En todo el mundo, incluso dentro de la iglesia, uno puede encontrar una amplia variedad de creencias acerca de Dios. Para evitar la confusión y el engaño tenemos que conocer algunas verdades esenciales sobre el Señor.
La inerrancia de la Biblia. A menos que una persona tenga una creencia firme en esta doctrina, todas sus ideas acerca del Señor serán subjetivas. La Biblia es el pensamiento de Dios, escrito sin errores por hombres gobernados por el Espíritu Santo. El cumplimiento de la profecía es la prueba de que este libro jamás se equivoca (Is 48.3).
Una comprensión precisa de Dios. El Señor es un ser divino expresado en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Son iguales en todos los sentidos, pero sus tareas son diferentes. Piense en el Padre como el iniciador, en el Hijo como el ejecutor, y en el Espíritu como el energizante. Los tres estuvieron involucrados en la creación, así como en el plan de salvación.
El Hijo, que ha existido desde siempre, vino a la tierra a nacer de una virgen. Él es el Dios-hombre, después de haber añadido humanidad a su divinidad. Vivió una vida perfecta, murió por nuestros pecados, se levantó corporalmente de la tumba y ascendió al Padre en el cielo. El Espíritu Santo es nuestra fuente de poder. Mora dentro de todo creyente en Cristo, transformando el carácter, revelando la verdad y dando fuerzas para obedecer a Dios.
Nuestro Creador quiere que le conozcamos. Dios comparte sus pensamientos con nosotros y nos invita a disfrutar de una relación estrecha con Él. Cada día tenemos el privilegio de abrir su Palabra y tener una conversación íntima con nuestro Señor.