Ayer vimos el fracaso de Moisés al tratar de liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto, pero hoy vemos que le fue dada una segunda oportunidad para hacer las cosas a la manera de Dios. Si podemos aprender las lecciones que aprendió Moisés en cuanto al peligro de confiar en uno mismo, y la importancia de depender del Señor, nos ahorraremos muchas dificultades.
Si decidimos someternos al plan de Dios, Él hará cosas grandiosas en y por medio de nosotros. A pesar del fracaso de Moisés, el Señor lo usó para llevar a cabo su plan divino, pero solo después de librarlo de su autosuficiencia. Observe lo que Dios logró cuando Moisés lo obedeció:
Le mostró las grandes cosas que podía hacer por medio de una persona que depende de Él.
Hizo más cosas en menos tiempo, y con menos recursos, sin necesidad de ninguna insurrección ni guerra prolongada.
Demostró su superioridad en cuanto a la manera de hacer las cosas, librando a más de dos millones de personas sin la pérdida de una sola vida hebrea.
Los esclavos se marcharon libres y con las riquezas de sus captores (Éx 3.21, 22).
Demostró tanto a israelitas como a egipcios que solo Él es el Dios de los cielos y de la tierra.
Nuestros fracasos en el pasado nunca son un obstáculo para que Dios quiera o pueda usarnos. De hecho, nuestra debilidad es una gran oportunidad para que Él muestre su gloria.
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