El pasaje de hoy contiene una de las promesas más generosas de Dios. No solo se nos concede venir a Él con nuestras peticiones, sino que también promete responder nuestras oraciones. Pero usted puede estar pensando: “Si esto es cierto, ¿por qué no me ha dado lo que pedí?”.Mateo 7.9-11 es la clave para entender este pasaje: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?... Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”. Piense en términos de la crianza de sus hijos. Un niño puede querer el juego de video más reciente, pero su padre sabe que un regalo diferente sería mejor para él. De la misma manera, nuestro Creador está más consciente de nuestras necesidades que nosotros mismos (Mateo 6.8).Por la falta de madurez espiritual o por las limitaciones de nuestra condición humana, podemos pedir lo que consideramos bueno y necesario, cuando en verdad no es lo mejor para nosotros. Nuestro Padre da lo que sabe que es más beneficioso. Muchas de sus dádivas son las cualidades intangibles de un carácter cristocéntrico, que se desarrolla por medio de las pruebas. Podemos sentir como si Dios nos hubiera dado una serpiente en vez de un pescado, pero el problema está en nuestra falta de discernimiento, no en la bondad de Dios.Cuando parezca que sus peticiones no están siendo respondidas, recuerde que Dios es un Padre amoroso, y considere las cosas buenas que le está dando. Con el tiempo dirá: “Señor, tenías razón. Gracias por haberme dado exactamente lo que necesitaba”.
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