Un amigo constante
¿No es curioso lo que Dios puede utilizar para enseñarnos las cosas más fundamentales?
Leer | Proverbios 6.6
11 de diciembre de 2014
¿No es curioso lo que Dios puede utilizar para enseñarnos las cosas más fundamentales? El libro de Proverbios nos dice que si queremos ser sabios, ¡debemos mirar a una diminuta hormiga! Si somos capaces de aprender sabiduría viendo la manera en que actúan las hormigas, ¿dónde más podemos encontrar algunas lecciones importantes?
Permítame contarle algo que me sucedió. Durante muchos años, tuve un perro —un schnauzer alemán que se llamaba Rommel. Todas las tardes, cuando llegaba con mi auto a casa, Rommel corría a saludarme. Muchas veces, parecía como si estuviera diciendo: “¡Bienvenido a casa, señor! ¡Todo está bajo control aquí!”
Ahora bien, a veces tenía que corregir a Rommel por algo que había hecho, o por causar algún accidente en la casa una que otra vez. Sin embargo, no importa lo que yo hiciera —ya fuera disciplinarlo, jugar con él o ignorarlo— él nunca parecía amarme menos. Rommel siempre estaba feliz de verme, y en todo momento quería estar conmigo.
Un día, mientras estaba jugando con mi mascota, el Señor grabó una verdad en mi corazón. Miré a ese perro, y le dije: “Rommel, no importa lo que yo haga, tú siempre me amas. Me gustaría ser la clase de amigo que eres”.
Esta toma de conciencia me enseñó algo en cuanto al Señor. Él nunca cambia, y su amor nunca disminuye, no importa lo que yo haga o cómo le trate. El Señor es el mismo ayer, hoy y mañana. Y su amor es siempre constante. Si un perro puede ilustrar con su ejemplo esta sencilla verdad, nosotros no debemos desear hacer menos.
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