Para tener una fe grande
¿Tiene problemas para confiar en el Señor?
Leer | Hebreos 11.17-19
19 de marzo de 2015
Algunas personas me han dicho: “Me gustaría tener una fe grande”. Aunque a la mayoría de nosotros nos gustaría que Dios dejara caer ese tipo de confianza en nuestro regazo, esa no es la forma como Él actúa. La fe aumenta como resultado de nuestra obediencia en las cosas pequeñas. Todos nos maravillamos por la disposición de Abraham de inmolar a Isaac por orden del Señor. Pero ¿se ha detenido usted alguna vez a pensar en todos sus pasos pequeños de sumisión que prepararon el camino para esta inmensa prueba?
Abraham obedeció a Dios durante toda su vida. Por orden del Señor, dejó su tierra (Gn 12.1-4), fue circuncidado (17.10, 26), engendró a Isaac cuando él y su esposa eran ancianos (21.1-3), y despidió a su hijo Ismael ( vv. 9-14). En el momento que se le pidió que ofreciera a Isaac como sacrificio, ya sabía que Dios cumpliría sus promesas. Las experiencias del pasado le habían enseñado a confiar en el Señor.
De la misma manera, cada paso de obediencia fortalece nuestra confianza en Dios. De manera que, cuando nos desafíe a una tarea más difícil, un firme sentimiento de certidumbre nos permitirá confiar y obedecer. Los grandes actos de fe fluyen de nuestras interacciones pasadas con el Señor. Al desatender sus simples instrucciones, perdemos oportunidades de ser testigos de su fidelidad.
¿Tiene problemas para confiar en el Señor? Tal vez sea porque ha ignorado al Espíritu Santo. Dios considera importantes cada una de sus instrucciones, y promete premiar cada acto de obediencia, no importa su tamaño. Una fe grande comienza con pasos pequeños.
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