No hay soluciones instantáneas para vencer la inseguridad. Primero, tenemos que reconocer que nos sentimos inseguros. Luego, debemos tratar de identificar qué circunstancias generan esos sentimientos. Por último, debemos decidir vencer ese estado mental. “Deslizarnos” hacia la seguridad es imposible; tenemos que esforzarnos para lograrla.
Sentir seguridad es más que mejorar la autoestima. Jesucristo es nuestra verdadera fuente de fortaleza y confianza. Si tratamos de vencer la inseguridad sin Él, simplemente la estaremos ocultando con nuestros esfuerzos.
La manera como nos vemos no es necesariamente la manera como somos en realidad. Más bien, tenemos que preguntarnos cómo nos ve el Señor. Para quitar nuestra atención de nosotros y de nuestros errores, tenemos que ir a la Palabra de Dios. Por tanto, para vencer la inseguridad tenemos primero que enfrentar cualquier duda que tengamos con la ayuda de la Biblia. Ella es tan efectiva, que cuando leemos lo que Dios dice acerca de nosotros, nuestros pensamientos comienzan a cambiar, y somos capaces de abandonar la destructiva manera de pensar que nos produce inseguridad.
Para continuar con el proceso, concéntrese en las cualidades positivas de su vida. Tome papel y lápiz, y pídale al Señor que le guíe para hacer una evaluación sincera de sus cualidades. Se sorprenderá de lo que Dios le mostrará. Pero es importante que no se fije en las capacidades de los demás para comparar las suyas. Nadie es como usted, y por eso es absurdo hacer comparaciones. Nuestra tarea es seguir a Jesús de la manera que Él nos llama individualmente; por consiguiente, podemos mirarlo y sentir seguridad.
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