El grito de guerra del creyente
Los creyentes tenemos el poder de Dios y su orden de mantenernos firmes.
Leer | Efesios 6.10-14
24 de noviembre de 2014
Cuanto más grande es nuestra influencia para el reino de Dios, más se esfuerza Satanás para despertar frustración, dudas y ansiedad. El apóstol Pablo escribió una carta a los creyentes de Éfeso para advertirles en cuanto a ese asunto.
Satanás detesta a quienes agradan al Señor con su estilo de vida, y reúne las “fuerzas espirituales de maldad” para atacar la mente, el cuerpo y el espíritu del creyente (Ef 6.12). Su principal objetivo es desviar nuestra atención del Señor para que nuestra relación con Él sufra y nuestro testimonio se debilite o se arruine. El diablo no puede arrebatar nuestro espíritu de la mano de Dios (Jn 10.29), pero se conforma con hacer de nuestra vida un caos.
Pablo aconsejó a los creyentes: “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef 6.10). No podemos defendernos de un ataque de Satanás confiando en nuestras propias fuerzas. El adversario es más fuerte y más inteligente que aun los hombres y las mujeres más inteligentes. Pero Dios nos da poder continuamente por medio del Espíritu Santo, quien es mucho más grande que Satanás y sus engañosos planes (1 Jn 4.4).
Los creyentes tenemos el poder de Dios y su orden de mantenernos firmes. Eso significa que debemos confiar en el Señor y esperar con paciencia a que Él intervenga. Tenemos que ser como un soldado en el campo de batalla, que afirma sus pies en el terreno, se pone su escudo y está listo para enfrentar al enemigo que se acerca. La guerra ya ha sido ganada —nuestra alma le pertenece a Dios— pero la batalla por nuestro testimonio en este mundo sigue con furia. ¡Cobre aliento, y no emprenda la retirada!
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