Desde temprana edad, los niños observan la conducta de los adultos que los rodean. ¡Qué maravillosa oportunidad de influenciar a la nueva generación para Cristo! ¿Cómo podemos enseñar a nuestros hijos sabiamente? Podemos comenzar invirtiendo tiempo en ellos. Los niños necesitan de la compañía de sus padres. Ya sea teniendo actividades al aire libre, leyendo juntos o conversando tranquilamente, podemos ser modelos de una vida cristiana.
Escuchar atentamente es otra parte de la educación de nuestros hijos. Para inclinarlos a hacer el bien, tenemos que saber lo que están pensando; en otras palabras, lo que es importante para ellos y lo que les molesta.
Proteger a los niños por medio de la disciplina es otro aspecto de la educación que le agrada al Señor. Si se hace con amor, les ayudará a entender lo sabio de los límites que Dios ha puesto y la importancia del dominio propio.
También es necesario que reconozcamos nuestros errores, ya que la honestidad ayuda a los niños a acercarse más a los padres. Si parecemos perfectos, los niños tendrán dificultades para confesarnos sus faltas. Quizás el aspecto más importante de la instrucción sea el amor incondicional. Mi madre me amaba siempre, obtuviera o no buenas calificaciones en la escuela. Por el gran amor que me tenía, yo trataba de hacer lo que a ella le resultaba grato.
Instruir a un niño en la piedad requiere la ayuda de padres, familiares, maestros y amigos cristianos. Busque oportunidades para pasar tiempo con sus hijos, saber qué piensan y demostrarles el amor que les tiene Cristo. Ser un modelo de piedad cristiana podrá influenciarlos para el Señor.
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