Ayer aprendimos que Dios es nuestro Protector. El canto de David en el Salmo 121 presenta también al Señor como nuestro Guardador.
“Ni se dormirá el que te guarda” (Salmo 121.3). Muchos niños pequeños sienten miedo en la oscuridad. Si se despiertan cuando todos los demás están durmiendo, pueden sentirse solos y asustados. Nuestro Dios no necesita dormir; Él está siempre alerta y atento a nuestro clamor, aunque nuestros sentimientos nos digan lo contrario.
“Jehová es tu guardador ... El guardará tu alma” (Salmo 121.5, 7). Cuando los padres tienen que dejar a sus hijos, escogen a una persona de confianza para que los cuiden; se espera que ésta les proteja y alimente. ¡Cuánto más dedicado y capaz es nuestro Padre celestial! Además de preservarnos física y espiritualmente, controla los malos pensamientos, las palabras dañinas y el proceder incorrecto. Su Espíritu Santo nos advierte del mal, y también nos guía para que crezcamos conforme a la voluntad de Dios.
“Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” (Salmo 121.8). Dios es soberano. Él está con nosotros siempre —protegiendo, señalando el camino y enseñando. Nos acompaña y guía, aun en las tareas pequeñas que parecen insignificantes.
Cuando somos adultos, muchos sentimos tristeza y un poco de temor al dejar la seguridad del hogar de nuestros padres. Pero nunca nos ausentamos del amor y el cuidado precioso de nuestro Padre celestial. Dios es nuestro Guardador, y Él cuida de nosotros mejor que cualquier madre o padre terrenales.
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