Pedro escribió la primera de sus dos epístolas para alentar a los cristianos que estaban sufriendo persecución. El discípulo pensó que la manera de comenzar la carta era recordando a los creyentes lo que somos en el Señor.
Los creyentes somos escogidos en Cristo. No es que el Señor elija a algunas personas para que entren al cielo, y a otras para que vayan al infierno. Antes bien, la buena nueva de Cristo es para todos (Jn 3.16; Ro 1.20). Los “escogidos” son aquellos que reciben al Salvador voluntariamente. La conclusión es que Dios le quiere a usted. Él le escogió (2 P 3.9).
Los creyentes son recipientes de misericordia. Nadie puede decir que sus buenas obras le ganaron un lugar en el cielo. Somos salvos por la misericordia de Cristo (Tit 3.5). Dios nos amó tanto que creó un modo para que podamos estar en relación con Él ahora y siempre.
Los creyentes son personas protegidas. El Salmo 34.7 dice: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen”. Estamos tan bien protegidos, que la única manera de que nuestra vida pueda ser tocada por la adversidad es si Dios lo permite. Eso no significa que no experimentaremos pérdidas ni conflictos. A veces, Dios permite que sus hijos anden en valles de oscuridad, pero al igual que el pastor que siempre protege a su rebaño, Él permanece al lado de nosotros (Sal 23.4).
El mensaje de la epístola de Pedro es sencillo: no tema cuando atraviese tiempos difíciles. Enfóquese en quien es usted en Jesucristo. Tiene razones para ser osado, confiado y triunfante, porque es un hijo de Dios escogido, amado y bien protegido.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.