Los miembros de la iglesia se sujetan a su pastor (He 13.17). Pablo nos dice que nos sometamos unos a otros (Ef 5.21). Sin embargo, él era responsable ante la iglesia (Hch 14.27), así como Timoteo estaba subordinado a él (1 Ti 4.13-16). Los apóstoles estaban, por supuesto, bajo la autoridad de Jesús (Lc 10), así como Jesús estaba sometido al Padre (Jn 8.28, 29). Y, lógicamente, la Biblia nos dice que toda la iglesia está sujeta al Señor Jesucristo (Ef 5.24). Sea cual sea la posición de una persona, todo el mundo es responsable ante alguien. Y esto es válido para toda la familia de la fe, desde la congregación hasta el Señor mismo, quien sirvió a Dios Padre.

Las personas evitan rendir cuentas por diversas razones, entre ellas orgullo, ignorancia y temor. Esto es peligroso, pues nuestro enemigo conoce nuestras debilidades y sabe cómo explotarlas. Pero podemos vencer con el apoyo de nuestros hermanos en la fe. Hay poder en el cuerpo de Cristo.

Tuesday, September 13, 2016

Deshágase del enojo | Dr. Charles Stanley | 9/13/16

El apóstol Pablo escribió ampliamente sobre el carácter y la conducta de los creyentes. Exhortó a los cristianos diciendo: “Que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Ef 4.1), y a ser “imitadores de Dios” (Ef 5.1). En sus cartas a las iglesias, Pablo explicó lo que significaba tener una vida de santidad.

Primero, debemos dejar ciertos hábitos y conductas, y sustituirlos con otros que sean aceptables a Dios. Las conductas “carnales” ya no son parte de nosotros. Tenemos ahora una naturaleza nueva, y debemos conducirnos de acuerdo con la misma. Gálatas 5.19-21 menciona quince conductas específicas que debemos abandonar, entre ellas: enemistades, pleitos, iras, contiendas y disensiones. Notemos el papel que juega el enojo en cada una de estas conductas: estimula los desencuentros e inflama el antagonismo. En segundo lugar, si nos enojamos, tenemos que disculparnos de inmediato (Ef 4.26).

El fruto del Espíritu (Gá 5.22, 23) es el cambio de los pensamientos y de las acciones pecaminosas. Si somos fácilmente irritables, necesitamos adquirir paciencia. Si nuestro enojo nos exacerba, tenemos entonces que convertirnos en personas serenas. El cambio es posible, porque el poder del pecado sobre nosotros ha sido destruido de una vez por todas. Hemos sido liberados para siempre para vivir de una manera agradable a Dios.

Todos luchamos con alguna clase de conducta pecaminosa, pero felizmente no tenemos que seguir con ella. Como nuevas criaturas, ya no tenemos que ser definidos por lo que éramos antes de ser salvos (2 Co 5.17). Para demostrar la santidad que ahora es suya, colabore con la obra transformadora del Espíritu Santo.

Monday, September 12, 2016

La ira pecaminosa | Dr. Charles Stanley | 9/12/16

La ira puede romper la comunicación y destruir amistades. Si es reprimida, este sentimiento se convierte en resentimiento, lo cual daña la mente y la conducta. Si no es controlada, la ira puede manifestarse con una expresión de rabia que hiere no solo a quien es dirigida, sino también a otros.

Aunque podamos pensar en muchas razones para justificar nuestra ira, el único criterio que importa es el del Señor. El libro de Proverbios ofrece una perspectiva clara de cómo ve el Señor a la persona airada. Él dice que actúa locamente (Pr 14.17), promueve contiendas (Pr 15.18) y comete pecado (Pr 29.22). También nos alerta en cuanto a no asociarnos con tales personas (Pr 22.24). En cambio, quienes son lentos para la ira son grandes de entendimiento (Pr 14.29) y demuestran sabiduría (29.8, 11). Alejarse de la contienda es también honroso para la persona (Pr 20.3).

En el Nuevo Testamento, el apóstol Santiago compara a la lengua con una pequeña chispa que puede incendiar a todo un bosque (Stg 3.5, 6). Él sabía el daño que puede hacer una persona airada. También escribió que nuestra ira no produce la vida de santidad que Dios desea para nosotros, ni tampoco corresponde con lo que somos en Cristo. Jesús pagó nuestra deuda por el pecado con su vida para liberarnos de nuestra conducta pecaminosa.

Las pocas veces que Jesús se airó estuvieron acorde con los propósitos de Dios. Pero, en nosotros, el sentimiento de ira se origina por lo general como una autodefensa o por los deseos frustrados. Si Dios le ha declarado culpable de tener una ira pecaminosa, arrepiéntase de su pecado y permita que el Espíritu Santo reproduzca en usted el carácter de Cristo.

Friday, September 9, 2016

Nuestras perspectivas en la oración | Dr. Charles Stanley | 9/9/16

¿Por qué razón dos creyentes pueden orar por un mismo asunto y tener luego diferentes respuestas y actitudes? Esto tiene que ver con sus perspectivas. Cada uno de nosotros viene al Señor con experiencias de vida y con expectativas diferentes. Si queremos escuchar su voz claramente, tenemos primero que ocuparnos de las cosas que afectan la manera como lo hacemos:

Nuestra relación con Dios. El Padre celestial habla de maneras diferentes a los cristianos. Y aunque ni Dios ni los principios fundamentales de la fe cambian jamás, el Señor ajusta su respuesta a cada creyente considerando su madurez espiritual y su situación especial. Por eso, dos personas pueden escuchar cosas distintas, pues están en puntos diferentes en su peregrinación de fe.

Nuestra comprensión de quién es Él. La manera como vemos al Señor cambia la manera como lo escuchamos. Por ejemplo, si usted ve a Dios como un Padre tierno, escuchará su voz de aliento y aceptará su amorosa disciplina. Pero si lo ve como un Padre duro y exigente, sentirá como si fuera imposible vivir a la altura de las expectativas de Él.

Nuestra actitud hacia Dios. Si venimos al Señor de manera orgullosa y rebelde, naturalmente no nos sentiremos inclinados a escuchar su voz de autoridad. Pero si venimos con una actitud sumisa, probablemente escucharemos y recibiremos con gozo su Palabra.

Dios sigue hablando en el mundo hoy. Deténgase y piense qué hay en su vida que pudiera estar bloqueando el mensaje de Él para usted. ¿Qué está afectando su capacidad o disposición para escuchar? Ponga eso delante del Señor hoy, y pídale que derribe todas las barreras.

Thursday, September 8, 2016

La esencia de nuestro testimonio | Dr. Charles Stanley | 9/8/16

Los testimonios que no mencionan la cruz carecen de poder. Por nuestro intento de evangelizar “amigablemente”, a veces tratamos de hacer más atractivo el evangelio, suavizándolo. Pero la cruda verdad es que Jesucristo murió por nuestros pecados.

Para dar un testimonio efectivo, debemos confrontar a los no creyentes con su deuda de pecado y decirles que Jesús dio su vida para pagarla del todo. Pero decir trivialidades es más fácil que hacer una presentación planificada del evangelio. Por ejemplo, la siguiente declaración es verdadera y agradable: “Serás salvo si recibes a Jesús como Salvador”. El problema es que no enseña los pasos concretos a la salvación. Un buen testimonio debe contener tres puntos: una descripción de quién es Jesús, una explicación del único plan de salvación de Dios, y lo que debe creer y hacer una persona para recibir a Cristo.

Es verdad que uno puede ser salvo sin comprender totalmente el papel de la cruz, pero el nuevo creyente comenzará mucho mejor su peregrinación espiritual si conoce la fuente de su salvación. Irónicamente, evangelizamos amigablemente de verdad cuando ofrecemos el panorama concreto del cristianismo, en vez de decir una cosa que es cierta, pero trivial.

Nuestra sociedad se vuelve cada vez más ignorante en cuestiones de la Biblia. Eso significa que las personas con las cuales usted tendrá la oportunidad de anunciarles el evangelio sabrán poco de Jesús; usted puede ser la única persona que conozcan con un verdadero conocimiento de la Palabra de Dios. Ore y aparte tiempo para preparar un mensaje que sea instructivo y que esté enfocado en la cruz. Después, ¡salga a hacer discípulos para Cristo!

Wednesday, September 7, 2016

La esencia de nuestra fe | Dr. Charles Stanley | 9/7/16

Pablo creía que nada merecía que se jactara, excepto de la cruz (Gá 6.14). Y tenía una buena razón para pensar así, porque todo el plan divino de salvación depende de un tosco madero. Nuestra relación con el Padre celestial es posible gracias a la muerte expiatoria de Jesús. Por su sangre, somos justificados; somos libres de la culpa y del castigo por el pecado.

Gálatas 2.16 (NVI) dice: “Nadie es justificado por las obras que demanda la ley”; es decir, una vida limpia por sí sola no puede hacerse merecedora de la aceptación de Dios. Sin embargo, algunos incrédulos que rechazan el mensaje de la cruz ponen su confianza en una “balanza” cósmica. Confían en que el Señor pesará sus buenas acciones contra las malas, y que Él quedará satisfecho.

Pero, si esta filosofía de la balanza fuera cierta, la muerte de Jesús no tendría sentido. Un Padre que aceptara diversos caminos para lograr la salvación, y que, aun así, sacrificó a su Hijo, no podría ser llamado bueno. Las personas pasan por alto este claro razonamiento, aferrándose a sus ideas.

El problema es el orgullo. Puesto que es natural desear ser aceptado, las personas quieren creer que algo dentro de ellos es digno de ser amado. Pero la cruz exige que nos postremos ante Dios con las manos vacías.

Cuando reconocemos con humildad que no podemos pagar nuestra deuda de pecado, tenemos que aceptar el pago que Jesús hizo a favor nuestro.

No tenemos nada que ofrecerle a Dios, pero la verdad es que Él no espera nada. El Padre celestial creó un plan de salvación que limpia la mancha de nuestro pecado y nos reconcilia con Él.

Tuesday, September 6, 2016

La disciplina espiritual del ayuno | Dr. Charles Stanley | 9/6/16

El ayuno tiene dos componentes importantes. Uno es la privación de alimentos o actividades, lo que elimina las distracciones. El otro es la atención total a Dios, que permite la conexión con Él a un nivel más profundo.

Daniel vivía bajo cautiverio en Babilonia cuando leyó la promesa de Dios de liberar a los israelitas después de cierto tiempo. Entonces buscó sinceramente al Señor mediante la oración y el ayuno (Dn 9.2, 3). Luego, por medio del ángel Gabriel, Dios le dio una mayor comprensión de lo que había prometido antes.

La Biblia tiene también otros ejemplos. Cuando el rey Josafat se enteró de que un poderoso ejército venía a atacarlo, llamó a toda Judá a reunirse y a ayunar (2 Cr 20.1-4). Dios le dio aliento y fuerzas para enfrentar al ejercito enemigo. Ayunar fue también parte de la preparación de la iglesia primitiva para elegir a sus primeros misioneros. El Espíritu Santo dirigió el envío de Bernabé y Saulo a la obra (Hch 13.2).

Ayunar no nos da una respuesta más rápida de Dios, ni tampoco es para convencerlo de que siga nuestro plan. Lo que hace es ayudarnos a ver nuestra situación a través de sus ojos, y a obedecer lo que discernimos. A veces, he buscado al Señor para tener su perspectiva de lo que estoy haciendo. Ayunar me ha ayudado a tener su visión en cuanto a mi vida y mi trabajo.

Ayunar implica el deseo intenso de escuchar a Dios, un período de tiempo para conectarse con Él, y la disposición de abstenernos de comida o alguna actividad. Si esta idea le intimida, recuerde que el propósito del ayuno es prepararle para que pueda acercarse más a Dios y recibir su aliento y dirección.

Saturday, September 3, 2016

Fundamentos para la vida cristiana | Dr. Charles Stanley | 9/3/16

Aprendí una valiosa lección la noche anterior a mi primera predicación. Mi madre me dio un versículo que Dios puso en su corazón: Josué 1.9. Memoricé lo más rápido que pude ese versículo en cuanto a la valentía, ¡porque estaba aterrado! Leí todo el pasaje y entendí que la fortaleza y la valentía están ligadas a la concentración en la Palabra de Dios. Por esta razón, pasar tiempo con Dios debe ser una prioridad en nuestra vida.

Cuando estamos en comunión diaria con nuestro Señor, podemos aceptar más fácilmente que Él tiene el control absoluto de todo lo que enfrentamos. Ya sea que hayamos sido golpeados por la adversidad o que estemos rebosando de gozo, Dios tiene controladas nuestras circunstancias. Pasar tiempo con el Padre celestial nos permite traer a Él nuestras preocupaciones y nuestros sentimientos. El Señor podrá, entonces, gozarse con nosotros o abrigarnos tiernamente en nuestra necesidad.

Orar cuando leemos la Biblia y pedirle a Dios que hable a nuestro corazón cuando la leemos es un privilegio que tenemos como cristianos. Cuando estamos delante del Señor, tenemos la oportunidad de recibir su guía y su poder para manejar nuestras circunstancias. Por tanto, Dios restaura nuestras fatigadas almas y nos renueva para enfrentar un nuevo día.

Personalmente, creo que al salir cada mañana de nuestra cama debemos pasar un poco de tiempo de rodillas. Es necesario encomendar cada día a nuestro Padre celestial, examinar nuestras tareas del día y entregar el tiempo a Él. La mañana es como el timón de nuestro día; la manera como comencemos encauzará toda nuestra dirección.

Friday, September 2, 2016

El amor de Dios y su justicia | Dr. Charles Stanley | 9/2/16

Algunas personas rechazan el mensaje de salvación porque se sienten ofendidas por lo que dice la Biblia sobre la ira de Dios. Incluso, hay creyentes que tienen problemas para reconciliar el amor del Señor con su justicia. ¿Cómo puede Él ser perfectamente misericordioso y perfectamente justo, al mismo tiempo? En un intento por conciliar este dilema, a menudo tratamos de suavizar el mensaje de juicio, y subrayar más bien el amor de Dios. Pero el amor y la justicia no son términos contradictorios. En realidad, no se puede tener uno sin el otro.

El amor de Dios es para nuestro bien. Si no hay justicia, el pecado se vuelve incontrolable, y causa dolor y sufrimiento. Nadie piensa que un juez ama a la gente si se niega a castigar a un criminal. Dejarlo libre no es saludable para el culpable ni para la comunidad. De la misma manera, nuestro Padre celestial no puede permitir que el pecado quede sin castigo.

Pero esto presenta un dilema aun mayor para la humanidad. Todos somos culpables delante del Dios santo. Es por eso que Cristo vino a la Tierra. Él llevó sobre sí la ira divina por todos nuestros pecados, para que el Padre celestial pudiera ser justo y al mismo tiempo perdonador. Su justicia fue satisfecha por el mayor acto de amor: la muerte de Cristo en la cruz. Así que, quienes aceptan por fe la oferta de salvación del Señor, nunca experimentarán el castigo eterno.

Aunque en el cielo todos los creyentes compareceremos ante el tribunal de Cristo, no habrá razón para temer. Nuestro juicio será con el fin de determinar las recompensas, no de recibir castigo. Por gratitud, debemos prepararnos ahora para ese momento, viviendo para el Señor cada día.

Thursday, September 1, 2016

El amor incondicional de Dios | Dr. Charles Stanley | 9/1/16

Una de las mayores luchas que enfrentan algunas personas es dudar que el Señor pueda amarlas. Pero la Biblia nos dice claramente que sí las ama. Lejos de decirlo simplemente con palabras, Dios también nos ha dado muchas pruebas de que es así. La creación misma es una expresión de su maravilloso cuidado por nosotros. Él creó esta Tierra como la habitación perfecta para la humanidad, y nos da las cosas que necesitamos para vivir. Pero la más alta expresión de su amor se manifiesta en su provisión para nuestra necesidad eterna. Envió a su Hijo para redimirnos del pecado, poder ser perdonados y reconciliados con Dios, y para luego vivir con Él para siempre en el cielo.

¿Por qué, entonces, con todas estas evidencias, seguimos dudando de su amor? Tal vez porque estamos viendo al amor desde nuestra limitada perspectiva: puesto que nosotros no podemos amar a otros incondicionalmente, dudamos de que el Señor pueda hacerlo. A fin de cuentas, el razonamiento humano considera lógico amar a quienes estén a la altura de nuestras normas, y mantenernos a distancia de quienes no lo estén.

O quizás nos sentimos indignos del amor de Dios. Bien, le tengo una noticia: nadie es digno. El amor de Dios no se basa en si lo merecemos o no, sino en la naturaleza de Dios (1 Jn 4.8).

El amor divino es una demostración del compromiso que Dios tiene de bendecirnos al máximo. Es como la marea del océano. Usted puede estar en la orilla y decir: “No creo en las olas”, pero eso no les impedirá tocarle. Asimismo, nada de lo que usted haga o sienta impedirá que Dios le ame.