A lo largo de la historia, la gente ha debatido qué sucederá después de la muerte. Este tema sigue siendo un misterio, pues los que mueren no pueden contar sus experiencias.
Pero la Palabra de Dios dice muchas realidades sobre la vida después de la muerte. En el pasaje de hoy, Pablo explica lo que les sucederá, después del regreso de Cristo, a los creyentes muertos y a los que estén viviendo todavía. Primero, Jesús descenderá del cielo de una manera muy parecida a su ascensión (Hch 1.11). Luego, Dios resucitará los cuerpos de los creyentes que hayan muerto. (Por supuesto, sabemos por 2 Corintios 5.8 que sus espíritus habrán estado con Jesús desde el momento de su muerte física). Luego, los cristianos que sigan estando vivos serán transformados; ascenderán para recibir a Cristo en el aire, y morarán con Él para siempre.
Aunque debemos esforzarnos por glorificar a Dios cada día, mientras estemos vivos es importante estar conscientes de los acontecimientos futuros. La razón está en 1 Tesalonicenses 4.13: “Para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”. En efecto, según el v. 18, debemos alentarnos unos a otros sabiendo lo que sucederá cuando el Señor Jesús regrese. Por saber lo que se sufre en esta vida por las tragedias, muertes y enfermedades, Dios nos da un atisbo del maravilloso futuro que nos tiene reservado.
¡Qué Dios tan amoroso tenemos! Él comprende nuestros dolores y nos da esperanza, consuelo y fortaleza para soportar las aflicciones de la vida. Lea de nuevo el pasaje, pero esta vez cambiando las palabras “de los que mueren” por el nombre de un creyente que esté muerto y al que usted haya amado, y deléitese en la esperanza que Dios nos ha dado.
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