1 Pedro 3.13-18
A todos nos gustaría dar testimonio de Cristo. Si exhibimos su justicia, amor, paciencia y alegría al tratar a los demás, es lógico pensar que serán atraídos por Jesús. Sin embargo, mientras que esto es cierto para algunos, muchos tienen una reacción opuesta.
El Señor llamó a los creyentes la luz del mundo, y dijo que debemos dejar que nuestra luz brille para que otros vean nuestras buenas acciones y glorifiquen a Dios (Mt 5.14-16). Pero también dijo: “Todo el que hace lo malo aborrece la luz” porque revela su pecado (Jn 3.20 NVI). Luego, el Señor Jesús advirtió que si los hombres lo perseguían a Él, también perseguirían a sus discípulos (Jn 15.20).
La historia ha demostrado que las palabras de Cristo son verdaderas. Fue odiado y crucificado, todos sus discípulos, excepto Juan, sufrieron el martirio, y a lo largo de la historia los cristianos han sido perseguidos en numerosos lugares alrededor del mundo.
Aunque la conducta de los creyentes y la predicación del evangelio no siempre ganan a los perdidos, muchos se han convertido al ver cómo han sufrido los cristianos. El libro de los mártires de Foxe habla de los creyentes que ofrendaron voluntariamente sus vidas —incluso cantando, orando y alabando a Dios mientras enfrentaban muertes espantosas. En algunas partes del mundo hoy, los creyentes siguen siendo testigos fieles de Cristo con su manera de responder a la persecución y al sufrimiento.
Aunque la mayoría de nosotros no estamos enfrentando un odio intenso, nuestra vida puede ser motivo de irritación para quienes viven en las tinieblas. Cuando enfrentamos calumnias, burlas o maltratos por nuestra fe, recordemos que una respuesta piadosa puede ser nuestro testimonio más efectivo.
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