Como creyentes, todos fallaremos de vez en cuando en nuestra fe. Cuando eso suceda, ¿cómo podremos controlar nuestras dudas? La clave es seguir enfocados en el Padre celestial para poder seguir adelante haciendo su voluntad.
Piense en José, un héroe del Antiguo Testamento, quien confió en Dios en todas las terribles pruebas de sus primeros años. La fe lo sostuvo frente a la traición, la esclavitud y la prisión. Apoyado en su confianza en el Padre celestial, José no permitió que sus circunstancias, el entorno o las opiniones de otros lo desviaran de actuar conforme a la voluntad de Dios. José creía que cada situación de su vida era por voluntad de Dios.
La reacción de la mayoría de las personas a las pruebas es quejarse de que su situación es injusta e inmerecida. Están tan enfocadas en sus circunstancias adversas, que pierden la oportunidad de servir a Dios.
José eligió un enfoque diferente. Este joven, que había sido vendido como esclavo por sus hermanos, decidió hacer su trabajo con excelencia. Sus tareas en la casa de Potifar probablemente eran de baja categoría, pero las realizaba como si trabajara para el Señor. Esta clase de compromiso le ganó a José la atención y el respeto de su amo, y el esclavo hebreo fue recompensado con mayores responsabilidades. Génesis 39.23 (LBLA) dice: “Todo lo que él emprendía, el SEÑOR lo hacía prosperar”.
José pasó de una dificultad a otra, pero se mantuvo centrado en el Señor, quien le había prometido elevarlo a una posición de liderazgo (Gn 37.10). Tenía un enfoque práctico frente a sus desventuras: se mantenía pensando en Dios y sirviéndole sin detenerse en sus pruebas.
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