TIENES AMIGOS EN LUGARES MUY EXTRAÑOS Febrero 11
Dondequiera que Elena miraba, veía dos tipos de chicos. Había un núcleo
pequeño, exclusivo, popular. Y después estaban todos los demás, un montón de
perdedores patéticos.
Elena sabía que quería ser parte del núcleo exclusivo, y
evitar ser vista jamás con alguien del grupo de excluidos. Tenía miedo de
contagiarse de lo patético de los perdedores o de lo que fuera que los hacía
perdedores. O que alguien sacara una foto de ella con una barra de perdedores.
Elena estaba decidida a evitar a todos los perdedores… y pusilánimes… y
debiluchos… y bobos… y asegurarse de que nada arruinara nunca su fama de
perfecta excelencia.
Sería maravilloso si los cristianos nunca pensaran en las
consecuencias de ser amigos de gente que otros rechazan. Pero con frecuencia nos
preocupa que los demás nos desprecien si nos hacemos amigos de los que el grupo
exclusivo desprecia. Quizá uno de tus mayores temores es que te vean con gente
marginada.
Créelo o no, Jesús luchó contra la enorme presión de
andar con el núcleo exclusivo. Siendo un maestro judío, se suponía que sólo
tenía que ser visto en compañía de otros maestros y de gente realmente
religiosa.
Un grupo llamado los fariseos estableció reglas
especialmente duras acerca de la gente apropiada y la gente inapropiada con quien
asociarse. Pero Jesús arrasó con el código de ellos. Comió con los cobradores
de impuestos. Tocó a un leproso. Le habló a una mujer samaritana, una
prohibición doble porque era extranjera y también mujer. Llegó a conocer todo
tipo de gente del grupo de los despreciados. Como resultado, Jesús fue llamado
“amigo de publicanos y de pecadores” (Lucas 7:34).
Pero Jesús no le hizo caso al menosprecio de los
fariseos. Al final de cuentas, muchos de sus amigos más fieles eran del grupo
de los despreciados. Mateo, un aborrecido cobrador de impuestos, fue uno de sus
12 apóstoles. Y María Magdalena, una mujer a quien Jesús había librado de siete
demonios, fue una de las pocas que no lo abandonaron durante la crucifixión.
Amar a todos
como Dios ordena significa brindar nuestra amistad a los que quizá no son
aceptados por los demás. Significa brindar nuestra amistad del modo que Jesús
nos brindó la suya. Al final de cuentas, Jesús nos escogió para ser sus amigos;
y en realidad no somos perfectos, ¿no es cierto?
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PARA DIALOGAR: ¿Qué te costaría ser como Jesús al mostrar tu amistad
a personas fuera de tu grupo actual? ¿Cuáles serían las posibles recompensas,
para ti y para otros?
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PARA ORAR: Pídele a
Dios que te ayude a brindar tu amistad a alguien que la necesita, sin
importar a qué grupo pertenece.
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PARA HACER: Programa
una ocasión para juntarte con alguien que por lo general evitas.
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McDowell, J., & Johnson, K.
(2005). Devocionales para la familia.
El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.
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