Tuesday, December 27, 2016

El porqué de la rebeldía | Dr. Charles Stanley | 12/27/16

Los seguidores de Cristo podemos ser atrapados por la trampa de tratar de justificar nuestras transgresiones. Pero si renunciamos a todas las excusas que podamos inventar, todo puede reducirse a cuatro causas por las que nos rebelamos:

Me niego a hacer lo que Dios manda. Existen maneras obvias de violar las leyes de Dios, como cometer un asesinato. Pero, más comúnmente, métodos sutiles y ocultos de desobediencia se convierten en obstáculos en nuestro camino. Entre estos métodos están albergar resentimiento o darle la espalda a las personas necesitadas.
Busco lo que está prohibido. El Señor ha declarado prohibidas ciertas cosas (Ro 1.28-32; Gá 5.9-21). Él no desea arruinar nuestro placer, pero sabe que algunas acciones pueden tener consecuencias devastadoras.
Busco lo que Dios permite, pero de una manera prohibida. En la vida cristiana disfrutamos de mucha libertad. Podemos tener dinero, éxito y relaciones afectivas. Pero los creyentes no tienen la libertad de lograr esas cosas mediante el robo, el engaño, la injusticia o cosas parecidas.
Busco lo que Dios permite, pero en el momento que yo decido. La impaciencia es, a menudo, la causa por la que las personas terminan endeudadas o enredadas en relaciones negativas. Deciden buscar algo antes de tener la clara guía del Señor.
Cada vez que usted enfrente una decisión, hágase esta pregunta: ¿Qué es lo más sabio que puedo hacer? Después de esto, pídale al Señor dirección, y espere hasta que Él le responda. Si estamos haciendo la voluntad de Dios, nunca tendremos que inventar excusas.

Monday, December 26, 2016

La rebeldía y sus consecuencias Dr. Charles Stanley 12/26/16

Rebelarse contra el Señor resulta caro. La ley divina de las consecuencias es que cosechamos lo que sembramos, más de lo que sembramos, después de sembrarlo. Y este principio es inmutable, ya sea que usted crea o no en Dios.

Una opinión común en nuestra sociedad moderna es que los reglamentos impiden que las personas se diviertan. Esa no es, desde luego, la intención del Señor. En realidad, Él nos ofrece la verdadera libertad por medio de una relación con Él. Nuestro amoroso Padre celestial desea mantener a sus hijos creciendo en su fe, y a salvo de las tentaciones del diablo y de las influencias mundanas. Y lo hace limitando nuestras acciones y ordenándonos que obedezcamos ciertas leyes y principios que Él ha dispuesto para nuestro bien. No hay mayor placer o fuente de felicidad que servir a Dios.

La rebeldía, en cambio, es una forma de esclavitud. Al desafiar la autoridad del Señor en algún aspecto de nuestra vida, estamos permitiendo que el enemigo nos encadene. Es posible que al comienzo no sintamos la presión de su trampa, pero tenga en cuenta la ley divina de las consecuencias. Al final, nos sentiremos agobiados por nuestro pecado. Ya sea que el castigo termine siendo recibido en el cuerpo, la mente, el corazón o el espíritu, dejaremos de servir totalmente al Señor (Mt 6.24).

Dios toma muy en serio la desobediencia, pues ella tiene graves consecuencias. Como Soberano del universo y nuestro amoroso Padre celestial, Él tiene en mente solo lo mejor para nosotros. Por eso, rebelarse contra el Señor es una insensatez. Las personas sabías viven de acuerdo con la Palabra de Dios y, por tanto, la obedecen (Sal 119.9).

Thursday, December 22, 2016

Libres para deleitarnos en Dios | Dr. Charles Stanley | 12/22/16

Los escritores de los evangelios hablan de niños que venían a Jesús, dando la impresión de que los pequeños se sentían muy a gusto junto a Él (Mt 18.2, 3; 19.13, 14). Algunos, probablemente, se sentaban en sus piernas mientras que otros lo hacían a sus pies. Podemos imaginarlos haciéndole un montón de preguntas, rogándole que contara más parábolas y susurrándole secretos en el oído. No es de extrañar que se reunieran alrededor de Jesús; los niños, por lo general, pueden sentir cuando un adulto les ama profundamente.

Contrastemos esta naturaleza acogedora y amorosa del Salvador con la imagen que tienen algunos cristianos acerca Dios; lo ven como un tirano que los mueve por medio de la intimidación. Aunque es verdad que debemos obedecer los mandamientos del Señor, debemos también deleitarnos en Él, así como nos deleitamos con la compañía de un buen amigo.

¿Piensa usted que Dios en un amo severo que pone en una balanza sus buenas y sus malas acciones? Si es así, tendrá problemas para considerarlo un amigo. Los cristianos que tienen una visión de Dios como alguien duro, dedican mucho tiempo y energías pensando en si merecen la salvación. Cuánto mejor es tener una perspectiva bíblica correcta, es decir, que Dios es el soberano del universo el cual equilibra su autoridad con su amor.

Deleitarse en el Señor requiere que entendamos que nuestro Padre celestial nos ama profundamente. Él ve más allá de nuestras faltas y errores al hijo precioso que creó. De hecho, Él nos ama tanto que envió a Jesucristo para salvarnos y permitirnos estar con Él en el cielo por toda la eternidad. ¡No tenemos un amigo más grande!

Wednesday, December 21, 2016

Nuestra verdadera identidad | Dr. Charles Stanley | 12/21/16

Cuando escucho decir a un creyente: “No soy más que un pecador”, me dan ganas de decirle: “Eso es lo usted era antes”. Muchas personas se aferran a una visión de sí mismas como una versión remendada y ligeramente mejorada de su antigua identidad. Pero la Biblia refuta esa opinión: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co 5.17). En realidad, según la Biblia, somos muy diferentes una vez que estamos completos en Cristo.

La pregunta es si la persona confiará en lo que siente, o si creerá lo que Dios dice de ella. Su Palabra nos llama santos (Ro 1.7), discípulos (Jn 13.34, 35) y coherederos con Cristo (Ro 8.17). Si su opinión es que usted “no es más que un pecador”, entonces no puede experimentar plenamente ni disfrutar de su identidad en Cristo.

Creer lo que Dios dice acerca de nuestra nueva identidad es una opción. Satanás conspira para convencer a los creyentes de que la Palabra de Dios no se aplica a ellos. Sabe que las personas cautivas de la pobreza espiritual se alejan de las oportunidades de compartir el evangelio y servir en el reino de Dios. Es mucho más fácil llevar a la bancarrota espiritual a alguien que piensa que “no es más que un pecador”, que derrotar a un discípulo que sabe que Dios es su Padre que le ama.

Nuestra verdadera identidad está definida, no por nuestras acciones pasadas, sino por Cristo, quien nos compró con su sangre y nos ha dado una relación con Dios Padre. Tenemos todos los motivos para mantener nuestra cabeza en alto, estar firmes y proclamar el evangelio con valentía.

Tuesday, December 20, 2016

Quienes somos en Cristo | Dr. Charles Stanley | 12/20/16

Pedro escribió la primera de sus dos epístolas para alentar a los cristianos que estaban sufriendo persecución. El discípulo pensó que la manera de comenzar la carta era recordando a los creyentes lo que somos en el Señor.

Los creyentes somos escogidos en Cristo. No es que el Señor elija a algunas personas para que entren al cielo, y a otras para que vayan al infierno. Antes bien, la buena nueva de Cristo es para todos (Jn 3.16; Ro 1.20). Los “escogidos” son aquellos que reciben al Salvador voluntariamente. La conclusión es que Dios le quiere a usted. Él le escogió (2 P 3.9).

Los creyentes son recipientes de misericordia. Nadie puede decir que sus buenas obras le ganaron un lugar en el cielo. Somos salvos por la misericordia de Cristo (Tit 3.5). Dios nos amó tanto que creó un modo para que podamos estar en relación con Él ahora y siempre.

Los creyentes son personas protegidas. El Salmo 34.7 dice: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen”. Estamos tan bien protegidos, que la única manera de que nuestra vida pueda ser tocada por la adversidad es si Dios lo permite. Eso no significa que no experimentaremos pérdidas ni conflictos. A veces, Dios permite que sus hijos anden en valles de oscuridad, pero al igual que el pastor que siempre protege a su rebaño, Él permanece al lado de nosotros (Sal 23.4).

El mensaje de la epístola de Pedro es sencillo: no tema cuando atraviese tiempos difíciles. Enfóquese en quien es usted en Jesucristo. Tiene razones para ser osado, confiado y triunfante, porque es un hijo de Dios escogido, amado y bien protegido.

Monday, December 19, 2016

Lo que nos enseñan las adversidades | Dr. Charles Stanley | 12/19/16

¿Qué podemos hacer con nuestro dolor cuando, a pesar de nuestras súplicas, Dios no nos lo quita? Él sabe que estamos sufriendo, pero no hace nada. ¿Cómo puede ser un Dios misericordioso, y no ayudarnos?

El pasaje de hoy nos da una visión íntima de un asunto muy doloroso en la vida de Pablo. No sabemos exactamente lo que era el “aguijón en la carne”, pero lo que dice que aprendió por medio de esa experiencia es un ejemplo maravilloso de lo que Dios quiere enseñarnos por medio de la adversidad.

En primer lugar, Dios tiene el dominio de la situación. A fin de cuentas, fue Él quien permitió el aguijón, y quien tiene el poder de quitarlo.
Segundo, Dios da prioridad a lo espiritual. Pablo quería alivio físico, pero el Señor estaba actuando para su bien espiritual. El aguijón era una protección contra el orgullo, el cual habría obstaculizado seriamente el ministerio de Pablo y dañado su carácter. Todo lo que Dios permite para afligir a los creyentes está concebido para protegerlos del pecado, producir santidad y prepararlos para el servicio fiel a Cristo.
Tercero, la gracia de Dios es suficiente. El Señor no quitó el dolor, pero le dio a Pablo tanto la gracia para soportarlo como las fuerzas en su debilidad.
Una vez que entendemos la soberanía, prioridades y suficiencia del Señor, podemos actuar como lo hizo Pablo: con gozo. Cuando el poder de Cristo se perfecciona en nosotros, podemos tener gozo en cualquier dificultad. La negativa del Señor a darnos alivio no significa que nos haya abandonado; más bien, es evidencia de su amor que busca nuestro bien eterno.

Friday, December 16, 2016

Cuando Dios cierra una puerta | Dr. Charles Stanley | 12/16/16

¿Alguna vez ha orado por una situación, sintiéndose seguro de la voluntad de Dios, para luego darse cuenta de que la puerta se cerró? Quizás era la mudanza a otra ciudad, una relación para casarse, o una oportunidad de empleo que parecía tan prometedora. No importa la situación, el resultado fue confusión, decepción, y tal vez, incluso, desesperación. ¿Qué estaba haciendo Dios?

Pablo y Silas tuvieron una experiencia parecida en su segundo viaje misionero. En vez de seguir su propósito original de visitar las iglesias que habían constituido, decidieron ir a un nuevo territorio. Pero el Espíritu Santo les prohibió entrar en Asia (la actual Turquía). Así que fueron al norte, a Misia, con la intención de dirigirse a Bitinia. Pero el Espíritu Santo les cerró la puerta de nuevo.

Es posible que, a esas alturas, se hayan preguntado por qué Dios les impedía la predicación del evangelio. Después de todo, ¿no había dado Jesús la Gran Comisión (Mt 28.19, 20)? La respuesta le vino a Pablo en un sueño: el Señor los estaba redirigiendo a Grecia, una nación con grandes ciudades metropolitanas. Desde allí, el evangelio podría propagarse con mayor rapidez; finalmente, Pablo llegó a Éfeso, y desde aquí el evangelio se extendió a Asia. En el momento que Juan escribió el Apocalipsis, había al menos siete iglesias en ese continente.

Dios utiliza puertas cerradas para redirigirnos a su voluntad. Por tanto, la respuesta más sabia es confiar en su infinita sabiduría, esperar su clara dirección y seguir la guía del Espíritu Santo. La redirección de Dios trae bendición, si simplemente confiamos en Él y le obedecemos.

Thursday, December 15, 2016

Jesucristo es Señor | Dr. Charles Stanley | 12/15/16

La lectura bíblica de hoy habla del señorío de Jesucristo.  Ya sea que vivamos o muramos, lo hacemos para Cristo. Pero su soberanía no se limita a quienes lo proclaman Rey. Todo el universo está sujeto a su autoridad. En el juicio final, toda rodilla se doblará y toda lengua alabará a Dios.

En el aquí y ahora, solo unas pocas personas reconocen el señorío del Señor y buscan vivir haciendo su voluntad. El resto se niega a ver que todas nuestras concepciones humanas —como el gobierno, la cultura y la sociedad— tienen éxito o fracasan en la palma de la mano de Dios. Además, se resisten a la soberanía de Cristo. La persona que no quiere rendir su voluntad a los planes del Señor, da por sentado que ella controla su propio destino. Pero el supremo reinado de Cristo no puede ser frustrado.

Es común que las personas de esta generación crean que no hay consecuencias por rechazar el señorío de Jesucristo. Es posible que usted haya escuchado decir a las personas cosas como: “Eso del cristianismo funciona para usted, pero no es para mí. Voy a vivir a mi manera”. Pero la parábola de Jesucristo sobre las casas edificadas sobre la roca sólida y la arena ofrece una perspectiva diferente (Mt 7.24-27). Solo quienes construyen su morada en el Señor pueden soportar las conmociones de este mundo.

Ponerse de rodillas delante de Jesucristo como el Señor de su vida es la decisión más sabia que usted puede tomar. El Soberano del universo le ama y desea bendecirle todos los días de su vida. Construya su hogar eterno en la seguridad del reino de Dios, y deléitese para siempre en Él.

Wednesday, December 14, 2016

Una presentación de Cristo | Dr. Charles Stanley | 12/14/16

El primer capítulo de Apocalipsis nos da una descripción condensada del Señor. En el versículo 5 Juan resume la maravillosa identidad de Jesucristo:

Jesucristo es el testigo fiel. Vino al mundo para revelar más plenamente el carácter y los caminos del Padre (Jn 14.9). Los milagros que realizó validaron su afirmación de ser el Hijo de Dios.

Jesucristo es el primogénito de los muertos. El Salvador llevó nuestros pecados y murió en la cruz, fue sepultado y resucitó el tercer día. Su resurrección demostró que la vida eterna es posible para nosotros; eso fue lo que enseñó cuando dijo: “El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Jn 11.25).

Jesucristo es el soberano de los reyes de la Tierra. El Señor da y también quita el poder a los hombres (Jn 19.11; Ro 13.1). Y los creyentes tienen acceso a una autoridad superior a la de los seres humanos. En el trono celestial, podemos rogar a Dios por nuestras naciones y acoger sus promesas.

Jesucristo nos ama, y nos libertó de nuestros pecados por su sangre. El Señor siempre está presente, pero ha liberado a los creyentes del pasado que han vivido (Ap 1.5). Tanto el castigo por el pecado, como el poder del mismo, han sido eliminados.

Cuando la gente le haga preguntas acerca de Jesucristo, preséntelo con esta minibiografía. Con unas pocas frases, el apóstol Juan describe el carácter, la divinidad y la autoridad del Señor con absoluta confianza. Lo mismo debemos hacer nosotros, porque adoramos y servimos a un Salvador grandioso.

Tuesday, December 13, 2016

Un modelo de oración | Dr. Charles Stanley | 12/13/16

En Mateo 6.7, Jesús advierte en contra de las vanas repeticiones al dirigirse al Padre celestial. Dos versículos más adelante nos dejó un modelo para ayudarnos a orar. Sin embargo, al utilizar este pasaje, que se conoce como el Padrenuestro, somos muchas veces culpables de hacer aquello que nos prohibió el Señor: en vez de considerar reflexivamente cada una de las palabras, las decimos sin pensar. Pero si nos tomamos el tiempo para examinar cuidadosamente las palabras de Cristo, descubriremos el modelo que puede transformar nuestra vida de oración.

Adoración al Padre (Mateo 6.9). Dios Padre es el centro de todas nuestras oraciones. Nunca debemos olvidar el privilegio que es hablar con el Dios Todopoderoso.

Sometimiento a su voluntad (Mateo 6.10). La oración debe reflejar el deseo de ajustarnos a los objetivos y a los propósitos de Dios, no hacer que Él siga nuestros planes.

Pedir por nuestras necesidades (Mateo 6.11). Dependemos del Señor, y Él quiere que vayamos a Él con nuestras peticiones.

Confesión de los pecados (Mateo 6.12). Cuando nos arrepentimos y perdonamos a otros, mantenemos la comunión con Dios. A Dios le agrada responder nuestras oraciones cuando las líneas de comunicación no están interrumpidas.

Liberación del mal (Mateo 6.13). Nuestro enemigo es demasiado fuerte para nosotros, pero Cristo ya lo venció.

Jesús terminó la oración donde comenzó: con la alabanza al Padre por su reino, su poder y su gloria (Mateo 6.13). La próxima vez que usted diga esta oración, concéntrese en cada versículo. Seguir este modelo dará como resultado una vida de oración más dinámica y efectiva, ya que estará centrada en Dios.

Monday, December 12, 2016

Evitar la hipocresía al orar | Dr. Charles Stanley | 12/12/16

A las personas que no oran en público les encanta Mateo 6.6, porque Jesús recomienda orar en secreto. Pero la intención de Cristo no era el lugar sino nuestra actitud. Su consejo no era que evitemos orar en público; más bien, era una advertencia de no orar hipócritamente para tener la aprobación de los demás.

Podemos apresurarnos a pensar de que nosotros nunca haríamos eso, porque, en realidad, orar en público puede ser intimidante para muchos creyentes. Nos preguntamos cómo les parecimos a los demás. ¿Dije las cosas como eran? ¿Qué pensaron de mis palabras? ¿Fue muy larga mi oración?

En general, nuestro problema no es tanto tratar de impresionar a los demás con nuestra elocuencia y espiritualidad, sino nuestro sentimiento de inseguridad, cohibición e ineptitud. Pero si nuestro enfoque es cómo sonamos a los demás, podemos estar orando como los hipócritas, porque en lo único que podemos pensar es en la percepción que tienen los demás de nosotros. Es posible que no lo admitamos, pero queremos su aprobación.

Sin embargo, el Señor nunca nos reprende por no expresarnos bien o no utilizar correctamente la gramática. Él escucha la motivación de nuestro espíritu. No importa qué tan bien hablemos, si estamos realmente dirigiéndonos a Él, y no a otras personas. Cuando nos enfocamos en Dios, su Espíritu se une con el nuestro, y quienes nos escuchan son atraídos a esa dulce comunión.

La solución para la hipocresía no es abstenerse de toda oración en público. Ya sea que oremos en un cuarto o en un auditorio lleno de gente, debemos recordar que estamos hablando a una audiencia de una sola Persona, y que Él se deleita escuchando a sus hijos.

Friday, December 9, 2016

Pies y corazones limpios | Dr. Charles Stanley | 12/9/16

Israel puede ser una tierra polvorienta, y los pies calzados con sandalias se ensucian yendo de un lado a otro. En la antigüedad, la persona que entraba en una casa se quitaba las sandalias y se lavaba los pies. O si los dueños de la casa eran ricos, los sirvientes eran quienes les lavaban los pies. Esta desagradable pero necesaria tarea correspondía al sirviente que tenía la jerarquía más baja.

Imagine la sorpresa de los discípulos cuando el Hijo de Dios tomó el papel de un simple siervo para arrodillarse a lavar sus pies. La necesidad de este servicio era enorme, ya que habían estado viajando por un tiempo. Pero nadie se ofreció a hacerlo.

Cristo hizo algo más que suplir una necesidad; dio una lección. Cómo Él explicó: “Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes” (Jn 13.15 NVI). Algunas iglesias han interpretado erróneamente esto, haciendo del lavado de los pies una ordenanza. Pero uno puede limpiarle la piel a otra persona sin pensar en el significado de la acción de Cristo.

En realidad, la acción en sí no es el punto principal; la actitud es lo que cuenta. Cristo desea que estemos dispuestos a humillarnos para servir a los demás. Él está buscando hombres y mujeres que dejen de lado el orgullo, la posición y el poder para hacer lo que sea necesario, dondequiera que haga falta, y en favor de quien necesite ayuda.

Jesús realizó sus más grandes y humildes actos de servicio en menos de veinticuatro horas. Lavó pies sucios usando las dos manos que serían traspasadas por los clavos el día siguiente. El mensaje aquí es que toda tarea que Dios nos da es importante para su reino.

Thursday, December 8, 2016

El modelo a seguir | Dr. Charles Stanley | 12/8/16

Según la manera de pensar del mundo, los hombres importantes son los que tienen autoridad, prominencia y poder. Aunque Jesucristo tenía todo eso, lo dejó a un lado para convertirse en siervo (Is 42.1).

El Señor Jesús se entregó por completo para cumplir el plan de redención de su Padre, a pesar de que nosotros no éramos dignos. Dios es santo y justo, y no puede estar en presencia del pecado (Hab 1.13). Eso incluye a toda la humanidad (Ro 3.23). Toda persona nace cautiva a los deseos de la carne (Ro 6.16-18). Cuando alguien dice que está viviendo de acuerdo con “sus propias reglas”, en realidad está al servicio de lo que apetece su naturaleza humana. El castigo por ese falso sentido de libertad es la muerte (Ro 6.23).

El supremo acto de servicio del Señor Jesús fue dar su vida en rescate por muchos (Mt 20.28). La palabra “rescate” se refiere al precio pagado para liberar a un esclavo —Cristo compró voluntariamente nuestra libertad. Había solo una manera de que Dios pudiera quitar nuestra culpa y permanecer fiel a su propia ley: que alguien sin pecado tuviera que pagar nuestra deuda de pecado.

El sacrificio de Cristo nos salvó de la condena que merecíamos. En vez de eso, recibimos el regalo de la gracia, y hemos sido declarados inocentes. Además, pasamos de ser esclavos, a ser hijos del Todopoderoso.

Cristo cumplió el propósito del Padre con fidelidad y no se reservó nada para sí, dándonos el mejor ejemplo de lo que significa ser siervo.

Wednesday, December 7, 2016

Equipados para hacer la voluntad de Dios | Dr. Charles Stanley | 12/7/16

He conocido a personas que saben que el Señor las ha llamado a hacer algo, pero están tan centradas en su aparente incapacidad, que siguen diciéndole: “No puedo”. ¿Se ha dado cuenta de que esto es una forma de rebelión? Equivale a decirle a Dios que Él no tiene la capacidad suficiente para equiparnos, y que llevar a cabo su voluntad dependerá de nuestras propias habilidades naturales.

Al ser llamado a sacar a los israelitas de la esclavitud, Moisés se quejó de que él no era la persona adecuada para esa tarea, y presentó la excusa de que no podía hablar bien (Éx 4.10). La respuesta de Dios puso de relieve que no solo era más que capaz de equipar a su líder escogido, sino que también había hecho planes para lograr sus propósitos con o sin Moisés.

El Señor es quién nos da la capacidad para vivir dentro de su voluntad. Tenemos esta promesa divina: Si le creemos y seguimos adelante con obediencia, Él nos mostrará lo que debemos hacer, y después nos capacitará para hacerlo. Filipenses 2.13 dice que Dios “es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. No hay nada que temer, usted nunca tendrá que hacer con sus propias fuerzas lo que Él le diga, y Dios no le dirá que haga algo sin su ayuda. El Padre se ha comprometido a equipar a sus hijos para que hagan lo que Él les pida.

Como seguidor de Cristo, usted tiene una responsabilidad personal: primero, decirle “sí” a Dios cuando Él le llame; y segundo, permitir que Él logre sus propósitos por medio de su vida. Él no le fallará. Ver la actividad de Él en su vida, fortalecerá su fe e impulsará el proceso de transformarle a la imagen de su Hijo.

Tuesday, December 6, 2016

Cómo enfrentar el resentimiento | Dr. Charles Stanley | 12/6/16

La Biblia enseña claramente que debemos perdonar a quienes nos agravien. Entonces, identifiquemos las maneras prácticas de encarar la falta de perdón. Tal vez quiera mantener esta lista en su Biblia o en un lugar accesible para una revisión sencilla.

Tome el asunto en serio; perdonar es algo muy importante.

Asuma la responsabilidad. No culpe a nadie más por sus sentimientos o acciones. Confiéselos sinceramente. Sea específico y directo con Dios acerca de lo que siente, y reconozca que dejar de perdonar es pecado.

Deponga su ira. Si usted no enfrenta su resentimiento, la amargura podrá entrar otra vez en su vida más adelante.

Ore por la otra persona. Esto podrá parecerle imposible o anormal, pero hágalo de todos modos. Orar es la decisión de actuar con amor, sin tener en cuenta la manera en que le traten. Esto tendrá una influencia positiva en su relación con esa persona.

Pídale a esa persona que le perdone. Si la otra persona sabe que usted ha estado albergando resentimiento, necesita pedirle que le perdone.

Haga algo amable por esa persona. Deje que un gesto afectuoso demuestre su deseo de restablecer la relación.

No permita que Satanás le haga retroceder a la falta de perdón. Después que la cuestión se resuelva, tenga cuidado de no ponerse a pensar en cómo le agravió la otra persona.

Este proceso no es fácil, pero funciona. Si usted pone en práctica estos pasos cada vez que sea agraviado, Dios obrará milagros en sus relaciones interpersonales.

Friday, December 2, 2016

El costo del discipulado | Dr. Charles Stanley | 12/2/16

La salvación es un regalo de Dios. Se obtiene por medio de la fe en Jesucristo, quien hizo todo lo necesario para lograr nuestro perdón y la reconciliación con el Padre celestial. No podemos añadir nada a esta transacción; nuestra parte es simplemente creer.

Pero, a partir de ese momento, cada uno de nosotros debe tomar una decisión: ¿Seguir a Cristo o simplemente hacer lo que queramos? Si limitamos nuestro cristianismo al simple hecho de sentarnos en la iglesia los domingos, nos perderemos de la aventura más grande de nuestra vida. Ser discípulo de Cristo requiere que nos involucremos activamente en nuestra relación con Él, y en el servicio a los demás.

El Señor nunca dijo que sería fácil seguirle. Dijo claramente que requeriría abnegación, sacrificio y sufrimiento. Con esa descripción, no es de extrañar que tantos creyentes hayan tratado de hacer del cristianismo un espectáculo deportivo. Seguir a Cristo significa permitir que Él dirija nuestra vida. Renunciar a nuestro derecho de hacer lo que queramos para someternos a su voluntad, aunque sea difícil o no se ajuste a nuestras preferencias. Si no entendemos lo bueno, amoroso y sabio que es nuestro Dios, andar en su voluntad puede atemorizarnos o incluso parecernos una tontería.

Pero quienes se niegan a sí mismos para seguir a Cristo descubren que no pierden nada y lo ganan todo. Aun cuando sus seguidores se encuentren en una temporada de dolor y sufrimiento, el Señor les dará paz interior y gozo que trasciende las circunstancias. ¿Está usted siguiendo a Cristo? Su estilo de vida, palabras y actitudes revelan quién gobierna realmente su vida.

Thursday, December 1, 2016

La consagración de David | Dr. Charles Stanley | 12/1/16

¿Quiere saber quién es Dios y qué es lo que a Él más le interesa de usted? Es posible que haya acumulado un montón de información intelectual acerca de la Biblia; eso es importante, pero no es lo principal. Usted puede servir al Señor, que también es necesario. Y puede dar generosamente a la iglesia, otro aspecto importante de la vida cristiana. Pero lo que más importa es la profundidad de su relación personal con Dios. El conocimiento, el servicio y los diezmos nunca podrán sustituir una relación personal con el Señor.

El salmista y rey David entendió esta verdad, la cual lo fortalecía en tiempos de dificultades. Cuando su hijo Absalón trató de apoderarse del trono, huyó al desierto, donde escribió estas palabras: “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí ... No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí” (Sal 3.3, 6). Él sabía que, aun en esa terrible adversidad, podía contar con la misericordia inagotable del Señor que se derramaba sobre él (Sal 3.8).

En todos los salmos de David, vemos una y otra vez el hambre y la sed que tenía de Dios. Era esa pasión —no su fuerza, carisma o habilidad para comandar un ejército— lo que hizo de él un gran hombre. Y a pesar de que pecó gravemente, la Biblia lo describe como un hombre conforme al corazón de Dios (1 S 13.14; Hch 13.22).

No basta con leer la Biblia, servir en la iglesia y diezmar para la obra de Dios. Él quiere que lo conozcamos personalmente. Si bien las expresiones de nuestra consagración a Él son importantes, ellas deben ser el resultado de una relación con Él. Si primero buscamos conocerlo, lo demás vendrá después.

Wednesday, November 30, 2016

El disfrute de la vida | Dr. Charles Stanley | 11/30/16

El rey Salomón no fue solo el hombre más sabio que haya existido (1 R 3.12); también fue bendecido con riquezas inimaginables y con el privilegio de construir el templo de Dios. Por tanto, es de esperar que supiera lo que era la satisfacción profunda.

En la búsqueda de esa satisfacción profunda, Salomón se dedicó a incursionar en toda clase de cosas. Eclesiastés nos dice que se entregó a los placeres del mundo, interesándose incluso en actividades que sabía que eran una locura, para ver si había algo que valiera la pena en ellas. Pero la satisfacción que buscaba Salomón lo esquivaba, y llegó a la conclusión de que la autocomplacencia no tenía ningún valor.

Para sentir satisfacción, el rey buscó la realización personal. Emprendió grandes proyectos, tales como la construcción de casas para él, el mejoramiento de su entorno con jardines y parques y llevó a cabo un vasto proyecto de irrigación (Ec 2.4-6). El rey tenía todo lo que podía necesitar para disfrutar de la vida, pero al final llegó a la conclusión que nada de esas cosas tenían sentido.

La historia nos resulta familiar, ¿verdad? Nuestro mundo tiene muchas personas educadas y exitosas, pero también muy descontentas con la vida. Nuestra cultura persigue el placer y no acepta límites. Lamentablemente, esa falta de moderación ha arruinado innumerables vidas. Salomón tenía la sabiduría y los recursos para lograr todo lo que quisiera hacer. Pero los objetivos que persiguió no le dieron ninguna satisfacción. Llegó a la conclusión que lo mejor era obedecer a Dios (Ec 12.13). El gozo verdadero se tiene cuando nos ajustamos a la voluntad de Él.

Tuesday, November 29, 2016

El valor del discernimiento | Dr. Charles Stanley | 11/29/16

Si usted hiciera una lista de las cosas que más quiere en la vida, ¿sería un espíritu de discernimiento una de ellas? El Señor da un gran valor a este atributo, y quiere que todos lo tengamos. Si no lo tenemos, tomaremos decisiones equivocadas. El discernimiento es la capacidad de darse cuenta de lo que no es obvio o evidente. Por ejemplo, ¿puede usted señalar la diferencia entre legalismo y libertad? Dios nos llama a vivir de acuerdo con nuestras convicciones personales, pero no todas ellas son mandatos morales para todos los creyentes. Debemos ser capaces de reconocer la diferencia que hay entre ambos.

El discernimiento es necesario para distinguir lo bueno de lo mejor. Dios tiene el plan perfecto para cada uno de nosotros; sin embargo, hay una multitud de opciones buenas frente a nosotros. Por ejemplo, suponga que le han ofrecido dos empleos. Ambos parecen prometedores, pero solo uno de ellos es lo mejor que Dios tiene para usted. Es obvio, considerando estos dos ejemplos, que nuestra gran necesidad en cuanto a discernimiento implica ser capaces de comprender lo que Dios nos esté diciendo. Cuando usted enfrente una decisión, ¿cómo sabe si Dios le está hablando, o simplemente está escuchando sus propios deseos o razonamientos?

El tiempo para desarrollar discernimiento es ahora mismo. No espere hasta que tenga que tomar una decisión crítica. Comience hoy a llenar su mente con la Palabra de Dios. Pase tiempo con el Señor en compañerismo íntimo. Cuanto más lo conozca, más podrá discernir su voz.

Monday, November 28, 2016

El poder de un espíritu capaz de discernir | Dr. Charles Stanley | 11/28/16

En un mundo lleno de interminables fuentes de opiniones e información, los creyentes necesitamos desarrollar un espíritu capaz de discernir. Si no, ¿cómo sabremos lo que es verdadero? Mucho de lo que vemos y escuchamos está basado en una perspectiva mundana influenciada por Satanás, el padre de mentira. El engaño se encuentra hasta en la esfera religiosa; algunas iglesias mezclan mentiras con cierta cantidad de verdades para lograr que las personas las consideren instituciones cristianas genuinas.

La única manera que tenemos los creyentes de protegernos del engaño es afincándonos en la Palabra de Dios. Cuanto más tiempo pasemos llenando nuestra mente con los pensamientos de Dios, mejor será nuestra capacidad para discernir. Sin embargo, el simple conocimiento de la verdad bíblica no es suficiente. Debemos poner en práctica lo que aprendamos para que se convierta en más que conocimiento intelectual.

El propósito es dejar que la Palabra de Dios se vuelva parte integral de nuestro pensamiento, de modo que ella guíe nuestras decisiones. Además, el Espíritu Santo ha sido dado a cada creyente como Ayudador, cuya tarea es guiarle a toda verdad (Jn 14.26; Jn 16.13). No obstante, usted tiene la responsabilidad de poner la Palabra de Dios en su mente para que Él pueda hacer que la recuerde. Si usted descuida la Palabra, le faltará discernimiento.

¿Qué está dejando entrar en su mente? ¿Es la Biblia una prioridad? A menos que esté alerta, el pensamiento mundano dominará al discernimiento espiritual. Es difícil mantener la perspectiva divina si pasa más tiempo frente al televisor que estudiando la Biblia.

Wednesday, November 23, 2016

El nuevo nacimiento: La parte suya | Dr. Charles Stanley | 11/23/16

Después de leer las dos últimas meditaciones devocionales es posible que usted se esté diciendo: “Quiero nacer de nuevo. ¿Qué debo hacer, entonces?” O tal vez quiera explicar el nuevo nacimiento a otra persona, pero no está seguro de cómo hacerlo. Para tener las respuestas, la lectura de hoy es un buen lugar para comenzar.

¿Cuál es nuestra responsabilidad en la experiencia del nuevo nacimiento? En Juan 3 no hay nada acerca de la conducta ni de acciones que debamos tomar. En vez de esto, encontramos a Jesús afirmando que todo aquel que en Él crea será salvo y tendrá vida eterna. En esencia, lo que Jesús dice es: ¿Quieres nacer de nuevo? Debes poner tu fe en mí. Esto significa creer que Él es exactamente quien dice ser: el Hijo de Dios. Significa creer que cuando Jesús fue a la cruz, murió por nuestros pecados. Significa creer que Él es el Señor y Dueño de nuestra vida. Significa rendirse por completo a Él.

El nuevo nacimiento describe algo que produce un cambio radical en nosotros por el cual nuestro espíritu es cambiado. Tan pronto como ponemos la fe en Jesús, el Espíritu Santo viene a habitar en nosotros. A partir de ese momento, al cooperar con el Espíritu del Dios que vive en nosotros, nuestra conducta comenzará a cambiar porque una nueva persona está al mando.

Si usted está dispuesto a orar y pedirle a Jesús que produzca la experiencia del nuevo nacimiento en su vida, puede confiar en su promesa de que Dios no rechazará a nadie que se acerque a Él. (Lea Juan 6.37). Él nunca ha dicho “no” a una persona que desee nacer de nuevo. Ese es su regalo para todos los que estén dispuestos a creer.

Tuesday, November 22, 2016

Nacer de nuevo: ¿Para qué? | Dr. Charles Stanley | 11/22/16

Desde la transgresión original de Adán y Eva en Génesis, toda la humanidad ha nacido con una naturaleza pecaminosa, y nuestro pecado crea un abismo que nos separa de nuestro Dios santo y perfecto. Para poder estar en comunión con Él, tenemos que nacer de nuevo, recibir una nueva naturaleza, un nuevo espíritu y un nuevo destino eterno.

El renacimiento espiritual es una obra milagrosa del Espíritu Santo; Él no se limita a arreglar nuestra vieja naturaleza, sino que hace una transformación radical, creando un espíritu y una vida nueva en nosotros. Como dice 2 Corintios 5.17: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (énfasis añadido). Como resultado, los creyentes pueden adorar, alabar y servir al Dios vivo por amor genuino y devoción a Él.

La parte de Dios en este nuevo nacimiento implica el perdón de nuestros pecados; para hacerlo, Él envió a su unigénito Hijo a morir en la cruz como nuestro sustituto. De esa manera, Jesús pagó totalmente nuestra deuda de pecado. Él es nuestro sacrificio, es decir, quien sufrió vicariamente a favor nuestro.

La expiación sustitutiva de nuestro Salvador es el medio por el cual un Dios santo y justo perdona el pecado y nos hace santos como Él. Nuestra limpieza no viene de ser religioso, ni tampoco de la confesión del pecado y el arrepentimiento. Viene de la sangre de Jesús derramada en la cruz del Calvario. Si creemos que Él murió para pagar la deuda que teníamos, y luego aceptamos su sacrificio a favor nuestro, somos perdonados de nuestros pecados y Dios los borra (Ef 1.7).

Monday, November 21, 2016

El nuevo nacimiento: ¿Por qué razón | Dr. Charles Stanley | 11/21/16

El error más grande que la gente puede cometer es también el único que jamás podrá ser corregido, es decir, vivir sin Dios para luego morir y ver cara a cara al Salvador que rechazaron. La decisión de vivir negando quién es Jesucristo no cambia la realidad de lo que sucederá algún día. Dios ha hecho todo lo posible por poner su verdad en forma escrita y protegerla a través del tiempo, para que podamos pasar la eternidad con Él. Es una locura ignorar sus palabras.

Nicodemo, un fariseo y maestro, pudo haber cometido este error si hubiera seguido el pensamiento de sus colegas. Era miembro del sanedrín, el consejo de gobierno que trataba de discernir las falsas enseñanzas y asegurarse de que se cumpliera la ley de Dios. Al comprender que las señales que Jesús hacía estaban más allá de la capacidad de un simple hombre, Nicodemo vino por la noche para hacerle preguntas. El Señor simplemente le dijo: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn 3.3). Esto debió haber sido una sorpresa para el fariseo que había confiado en su religión y su moral.

¿Es usted como Nicodemo? En otras palabras, ¿el compararse con otros le hace sentirse como alguien bastante bueno? ¿Cree, como algunas personas, que las buenas obras y la conducta religiosa pueden ganarle un lugar en el cielo? No importa cuánto desee que esto sea cierto, la Biblia enseña que todos hemos venido al mundo con una naturaleza pecaminosa, y nuestro pecado nos ha separado de Dios. Ser bueno no cierra esa brecha ni cambia el hecho de que “la paga del pecado es muerte” (Ro 3.23; 6.23). Poner nuestra fe en el Señor Jesucristo es el único camino al cielo (Jn 14.6).

Saturday, November 19, 2016

Vivir en la gracia | Dr. Charles Stanley | 11/19/16

Antes de la conversión del apóstol Pablo, nadie hubiera pensado que este hombre tendría tanta influencia en el mundo para la gloria de Cristo. De hecho, su objetivo original fue eliminar a todos los cristianos (Hch 22.19, 20). La gracia de Dios puede tocar a cualquiera; ningún pecado está más allá del alcance de su perdón. Este maravilloso regalo de la redención transforma vidas. Contrariamente a lo que muchos piensan, ser cristiano no significa dedicarse a hacer buenas obras, significa que los creyentes reciben el perdón por la gracia de Dios, y una nueva naturaleza.

Nuestra transformación interior produce, obviamente, cambios externos. Una hermosa ilustración de esto es la metamorfosis de la mariposa. Una vez que se convierte en una crisálida, la oruga no simplemente actúa o parece diferente por fuera; también ha sufrido una transformación interior.

La transformación de los creyentes se produce en muchas áreas. Por ejemplo, nuestras actitudes cambian: como resultado de la salvación por la gracia, recibimos humildad y gratitud. En agradecimiento por este regalo inmerecido, surge la compasión por los perdidos y el deseo de compartir el evangelio. El perdón de Cristo da también como resultado el anhelo de servirle. Servimos dentro y fuera de la iglesia, amando a los demás, ayudando a los necesitados y testificando de la salvación.

Aunque el pecado trae consigo consecuencias, Dios nos brinda perdón y redención por medio de Jesucristo. Él abrió un camino para restaurar nuestra relación con Él. El Señor transforma nuestra vida para que nos parezcamos más a su Hijo y reflejemos su amor a los demás.

Friday, November 18, 2016

Cómo la gracia lo cambia todo | Dr. Charles Stanley | 11/18/16

Nuestra vida es un desastre sin Dios. Por nuestra naturaleza imperfecta caminamos por sendas equivocadas a lo largo de nuestra existencia. El castigo por el pecado es la muerte y la separación eterna de Dios. Nadie está exento de esta verdad bíblica; y no hay nada que podamos hacer para cambiarla.

Pero entra en escena la gracia, el favor inmerecido de Dios. No podemos hacer nada para ganarla. Él nos bendice de acuerdo con su benevolencia, más allá de lo que hayamos hecho.

Pensemos en Pablo, cuyo propósito original fue perseguir y destruir a cualquiera que invocara el nombre del Señor Jesús. El apóstol tuvo un papel importante en la violencia dirigida contra los cristianos y, en sus propias palabras, era “el primero” de los pecadores (1 Ti 1.15). Nada de lo que hizo merecía el amor de Dios.

Sin embargo, la gracia divina llevó al Todopoderoso a alcanzar y perdonar a este infame fanático que blasfemaba el nombre de Jesús. Dios lo convirtió amorosamente en un hombre que se dedicó a compartir el mensaje del evangelio. Pablo es un hermoso ejemplo de la gracia de Dios.

No podemos hacer suficientes buenas obras para ganar nuestra entrada al cielo. La salvación es posible solo por la gracia. Cristo murió en la cruz y solo Él merece el reconocimiento por nuestra redención.

La muerte de Jesucristo cubrió los pecados de toda la humanidad. No hay transgresión que Él no pueda perdonar. No podemos añadir nada a su acto de expiación; lo único que podemos hacer es recibir este regalo. Si ponemos nuestra fe en Cristo, Dios nos salvará y nos hará sus hijos para siempre.

Thursday, November 17, 2016

La superación de circunstancias difíciles | Dr. Charles Stanley | 11/17/16

Mientras estuvo bajo arresto domiciliario, Pablo escribió su carta a los Filipenses. El apóstol podía recibir visitantes, pero no viajar. A pesar de vivir en una casa, lo más probable es que estuviese encadenado a un soldado romano las veinticuatro horas del día. Además, debido a que un juicio podía tardar varios años, él sabía que esa podría ser su condición por el resto de su vida.

Bajo tales circunstancias, Pablo pudo haber pensado pedir al Señor que lo liberara. Después de todo, Dios lo había llamado a predicar, discipular a los creyentes y alcanzar a los gentiles. Pero estaba atascado en Roma, sin la posibilidad de plantar nuevas iglesias o de visitar a quienes alimentaba con sus epístolas. Además de ser injusto, el encarcelamiento le impedía hacer su importante trabajo. Sin duda, Pablo tenía derecho a quejarse pues había sufrido persecuciones, naufragios y golpizas por el evangelio. Sin embargo, nunca se quejó. Su carta a la iglesia en Filipos está llena de júbilo, ya que el estar enfocado en Dios le permitía sobrellevar sus circunstancias (Fil 4.8).

Cuanto más hablemos y nos quejemos de una situación, peor se verá, y terminará cobrando mayor importancia que nuestra fe. En cambio, llevar los problemas directamente a Dios nos ayuda a ver que el Señor es más grande que cualquier dificultad. En su poder, nos elevamos por encima de la dificultad.

Los problemas pueden parecer tan grandes y difíciles de manejar que distorsionan nuestra perspectiva. Dios nos invita a superar nuestras circunstancias, fijando los ojos en Él. Las pruebas de esta vida se achican cuando las comparamos con lo que puede hacer nuestro misericordioso y poderoso Señor, quien defiende a su pueblo con poder.

Wednesday, November 16, 2016

Orar con fe | Dr. Charles Stanley | 11/16/16

En el pasaje de hoy, Jesús conecta la oración y la fe. Sabemos por otros pasajes de la Biblia que, a menos que nuestras oraciones estén acompañas de fe, no debemos esperar recibir nada del Señor (Stg 1.6, 7). Pero, ¿cuál es la base de nuestra fe? ¿Hemos de creer que Dios nos dará cualquier cosa que pidamos?

Jesús comenzó diciendo: “Tened fe en Dios” (Mr 11.22). La confianza en el Señor es la base de la oración. Si nuestras peticiones no concuerdan con sus enseñanzas, no debemos esperar una respuesta favorable. Tampoco debemos esperar recibir si el motivo es nuestro propio deleite (Stg 4.3). Como lo demuestra la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní, la confianza verdadera en Dios dice: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22.42).

Primera de Juan 5.14, 15 nos dice que podemos contar con que Dios responderá las peticiones que sean conformes a su voluntad. Por tanto, nuestras oraciones deben estar ancladas a la Biblia ya que sin ella no conocemos la voluntad de Dios. Pero a medida que llenamos nuestra mente de la Palabra de Dios, nuestros deseos y peticiones comienzan a alinearse con su voluntad. Cuando sea así, podremos esperar recibir lo que pidamos. Y en los casos que no estemos seguros de su voluntad, el Espíritu intercederá por nosotros (Ro 8.27). Incluso los obstáculos en nuestra vida no son un problema para el Señor. Nada en armonía con su propósito será imposible para nosotros.

Dios no hace oídos sordos a las súplicas de sus hijos. Como un Padre celestial amoroso, Él protege, provee, guía y cuida de nosotros. Y ha demostrado su amor al enviar a su Hijo. Sin duda, podemos confiarle todas nuestras otras preocupaciones.

Tuesday, November 15, 2016

¿Por qué tenemos necesidades insatisfechas? | 11/15/16

Si nuestro Padre celestial desea satisfacer las necesidades de sus hijos, entonces ¿por qué seguimos necesitando ciertas cosas? Veamos algunas razones esenciales.

No pedimos. Si esto parece elemental, efectivamente lo es. Es asombroso cómo muchas personas no llevan sus preocupaciones a Dios. Algunas dicen: “Bueno, es que Él tiene mucho que hacer como para preocuparse de mis problemas”. ¡Tonterías! Nuestro Padre es un Dios muy personal, que se preocupa seriamente por todo lo que afecte a sus hijos. En efecto, Mateo 10.30 dice que Él sabe hasta el número de cabellos que hay en nuestra cabeza. Así que, por supuesto, debemos hablar con Él de cada aspecto de nuestra vida.

Pedimos, pero dudamos de que Dios pueda o quiera hacerlo. Es un trágico error ir delante del Dios omnipotente, soberano del universo y decirle, en esencia: “No eres lo suficientemente grande para manejar mis necesidades”. Santiago 1.8 describe a una persona así como “de doble ánimo” e “inconstante”. Cuando usted se acerque a Dios, hágalo sabiendo que Él es capaz de suplir sus necesidades.

Pedimos a Dios que trate el síntoma, no la necesidad real. A veces, oramos y oramos por algo —un determinado dolor emocional— quizás sin ver ningún cambio. La razón puede ser que estamos enfocados en el síntoma, no en la necesidad real. A medida que siga hablando con el Señor sobre la situación, podrá descubrir que la necesidad de fondo es algo que usted no ha siquiera considerado.

El Padre celestial quiere satisfacer todas sus necesidades. Si no puede verle actuando a su favor, asegúrese de hacerse un examen de conciencia desde la perspectiva del Señor. Luego, pregúntese: ¿Es posible que yo esté obstaculizando la acción de Dios?

Monday, November 14, 2016

Dios conoce sus necesidades | Dr. Charles  Stanley | 11/14/16

Recuerdo la ocasión en la que observé a una madre que manejaba con perfecto control a varios niños pequeños. Era un espectáculo asombroso. En medio de un torbellino de actividad, esta experimentada mujer atendía intuitivamente las necesidades de sus hijos. Les servía comida, evitaba que derramaran las cosas, les limpiaba la nariz, les ataba los cordones de los zapatos y repartía abrazos —¡y todo lo hacía al mismo tiempo! Es evidente que un padre conoce las necesidades de su familia, incluso cuando los niños no pueden expresarlas.

A veces, es difícil vernos como niños. Al observar a pequeños corriendo por todas partes, necesitando siempre algo de nosotros, nos cuesta creer que nos parezcamos a ellos y actuemos de la misma manera en cuerpos de adultos. Afortunadamente, también tenemos un Padre que conoce nuestras necesidades. No obstante, con frecuencia actuamos como si tuviéramos que explicar cada detalle de nuestros problemas al Señor para que Él pudiera atenderlos.

¿No es extraño? Si usted preguntara a la mayoría de cristianos si creen que Dios es omnisciente, responderían: “¡Desde luego!” Sin embargo, si pudiera escucharles cuando oran, probablemente descubriría que, muchas veces, hacen oraciones largas y complicadas explicando a Dios la razón por la cual necesitan ayuda.

Dios quiere, efectivamente, que usted hable con Él de lo que haya en su corazón. Pero, al mismo tiempo, recuerde que nuestro Padre sabe de qué cosas tenemos necesidad, antes de que le pidamos (cp. Mt 6.8). Por lo tanto, no consuma tiempo de su oración explicando detalles innecesarios. Más bien, pídale a Dios que le hable. Recuerde que Él tiene todas las respuestas.

Wednesday, November 9, 2016

Cómo deshacernos de las preocupaciones | Dr. Charles Stanley | 11/9/2016

La gente se inquieta por todo, desde su seguridad en el empleo, hasta las elecciones. Para muchas personas, y tal vez usted sea una de ellas, la ansiedad está tan estrechamente entretejida en su vida, que han aprendido a vivir con ella cada día.

Tratamos la ansiedad como una emoción inofensiva, cuando en realidad puede ser perjudicial. La preocupación oscurece nuestra manera de pensar, divide nuestra atención y nos priva de concentración. Para complicar las cosas, el cuerpo puede reaccionar a la presión prolongada sobre la mente. El estrés puede manifestarse físicamente mediante dolores de cabeza, hipertensión, e incluso ataques al corazón.

Tener una vida de agotamiento físico y mental no es lo que el Señor desea para nosotros. El reto que tenemos es llevar cautivos todos los pensamientos de ansiedad (2 Co 10.5) y sustituirlos por los que agradan a Dios, para pensar en lo puro, justo y bueno.

La mejor manera de deshacernos de la preocupación es sustituyéndola con algo positivo, con las Sagradas Escrituras en nuestra mente. Dios tiene algo que decir en cuanto a todo lo que nos preocupa. ¿Se siente débil o incompetente? “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4.13). ¿Teme que su cheque del sueldo no le alcance para la renta, la ropa y la comida de este mes? “No os afanéis … vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mt 6.31, 32).

Jesús dijo que el afán no aporta nada (Mt 6.27). De hecho, perdemos tiempo y energías pensando en las preocupaciones, en vez de robustecer nuestra confianza en el Señor.


Tuesday, November 8, 2016

¿Carga o puente? | Dr. Charles Stanley | 11/8/16

¿Qué palabra usaría para referirse a la adversidad en su vida? Para la mayoría de las personas es una carga pesada e inevitable que les agota, que les quita la alegría y que les impide vivir en paz. Pero los cristianos tenemos la oportunidad de ver la adversidad como un puente que conduce a un futuro glorioso y eterno.

El factor determinante de cómo ver la dificultad depende de nuestra perspectiva. Si nos centramos solo en los aspectos negativos de nuestra vida, perderemos la esperanza. Pero si vemos los problemas con una perspectiva eterna, nuestros pensamientos y actitudes serán transformados.

En vez de dejar que las dificultades nos agoten, mantendremos la esperanza. Al responder con sometimiento a lo que Dios permite, y a la confianza en sus buenos propósitos, nuestro carácter se vuelve más cristocéntrico y nuestra esperanza es restaurada.
La desesperanza de sentir que nuestra adversidad es interminable será reemplazada con nuevas fuerzas. Pablo se vio atribulado, perplejo, perseguido, derribado y amenazado de muerte, pero llamó a todo eso una “tribulación momentánea” en comparación con la eternidad (2 Co 4.8-11, 17).
En vez de ver la adversidad como un ladrón de alegría y un obstáculo en la vida, debemos mirar lo que ella está produciendo para nosotros en el cielo: “un ... excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4.17).
Visualizar los problemas a través del lente eterno es un acto de fe que agrada a Dios. Aumenta nuestra confianza en Él, nos da más pasión por nuestra herencia celestial y nos fortalece para cruzar victoriosos el puente de la adversidad.

Monday, November 7, 2016

¿Carga o puente? | Dr. Charles Stanley | 11/7/16

¿Qué palabra usaría para referirse a la adversidad en su vida? Para la mayoría de las personas es una carga pesada e inevitable que les agota, que les quita la alegría y que les impide vivir en paz. Pero los cristianos tenemos la oportunidad de ver la adversidad como un puente que conduce a un futuro glorioso y eterno.

El factor determinante de cómo ver la dificultad depende de nuestra perspectiva. Si nos centramos solo en los aspectos negativos de nuestra vida, perderemos la esperanza. Pero si vemos los problemas con una perspectiva eterna, nuestros pensamientos y actitudes serán transformados.

En vez de dejar que las dificultades nos agoten, mantendremos la esperanza. Al responder con sometimiento a lo que Dios permite, y a la confianza en sus buenos propósitos, nuestro carácter se vuelve más cristocéntrico y nuestra esperanza es restaurada.
La desesperanza de sentir que nuestra adversidad es interminable será reemplazada con nuevas fuerzas. Pablo se vio atribulado, perplejo, perseguido, derribado y amenazado de muerte, pero llamó a todo eso una “tribulación momentánea” en comparación con la eternidad (2 Co 4.8-11, 17).
En vez de ver la adversidad como un ladrón de alegría y un obstáculo en la vida, debemos mirar lo que ella está produciendo para nosotros en el cielo: “un ... excelente y eterno peso de gloria” (2 Co 4.17).
Visualizar los problemas a través del lente eterno es un acto de fe que agrada a Dios. Aumenta nuestra confianza en Él, nos da más pasión por nuestra herencia celestial y nos fortalece para cruzar victoriosos el puente de la adversidad.

Friday, November 4, 2016

La fuente de nuestra esperanza | Dr. Charles Stanley | 11/0416

La esperanza es el deseo de tener algo, junto con la confianza de recibirlo. Pero cuando nuestra expectativa de satisfacer ese deseo se reduce, puede sobrevenir el desánimo, el cual, si se prolonga, puede llevar a la desesperanza. Judas, el discípulo, quería ver libre a Israel de la dominación romana para que fuera la potencia dominante del mundo.

Tal vez pensó que el arresto de Jesús haría que Dios utilizara la fuerza contra los gobernantes religiosos y políticos de Israel. Si ese era su pensamiento, entonces Judas se equivocó en su objetivo. Sabemos con certeza que su traición a Jesús le costó todo: se suicidó, abrumado por el sentimiento de culpa.

Tenemos un enemigo que está al acecho de nuestros momentos de debilidad para alejarnos del Señor. Como padre de la mentira que es, trata de que nos mantengamos centrados en nuestras circunstancias, de que dudemos de Dios y de que nos quejemos diciendo: “Esto no es justo. Si el Señor me ama, ¿por qué permitió que esto sucediera?”.

Como hijos del Padre celestial, hemos renacido a una esperanza viva: el Señor Jesucristo (1 P 1.3). Gracias a Él, hemos pasado de la condenación a la aceptación total, y de la muerte espiritual a la vida eterna en el cielo con el Señor. Y tenemos en nosotros su Espíritu para guiarnos en los tiempos difíciles y ayudarnos a encontrar consuelo en medio de ellos.

Thursday, November 3, 2016

Cuando se pierde la esperanza | Dr. Charles Stanley | 11/3/16

La vida no siempre llena nuestras expectativas. Incluso cuando hacemos planes de acuerdo con la dirección de Dios, podemos encontrarnos con algo que los interrumpa. La frustración por el obstáculo puede desalentarnos y hacernos perder las esperanzas.

Las circunstancias que parecen imposibles de vencer suelen ser las que nos inquietan. Pensemos en el viaje de Pablo a Roma. Cuando surgió una furiosa tormenta, los marineros trabajaron arduamente para salvar la nave. Pero, por no poder controlar las condiciones meteorológicas, renunciaron a toda esperanza de salvarse (Hch 27.20). Hay veces que no podemos cambiar lo sucedido, ya sea la pérdida de un empleo, la muerte de un ser querido o un diagnóstico médico terrible. En tales situaciones, los sentimientos de desesperanza pueden apoderarse de nosotros.

El aplazamiento de los planes también puede ser desalentador. Ana es un ejemplo de alguien que se desalentó por causa de “la esperanza que se demora” (Pr 13.12; 1 S 1.11). Veía que otras mujeres tenían hijos, pero sus deseos maternales no se habían realizado.

Cuando las cosas no van de acuerdo con nuestro plan, podemos sentirnos abandonados por el Señor. Recuerdo un período de mi vida cuando me sentía solo. Mi mente me decía que Dios estaba conmigo, pero mis sentimientos me decían otra cosa. Para rechazar este estado de ánimo, buscaba al Señor por medio de la lectura de la Biblia y la oración.

En momentos así, puede elegir entre centrarse en sus circunstancias, o fijar su mirada en nuestro Padre celestial, y confiar en Él.

Wednesday, November 2, 2016

Dos clases de promesas | Dr. Charles Stanley | 11/2/16

La Biblia contiene dos clases de promesas divinas: las incondicionales y las condicionales. Una promesa incondicional es aquella cuyo cumplimiento le incumbe solamente al Señor; su compromiso no está sujeto a las personas ni a las situaciones. Un ejemplo sería la garantía de Dios de no enviar jamás otro diluvio para destruir toda la Tierra (Gn 9.11). No importa cómo proceda el mundo, Él no tomará de nuevo esta acción.

La segunda clase de promesas divinas es la condicional. En otras palabras, el Señor está dispuesto a actuar bajo ciertas circunstancias. Es, por lo general, una declaración de “si … entonces”, e implica nuestra participación. Veamos tres promesas condicionales que tienen que ver con la salvación, el perdón y la sabiduría.

Romanos 10.9 nos dice que la promesa de salvación es para quienes confiesen con su boca y crean en su corazón que Jesús es el Señor.
Si venimos al Señor con una sincera confesión de pecado, tenemos la garantía de la limpieza y el perdón divinos (1 Jn 1.9). El cumplimiento de esta promesa por el Señor depende de nuestra conducta obediente.
Santiago 1.5, 6 nos dice que pidamos a Dios sabiduría, sin dudar de que la recibiremos. Si nos acercamos al Señor con fe, Él nos dará entendimiento.
Dios hará exactamente lo que ha prometido. Pero Él exige nuestra obediente cooperación antes de cumplir sus promesas incondicionales. Para recibir la bendición, debemos satisfacer las condiciones que Él ha puesto. Si usted espera que el Señor cumpla su promesa, entonces cumpla con su parte.

Tuesday, November 1, 2016

Las promesas de Dios | Dr. Charles Stanley | 11/1/16

La vida cristiana descansa en el fundamento de las promesas de Dios para hoy y para el futuro. Podemos confiar en todo lo que nuestro Padre celestial ha dicho porque su Palabra enseña que Él es …

Veraz. El Señor sabe lo que es verdad y habla rectamente en todo. Podemos estar seguros de que Dios es santo, pues en Él no hay ningún pecado; y de que además es omnisciente, pues lo sabe todo (He 4.12, 13). Sus promesas se basan en su conocimiento infinito y en su verdad.

Fiel. La Biblia compara al Señor con un pastor que “recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho” (Is 40.11 NVI). Lo que Él ha dispuesto para nosotros lo llevará a buen término (Fil 1.6). Nuestro Padre celestial no cambia sus intenciones ni su voluntad.

Amoroso. El amor de Dios por nosotros fue demostrado en la cruz. Envió a su Hijo Jesucristo a morir crucificado para recibir el castigo por nuestros pecados. El Salvador experimentó la ira de Dios contra la iniquidad para que pudiéramos conocer su amor. Esta es la evidencia más grande del amor que Él siente por nosotros.

Todopoderoso. El poder divino creó al mundo y levantó al Salvador de la tumba; por eso sabemos que Dios tiene la facultad de llevar a cabo todos sus planes. Nuestro Padre omnipotente cumplirá cada una de sus promesas. Una promesa tiene valor solo si quien la hace es confiable y tiene la posibilidad de cumplirla. Nuestro Padre celestial es veraz, fiel, amoroso y todopoderoso. Podemos basar toda nuestra vida en sus promesas, confiados en saber que Él hará exactamente lo que ha dicho.

Monday, October 31, 2016

Nuestra obra de amor | Dr. Charles Stanley | 10/31/16

En el momento que ponemos nuestra fe en Cristo como Salvador personal nos convertimos en nuevas criaturas. Este es un acto de amor del Padre celestial; nos da una vida nueva y nos adopta en su familia. Él tiene, también, un plan hecho a la medida de cada creyente para que cada uno realice un trabajo específico.

Una vez que somos salvos, el resto de nuestros días son para cumplir los propósitos de Dios para nuestra vida. Estamos llamados a ser discípulos de Jesús, actuando en su nombre y trabajando celosamente para Dios, como lo hizo el Salvador. El mundo tiene hambre de las buenas nuevas que nosotros debemos darle.

La redención es un regalo de Dios (Ef 2. 8, 9). La salvación es por gracia, no por gracia más obras. Pero una vez que somos salvos, Dios quiere que hagamos buenas obras; y el Espíritu Santo lleva a cabo los planes de Jesús por medio de sus seguidores.

Dios se ha comprometido a guiar y equipar a los creyentes. No importa lo que el Señor nos llame a hacer, Él nos dará las capacidades y los recursos necesarios. Su Espíritu Santo nos enseñará todo lo que necesitemos saber. El Señor espera que nuestro servicio a Él sea lo prioritario, y que usemos nuestro tiempo, capacidades y recursos para Él. La edad no nos descalifica para su servicio, y nunca hay un tiempo para la jubilación espiritual.

Mientras estemos viviendo en este mundo, nuestro estilo de vida debe ser de servicio fiel y entusiasta a la causa de Cristo. Permita que el trabajo que hace para Dios sea una genuina obra de amor.

Saturday, October 29, 2016

Características de un espíritu generoso | Dr. Charles Stanley | 10/29/16

Cuando nos enteramos de una necesidad, podemos sentir el deseo de dar, pero entonces nuestra cuenta bancaria nos convence que hacerlo no es posible. Aunque entendemos que la generosidad debe caracterizar a los creyentes, a veces parece que la única manera de ser generosos es siendo ricos.

Los cristianos de Macedonia demostraron que no es así. Pablo los utilizó como un modelo de generosidad, y eso motivó a los corintios a cumplir su promesa de dar para la iglesia en Jerusalén. Por el ejemplo de las iglesias de Macedonia en la lectura de hoy, vemos lo que caracteriza un espíritu generoso.

Una persona generosa es sensible a las necesidades de los demás. Aunque los creyentes de Macedonia tenían grandes pruebas de tribulación, eso no les impedía sentir compasión por las necesidades de sus hermanos en Cristo (2 Corintios 8.2).

Un espíritu generoso ve las necesidades como oportunidades. Lejos de tenerle miedo a las necesidades, ellos, en realidad, le rogaron a Pablo que les permitieran ayudar a los creyentes de Jerusalén (2 Corintios 8.4).

La liberalidad fluye de una vida rendida a Dios. Antes de dar, estos creyentes se dieron primeramente al Señor en obediencia a su voluntad (2 Corintios 8.5).

La generosidad no es una emoción sino una decisión. La iglesia en Corinto fue movida también a contribuir, pero descubrieron lo mismo que nosotros —que “querer” dar no es lo mismo que “cumplir” en hacerlo (2 Corintios 8.11).

Un espíritu generoso no tiene nada que ver con la cantidad de dinero que tengamos, sino de cuánto de nosotros tiene el Señor. Cuando estamos totalmente rendidos a Él, nos da la gracia que necesitamos para compartir lo que tenemos —ya sea tiempo, dones o dinero.

Friday, October 28, 2016

Nuestro generoso Proveedor | Dr. Charles Stanley | 10/28/16

La generosidad es un término que solemos asociar con las personas, pero, ¿ha pensado usted alguna vez cuán generoso es el Señor? Primero, Él creó la Tierra y todo lo que hay en ella para la humanidad. Hizo el sol para iluminar y hacer crecer la vegetación. Y además, envía la lluvia para regar la tierra y saciar nuestra sed. El Señor ha dispuesto todo con abundancia para suplir nuestras necesidades físicas.

Esto por sí solo debería hacer que nos asombremos por su amor y cuidado por nosotros, pero su generosidad no termina con las necesidades físicas. También ha provisto para nuestras necesidades espirituales por medio de su Hijo. Como resultado de la muerte de Jesús en la cruz por nuestros pecados, los que creemos en Él hemos sido reconciliados con Dios y recibido un caudal de bendiciones espirituales. Tenemos su Palabra que nos guía, su Espíritu que nos da poder y nos transforma a la imagen de Cristo, y su iglesia para alentarnos y apoyarnos. Pero su generosidad no termina allí.

El Señor también nos ha prometido una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible en los cielos (1 P 1.4). Todo lo que Él ha preparado para nosotros está más allá de nuestra comprensión humana, pero Apocalipsis 21—22 describen el nuevo cielo y la nueva tierra como lugares de abundancia y bendición, no contaminados por el pecado y la muerte.

A la luz de todo lo que el Señor ha provisto y prometido con tanta abundancia, la gratitud debe ser nuestra primera reacción. Además, ya que somos su pueblo, estamos llamados a andar en su Espíritu; y ser generosos. Eso significa atender no solo necesidades físicas, sino también espirituales, anunciando el evangelio y alentando a los hermanos en Cristo.

Thursday, October 27, 2016

El llamado de Dios al arrepentimiento | Dr. Charles Stanley | 10/27/16

En la parábola del hijo pródigo, el hermano menor pidió recibir su herencia antes de tiempo para poder vivir como quería. Después que el Padre le dio su parte, tomó muchas decisiones imprudentes que lo llevaron al hambre y a la indigencia. Lo que pasó después ilustra el principio del arrepentimiento según Dios.

Después de despilfarrar todo su dinero, el joven se encontró alimentando puercos, uno de los trabajos más bajos. Un día volvió a sus cabales y reconoció su terrible situación. Su arrepentimiento comenzó con la conciencia de que había pecado contra Dios (Lucas 15.18) y que la situación que vivía era consecuencia de sus propios actos.

Al reconocer su conducta pecaminosa, declaró que ya no era digno de ser llamado hijo de su padre. Su sincero arrepentimiento y su confesión llevaron al joven a dejar todo y regresar a su casa. Su arrepentimiento fue total cuando se volvió de sus viejos caminos y regresó a su padre. El Señor nos llama, del mismo modo, a arrepentirnos y volver a Él.

¡Qué gran bienvenida recibió el hijo pródigo! Después de verlo, el padre se llenó de compasión y corrió a abrazarlo. El hijo recibió perdón y aceptación, dos bendiciones que Dios ofrece a todo aquel que le pida.

El hijo pródigo no se limpió antes de volver al hogar. Simplemente dejó su vieja vida, regresó a casa y confió en la misericordia de su padre. También el Señor nos llama a arrepentirnos, y nos ofrece perdón cuando nos apartamos de nuestros caminos, y buscamos la santidad (1 Jn 1.9).

Wednesday, October 26, 2016

El arrepentimiento genuino | Dr. Charles Stanley | 10/26/16

Porque deseamos ser más como Jesús, tomamos resoluciones, le pedimos ayuda y tratamos de actuar de otra forma. Pero, a pesar de nuestros mejores esfuerzos para obedecer a Dios, caemos de nuevo en los hábitos viejos. Frustrados, es posible que le preguntemos: “¿Por qué no puedo cambiar?”.

Es porque vencer las actitudes y las conductas pecaminosas comienza con el arrepentimiento genuino, lo cual tiene tres aspectos.

Convicción. El Espíritu Santo nos revelará nuestras faltas, y nos convencerá de pecado. El arrepentimiento comienza con comprender en qué cosas nos hemos descarriado.

Contrición. La tristeza genuina surge del reconocimiento de que hemos pecado contra Dios. La infelicidad humana tiene su origen, por lo general, cuando somos sorprendidos haciendo lo malo. Otras veces, nos sentimos desdichados debido a dónde nos han llevado nuestras decisiones, o por la vergüenza de lo que dirán los demás. La contrición verdadera es seguida por la confesión humilde.

Compromiso. El arrepentimiento genuino es total cuando nos comprometemos de todo corazón a apartarnos de nuestra vieja conducta, y tratar de vivir rectamente. Dios sabe que no viviremos perfectamente; lo que Él busca es un corazón rendido que quiera obedecerle.

Pablo utilizó palabras fuertes cuando habló de apartarnos de la iniquidad: “Haced morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal” (Col 3.5 NVI). ¿Está usted arrepentido de verdad, y comprometido a dejar ese pecado de forma permanente? El Espíritu Santo le dará el poder para cambiar.

Tuesday, October 25, 2016

La carga de pecado | Dr. Charles Stanley | 10/25/16

Las cargas que llevamos vienen en todas formas, tamaños y variedades. Muchas son pesadas, pero hay una carga que es aun más pesada, y que se remonta al huerto del Edén.

Desde que Adán y Eva comieron la fruta prohibida (Gn 3.6), todas las personas han nacido con un corazón pecaminoso. La santidad y el pecado no pueden mezclarse. Por tanto, en nuestro estado natural, ninguno de nosotros es capaz de tener comunión con Dios.

Peor aún, seguimos haciendo lo malo. La Biblia dice que cada uno de nosotros se ha desviado, como una oveja descarriada de su pastor (Is 53.6). Así que, por sí misma, ninguna persona tiene acceso a Dios. Y no hay nada que nosotros, como seres humanos caídos podamos hacer para remediar la situación. Esta es la carga más pesada.

Pero nuestro Creador nos amó tanto que envió a su Hijo para vivir sin pecar. Jesús tenía perfecta comunión con el Padre, pero tomó nuestro pecado y castigo, muriendo en la cruz en lugar nuestro. Y luego venció a la muerte al levantarse para vivir de nuevo.

Su expiación por nuestros pecados es un regalo que está disponible para todo aquel que crea. Él desea que nos veamos libres de la carga del pecado que hay en nuestro corazón. Solo entonces experimentaremos vida y libertad verdaderas.

¿Ha recibido usted el regalo de la salvación de Dios? Jesús le ama tanto, que dio su vida para relacionarse con usted. Si pone su fe en Cristo y acepta su muerte como la expiación por el pecado que usted ha cometido, Él le perdonará toda su maldad y le dará la bienvenida a la senda de la vida verdadera.

Saturday, October 22, 2016

Un corazón agradable a Dios | Dr. Charles Stanley | 10/22/2016

El Señor promete concedernos los deseos de nuestro corazón, pero muchas personas toman este pasaje fuera de contexto, olvidando que su manera de pensar tiene una parte vital en hacer que se cumplan. Como dijo mi madre una vez: “Donde vaya tu mente, irán tus pies; por tanto, ten cuidado con lo que piensas”.

¿Cuál es su responsabilidad cuando se trata de pedirle algo a Dios?

Deléitese en el Señor (Salmo 37.4). Los cristianos deben regocijarse en Dios y andar en obediencia. El Señor debe ocupar el primer lugar en su vida antes de poder pedir que la promesa de este versículo se haga realidad en su vida.

Encomiende su camino al Señor (Salmo 37.5). Permita que Dios cambie cualquier aspecto de su deseo que no sea la voluntad de Él. Recuerde que cuando Él no responde una oración como usted desea es por alguna razón.

Confíe en Él (Salmo 37.5). Dios es misericordioso, omnisciente, benigno y generoso. Puede confiarle sus esperanzas y sus sueños.

Descanse en Él (Salmo 37.7). Confíe en que responderá sus oraciones en su tiempo, o que transformará sus aspiraciones para conformarlas a la voluntad de Él.

Espere en el Señor con paciencia (Salmo 37.7). Jesús esperó treinta años antes de comenzar su ministerio de tres años en la Tierra. De acuerdo con su ejemplo, esperar es uno de los principios clave de la vida cristiana.

¿Están alineados sus deseos con el propósito y el plan de Dios para su vida? Él anhela dar a sus seguidores bendiciones abundantes y plenitud de gozo. Por tanto, deje que sus sueños se conformen a la voluntad del Señor. Solo si se rinde a Él experimentará lo mejor que Él tiene para su vida.

Friday, October 21, 2016

Un corazón mundano | Dr. Charles Stanley | 10/21/16

Dios nos amonesta en contra de los malos deseos, porque las pasiones pecaminosas pueden producir vacío, sufrimiento, frustración, dolor e incluso muerte. Los creyentes sabios dejan que el Padre dirija sus anhelos, y luego hacen los cambios que sean necesarios.

Los deseos impuros han sido parte de la naturaleza “carnal” desde la caída del hombre, y puede ser difícil identificarlos en uno mismo. En vez de pecados evidentes como el robo, las drogas o la inmoralidad sexual, esos deseos involucran más a menudo actitudes y conductas sutiles, como desear el fracaso de un rival, el desprecio a la autoridad (2 P 2.10), la obsesión por las riquezas (1 Ti 6.9), o incluso hablar con palabras vanas. Puesto que las pasiones mundanas pueden causar gran daño (2 P 2.18), los creyentes deben rechazarlas (Tit 2.11, 12). Pero no podemos vencer estos deseos con nuestras fuerzas. La única manera de vivir rectamente es sometiéndonos al Espíritu de Dios.

El Señor conoce nuestros deseos, y entiende los errores cometidos sin querer. Cuando un creyente interpreta mal la guía del Espíritu o recibe un mal consejo, Dios mira el corazón. Puede permitir que suframos las consecuencias de una mala decisión, pero no avergonzará a sus hijos cuando comenten un error involuntario. Él puede convertir una situación mala en algo bueno (Ro 8.28).

Dios puede salvarnos de los deseos mundanos, pero debemos estar dispuestos a dedicarnos a Él y a confiar en Él. Cuando ponemos nuestra vida por completo en las manos del Padre, podemos pedir las maravillosas promesas que Él tiene para nosotros, y después descansar en su gracia.

Thursday, October 20, 2016

Los deseos de nuestro corazón | Dr. Charles Stanley | 10/20/16

Si usted pudiera tener cualquier cosa que quisiera, ¿qué sería? Su respuesta revelará mucho acerca de quién es usted. El salmista escribe: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal 37.4). No hay nada malo en tener anhelos; ellos nos motivan a lograr grandes cosas. Pero no todos nuestros deseos proceden de Dios. Piense en sus aspiraciones, y lo que ellas dicen acerca de quién es usted:

¿Desea ocupar una posición de autoridad para tener todo bajo control? Esto puede ser muy peligroso si se usa para manipular a otros; más que autoridad debe desear búsqueda de justicia.
¿Sueña con fama y riqueza? Quizás haya un vacío en su alma que esté tratando de llenar. Pero solo Dios puede satisfacer las insaciables necesidades del corazón humano.
¿Teme usted pedirle al Señor lo que quiere? Tal vez piense que Él no le escuchará, pero Dios nos dice que nos acerquemos a su trono con osadía y confianza (He 4.16).
Si el Señor no da una respuesta afirmativa a sus oraciones, pídale que los deseos que usted tiene sean conformes a la voluntad de Él. No haga nada por su propia cuenta tratando de lograr lo que quiere. Siempre hay un alto precio que pagar por rebelarse contra Dios.

Dios cuida de nosotros generosamente, pero eso no significa que podamos esperar que nos dé todo lo que queramos. Solo cuando nuestros sueños se alinean con su plan, Él los realiza. Los pensamientos que nos preocupan son un barómetro exacto del estado de nuestra relación con Cristo.

Wednesday, October 19, 2016

A solas con Dios | Dr. Charles Stanley | 10/19/16

¿Qué lugar ocupa la oración en su agenda diaria? No estoy hablando de los momentos en que ora cuando se dirige al trabajo o mientras desayuna, sino en las ocasiones que está a solas con Dios —usted y Él solamente. Aunque la oración en cualquier momento es buena, también necesitamos tener un lugar y un tiempo determinados para encontrarnos con el Señor cada día.

A pesar de que era el Hijo de Dios, Jesús reconocía la importancia del tiempo de oración a solas. No hacía nada por iniciativa propia, sino que vivía en dependencia del Padre; actuaba solo cuando el Padre le comunicaba sus instrucciones. En la lectura de hoy, no sabemos exactamente por cuáles cosas oró Jesús, pero cuando los discípulos interrumpieron su tiempo de oración matinal, era obvio que había recibido la dirección de su Padre para ese día —ir “a los lugares vecinos” para predicar.

Jesús fue el ejemplo perfecto de una vida guiada por el Espíritu, y la oración jugaba un papel vital. Puesto que hemos de seguir su ejemplo, ¿no tiene sentido que nos reunamos con Dios cada mañana temprano en preparación para el día? Este es el momento para poner nuestras preocupaciones a sus pies, buscar dirección para el día, confiar en Él en cuanto a provisión y protección, e interceder por otras personas.

Aunque muchas cosas exigen nuestro tiempo y atención, no podemos permitirnos descuidar la oración. El fruto de no orar es la debilidad espiritual, necesidades no satisfechas, ansiedad e ingratitud. Pero si hacemos de la oración una prioridad, tendremos un fundamento firme para enfrentar todo lo que se nos presente.

Tuesday, October 18, 2016

Un enemigo real | Dr. Charles Stanley | 10/18/16

Hagamos un pequeño juego. Imagínese que usted es un soldado en tiempo de guerra. Tuvo el entrenamiento básico, aprendió a usar las armas de guerra, memorizó todas las estrategias importantes del combate y se está dirigiendo a la batalla.

Usted ha visto la guerra en los medios informativos. Sus amigos ya han sido enviados, y ahora usted se encuentra en las líneas del frente viendo las explosiones y la desolación a su alrededor. Sabe, sin duda alguna, que hay un enemigo que quiere destruirle.

Imagínese ahora que un compañero de milicia llega donde está usted, y le dice: “En realidad, no creo que haya un enemigo allí. Pienso que eso es un mito, o quizás una metáfora. No es real”.

¡Qué ridiculez! Allí, en medio de la batalla, con camaradas caídos y las municiones utilizadas cubriendo el campo de batalla, ¿cómo puede una persona inteligente no reconocer la presencia del enemigo? Resulta inconcebible.

Sin embargo, esta misma situación es la que está teniendo lugar en las iglesias alrededor del mundo. A pesar de la evidencia de la guerra y de la clara y específica naturaleza de los ataques, un sorprendente número de cristianos no cree en la existencia de Satanás. Lo cual es un terrible error.

Hay un enemigo muy real y personal acechándole ahora mismo, esperando la oportunidad para destruirle por completo. Si usted quiere crecer y madurar en la vida cristiana, debe entonces tomar con seriedad esta batalla.
¿Está usted preparado? Póngase su armadura espiritual, y siga al Señor en la batalla. Él está a su lado.

Monday, October 17, 2016

Vestidos para la batalla | Dr. Charles Stanley | 10/17/16

Cuando usted se despierta por la mañana y se viste para el nuevo día, probablemente no piensa en que ha entrado en un campo de batalla. Pero el enemigo nos rodea por todas partes, atacando siempre nuestra mente y nuestro corazón con tentaciones, reveses, problemas emocionales y otras cosas más. Hay días en los que nos sentimos como en un frente de batalla sin ninguna protección.

Allí está nuestro malentendido; sí tenemos protección, porque el Señor ha provisto para nuestra necesidad en la batalla. Él no nos ha enviado a la guerra desprotegidos, sino que nos ha dado una armadura que el enemigo no puede penetrar: la armadura de Dios.

En Efesios 6.10-18, el apóstol Pablo nos dice, paso a paso, cómo prepararnos para nuestra batalla diaria, pero la mayoría de los cristianos no le ponen atención al consejo. Decimos: “Bueno, es una bonita metáfora, pero no debemos tomarla literalmente. Después de todo, la armadura no es real”. Sí, sí lo es. Es tan real como la ropa que llevamos puesta.

¿Quiere usted ver un cambio dramático en su vida? ¿Quiere mantenerse firme ante las adversidades? ¿Quiere vencer las tentaciones? Entonces necesita estar vestido para la batalla.

Le reto a ponerse su armadura espiritual cada día durante los siguientes siete días. Póngase cada pieza a la vez: el yelmo de la salvación, la coraza de justicia, el cinturón de la verdad, el calzado de la paz, el escudo de la fe y la espada del Espíritu de Dios. Y al hacerlo, medite cada día en Efesios 6.10-18, y vea lo que Dios hará.

Friday, October 14, 2016

Debemos entender nuestro llamamiento | Dr. Charles Stanley | 10/14/16

Me gusta usar la palabra creyente cuando hablo de los hijos de Dios, ya que se refiere específicamente a quienes han creído en Jesucristo como Salvador. Es una población mucho más pequeña que aquellos que se autodenominan cristianos. Pero ¿sabía usted que aun menor es el número de quienes pueden ser llamados legítimamente “seguidores”? Estos son aquellos que obedecen con pasión la voluntad de Cristo en todas las cosas.

¿Es usted un creyente o un seguidor? Confiar en Jesucristo es fundamental, pero eso es solo el primer paso de fe. Nuestro objetivo primordial es hacer el largo viaje de la vida siguiendo las pisadas del Señor, honrándole con nuestras acciones y palabras, y creciendo siempre en sabiduría bíblica.

La vida de un seguidor está resumida en la frase obediencia total. De hecho, el Señor define como cristianos verdaderos a quienes demuestran su amor por Él guardando su palabra (Jn 14.23). Cuando se trata de obedecer a Dios, hay solo dos respuestas: “Sí” o “No”. Es tentador decir: “Sí, pero …” como hicieron algunos discípulos potenciales del Señor Jesús, pero esa es una manera indirecta de decir “no”. Los seguidores verdaderos siguen siendo fieles al plan del Señor, ya sea fácil o difícil. Y además, lo proclaman tanto en la bendición como en la calamidad, y van adonde Él les esté llevando.

Los seguidores verdaderos buscan al Señor, porque saben que la recompensa es una relación más estrecha con Él. No esperan únicamente pasar la eternidad con Dios, sino que entienden que la eternidad comienza cuando lo acompañan en la senda de justicia que Él ha puesto delante de ellos.

Thursday, October 13, 2016

Obstáculos para la fe | Dr. Charles Stanley | 10/13/16

Dios nos permite llevar a cabo su plan para nuestra vida. Cuando no llegamos a lograr las metas que Él nos ha puesto, no es porque el Señor, de alguna manera, haya fallado en darnos lo necesario. Es porque el fracaso, por lo general, es el resultado de un obstáculo que hay en nuestro corazón —una actitud que constituye un estorbo para nuestra fe. Como resultado, el flujo del poder de Dios se ve obstaculizado, y no podemos llegar a ser quienes Él desea que seamos.

Moisés es un ejemplo dramático del potencial destructivo que tienen los obstáculos para la fe. Llamado a una de las mayores misiones en toda la Biblia, el futuro líder respondió con excusas de por qué no podía obedecer.

Las excusas para desobedecer no han cambiado mucho desde el encuentro de Moisés con la zarza ardiente. Trató de esconderse detrás de los mismos obstáculos para la fe que los creyentes alegan hoy: una baja autoestima (Éx 3.11, 12), ignorancia en cuanto a Dios (Éx 3.13-21), dudas de sí mismos (Éx 4.1-9), sentimientos de incompetencia (Éx 4.10, 11), y temor a fracasar (Éx 4.12, 13). Cada vez que Moisés se quejaba de que el Señor se había equivocado de persona, Dios le respondía con una firme y convincente refutación.

El tema de las respuestas a Dios es algo que todos los creyentes necesitamos entender, como lo hizo Moisés finalmente —es decir, que cuando somos llamados a servir, nuestras fuerzas, habilidades y conocimientos no importan. Es el Señor quien hace el trabajo por medio de nosotros. Él no busca a la persona más calificada sino a hombres y mujeres dispuestos a rendirse a Él. Cuando su poder obra por medio de nuestras debilidades, es evidente que solamente Dios pudo haber logrado el resultado.

Wednesday, October 12, 2016

El mensaje de la cruz | Dr. Charles Stanley | 10/13/16

Roma utilizaba la cruz como un método brutal de ejecución de criminales. Pero, por medio del sacrificio de Jesús, el mensaje de la cruz se convirtió en un mensaje de esperanza y vida.

La cruz significó cosas distintas para diferentes personas en el relato del evangelio. Para Pilato, el gobernador de Judea, fue donde murió un hombre inocente. Los fariseos y los saduceos, por el contrario, vieron la cruz como la herramienta para eliminar un problema.

Cuando Judas se enteró de que Jesús fue condenado a morir, se angustió mucho. Creo que el traidor había pensado que sus acciones iban a forzar a Jesús a proclamar su reino; Judas pensaba que iba a tener una posición alta en el nuevo gobierno. En vez de eso, su error de cálculo destrozó sus ambiciones personales.

En aquella sociedad, la cruz representaba el castigo por un delito vergonzoso. Por conocer la perfección de la vida de su hijo, y su identidad como el Hijo de Dios, María sabía que Él no merecía la cruz. Tampoco tuvo dudas de que la cruz era el cumplimiento de una profecía; pues, cuando Jesús tenía apenas unos días de nacido, Simeón profetizó que algún día a ella una espada le traspasaría el alma (Lc 2.34, 35). La cruz hizo que fuera así.

Para los discípulos de Jesús, la crucifixión fue el momento en que su amado amigo y Mesías había muerto. Su estrecha relación con Jesús parecía haber terminado, al igual que su sueño de ser liberados de la dominación romana.
¿Qué significa la cruz para usted? ¿El lugar donde un hombre bueno perdió la vida, donde un rebelde fue eliminado, o donde el Hijo de Dios murió para salvarle?

Tuesday, October 11, 2016

El significado de la cruz | Dr. Charles Stanley | 10/11/16

La cruz —el símbolo del cristianismo— tiene un gran significado para Dios. Primero, por medio de la muerte de Jesús, el Padre proclamó el valor de cada ser humano: Él ofrece perdón y vida eterna a toda persona que pone su fe en Cristo (Ro 6.23). Segundo, eso significó un costo inmenso. El Dios santo se separó de su Hijo amado cuando llevó el peso del pecado de la humanidad (Mt 27.46). Tercero, se logró la redención del hombre. La sangre de Jesús derramada nos compró de la esclavitud al pecado, y nos reconcilió con Dios (1 P 1.18, 19).

Además, la justicia divina se consumó en la cruz. Las Sagradas Escrituras nos dicen que la muerte es el pago por la deuda contraída por el pecado (Ez 18.20). Pero Dios exigía un sacrificio sin mancha (Dt 17.1). Nosotros no podíamos pagar adecuadamente nuestra condena; moriríamos en nuestros pecados. Por eso, para que el Dios santo nos perdonara, tenía que haber un sustituto adecuado —uno calificado para pagar por nuestra desobediencia. Jesús, el único que no tenía pecado, tomó voluntariamente nuestro lugar y asumió la responsabilidad de nuestra deuda. Toda nuestra iniquidad—pasada, presente y futura— fue puesta en Cristo, y el juicio de Dios contra nosotros se aplicó a Él.

El significado de la cruz fue experimentado de primera mano por Barrabás, el famoso preso condenado a morir. Lo sustituyó el inocente Hijo de Dios, y el criminal recibió la libertad. Al igual que Barrabás, nosotros hemos tenido conmutada nuestra sentencia de muerte, y, aunque indignos, hemos sido hechos libres en Jesús. Hoy, la cruz sigue ofreciendo vida y libertad a quienes no las merecemos.

Monday, October 10, 2016

Victoria en las pruebas | Dr. Charles Stanley | 10/10/16

Moisés tuvo momentos difíciles en su larga vida. Huyó después de cometer un asesinato, pasó años en el desierto, se enfrentó a un rey que lo menospreció, condujo a una nación quejumbrosa durante 40 años de dificultades, y vio los altibajos de ese mismo pueblo en su lealtad. Pero después que Moisés aprendió el secreto para enfrentar las pruebas, las enfrentó con valentía.

A pesar de que regresó a Egipto con un llamado inconfundible del Señor (Éx 3.10), presentarse ante Faraón debió haber sido intimidante. Y Moisés tuvo que pedirle repetidamente a este que liberara a los israelitas. Faraón no fue inmutado por las langostas, convencido por los forúnculos, o suavizado por el agua convertida en sangre. De hecho, les hizo la vida aún más difícil a los esclavos, obligándoles a encontrar los materiales para fabricar los ladrillos. Y, por su parte, los hebreos fueron muy ingratos con su líder.

A pesar de toda la oposición, Moisés siguió volviendo al palacio hasta que logró el propósito de Dios —la liberación de su pueblo. Hebreos 11.27 nos dice que quien había sido un príncipe en Egipto, durante el éxodo “se sostuvo como viendo al invisible”. Después de muchas pruebas a sus espaldas, y más que le aguardaban después al conducir a este pueblo rebelde, Moisés siguió adelante, consciente de que andaba en la presencia del Señor.

Dios había prometido estar con Moisés en cada paso del camino (Éx 3.12). El líder israelita fijó su atención en esa promesa y en Quién la hizo. Tuvo la sabiduría de confiar en que el “Yo soy” (Éx 3.14), el eterno soberano del universo, guardaría su camino y le daría la victoria en las pruebas.

Saturday, October 8, 2016

Dios habla por medio de la enfermedad | Dr. Charles Stanley | 10/8/16

La enfermedad o las aflicciones nunca nos gustan. Después de todo, ¿qué cosa buena puede resultar de nuestros males? Dios nunca nos enfermaría por ningún motivo, ¿verdad?

Pues la respuesta, asombrosamente, es que sí. La aflicción es uno de los recursos más eficaces que Dios usa para captar nuestra atención. Si un período de enfermedad es lo que se necesita para que nos reenfoquemos en Él, entonces eso es exactamente lo que el Señor hará.

Pensemos en el apóstol Pablo. Cuando escuchamos su nombre, recordamos al misionero consagrado a Cristo que difundió el evangelio en el primer siglo. Pero este no fue siempre el caso. Lo primero que sabemos de él es que se llamaba Saulo, el enemigo más cruel de los cristianos en aquella época (Hch 9.1, 2) ¿Qué hizo Dios para captar la atención de Saulo?

El relato de Hechos dice que el Señor se le apareció en un brillante destello de luz, y que solamente Pablo pudo verlo. Tras mostrársele, Jesús dejó totalmente ciego a Saulo. Este enemigo de la iglesia fue humillado, y tuvo que depender de otros para llegar a la ciudad.

¿Qué pasó por la mente de Saulo en esos tres días de ceguera? No cabe duda de que sus pensamientos estaban llenos de una sola cosa: su encuentro con Cristo. Al ponerlo ciego, Dios eliminó todo lo que pudiera distraer la atención de este hombre en este tiempo crucial de su vida.

El propósito de Dios es nuestro bienestar, no nuestra felicidad a corto plazo; Él quiere lo mejor para nosotros a la luz de la eternidad. A veces, esto significa que Él permitirá que enfermemos. Si usted está pasando por esto, ore pidiendo sanidad, pero también por lo que Dios quiera decirle con su enfermedad.

Friday, October 7, 2016

Dios habla por medio de las tragedias | Dr. Charles Stanley | 10/7/16

Aunque no nos guste admitirlo, a veces es necesario que Dios use una tragedia para quitarnos nuestro egocentrismo o cualquier otro pecado. Las dificultades inesperadas, a menudo, traen consigo un tiempo de intensa claridad en el que el Señor nos quita algo de valor para nosotros, con el fin de que reenfoquemos nuestra mente en Él.

Vemos esto claramente en el pasaje de hoy. Aquí, una vez más, los israelitas se están quejando. Dios los había llevado a tomar un camino largo desde el monte de Hor, para que evadieran a los edomitas. Sin embargo, el pueblo se impacientó por el largo viaje, y comenzó a murmurar y a quejarse de Moisés y de Dios. Sus mentes se habían alejado del Señor; por tanto, era necesario que Él recuperara su atención.

Es interesante que Dios no decidiera hacerlo por medio de una bendición o de otra gran señal milagrosa. Al fin y al cabo, los israelitas lo habían visto hacerlo muchas veces. En vez de ello, Dios envió serpientes venenosas al campamento, causando la muerte de muchas personas. ¿Cuál fue la respuesta del pueblo? Inmediatamente confesaron su pecado, y pidieron a Moisés que intercediera por ellos ante el Señor. Aunque fue una lección costosa para su comunidad, este hecho hizo que le prestaran atención a Dios.

El hablar por medio de una tragedia es una manera sumamente personal que Dios utiliza para comunicarse con su pueblo. Aunque no podemos presumir de saber lo que Dios está tratando de decir a otras personas por medio de sus sufrimientos, debemos hacer frente a nuestras propias aflicciones buscando saber cuál es el propósito y la enseñanza que Dios tiene para nosotros.