Como hemos visto, hay un patrón para buscar la dirección de Dios. El primer paso, la limpieza, es importante a lo largo de todo el proceso. De hecho, todos salvo uno de los pasos restantes no tienen un orden particular, y pueden encajar de muchas maneras.
La excepción es la entrega. El Señor no podrá revelarnos sus planes para nuestra vida, hasta que estemos comprometidos a seguirle cueste lo que cueste. Él sabe si buscamos dirección para obedecer, o simplemente para considerar lo que nos diga. Por tanto, la entrega tiene que preceder incluso a nuestras oraciones por dirección. Primera de Juan 5.14, 15 dice que el Señor escucha y concede nuestras peticiones si pedimos conforme a su voluntad. Es posible hacer peticiones contrarias a Dios, pero los creyentes que se entregan a Él sabrán cómo pedir correctamente, y recibirán la mejor respuesta posible.
La mayoría de las veces, Dios guía a los creyentes a una respuesta por medio de su Palabra; por eso, animo a las personas a meditar en ella (Sal 1.2, 3). La lectura que hagamos puede llevarnos al pasaje exacto que trata de nuestra situación, o nos revela un principio aplicable. A veces, Dios le da un mensaje claro al corazón de una persona, que nadie más recibiría de esos versículos específicos. La clave es creer que el Señor nos guiará y ayudará a ejercitar nuestra fe (Mr 11.24).
El proceso de buscar dirección es, a menudo, lento; por tanto, tenemos que esperar. Nuestro omnisciente y soberano Dios actúa en bien de los que esperan en Él (Is 64.4). Quienes busquen su dirección, la recibirán (Mt 7.7, 8).
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