CORRER JUNTOS Marzo
2
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de
testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos
envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12.1
(LBLA)
El autor de Hebreos, como tantos de los grandes maestros
de la Palabra en las Escrituras, escoge una analogía para ayudarnos a entender
los desafíos que presenta la vida espiritual. Esta analogía, que seguramente
era conocida para muchos de los lectores, es la de una carrera: la maratón. La
prueba deportiva, inspirada en la hazaña de un guerrero griego, consistía en
correr una gran distancia (en la actualidad son 42 km.) sin desmayar. Pensando
en los diferentes requerimientos que tenía la prueba, el autor identifica los
aspectos que son necesarios para correr bien en la vida a la cual hemos sido
llamados.
El primer elemento que señala el autor es que estamos
rodeados de una «gran nube de testigos». Esto hace referencia al capítulo
anterior, donde hay una larga lista de héroes que ya corrieron la carrera.
Entre ellos se menciona a Abel, Enoc, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José,
Moisés, Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté y David. El tiempo le faltaba al
autor para hablar de innumerables otros triunfadores, que «siendo débiles,
fueron hechos fuertes» (Heb 11.34).
De esta manera, el autor desea animar nuestro corazón en
cuanto a la vida que tenemos por delante. El camino nos presenta muchos
desafíos y gran cantidad de contratiempos. A veces podemos llegar a creer que
es imposible avanzar, y nos sentimos tentados a resignarnos. Pero se nos
recuerda que una gran nube de testigos corrió la carrera antes que nosotros y,
además, ¡la terminaron con éxito!
Por otro lado, el comentario del autor implica que la
carrera no debe correrse solo. En la carrera moderna, los buenos atletas
siempre corren en equipo. Con un ritmo disciplinado, se turnan en compartir los
rigores de imponer el ritmo adecuado al grupo, un aspecto crucial para ganar la
carrera. A la vez, se animan y alientan entre ellos, porque el grupo genera
mayor fuerza que el individuo.
Muchos pastores y líderes sufren la soledad del
ministerio. No cabe duda que el pastor transita un camino que tiene aspectos
solitarios. Pero también es verdad que la soledad de muchos líderes es
auto-impuesta. No se dan permiso para cultivar la clase de relaciones profundas
que animan y alimentan la vida espiritual de cada uno de nosotros. Desprovistos
de este apoyo vital, son presa fácil para el desánimo, y muchas veces comienzan
a verse como víctimas, poco comprendidos por los demás. El líder sabio, sin
embargo, entiende que todo cristiano necesita de compañeros que corran a la par
de él.
Para pensar:
¿Quiénes son sus compañeros de
carrera? Si tiene que tomarse un momento para pensar en quienes son, es porque
usted está caminando solo. Los compañeros de mi equipo deben ser una parte
íntima de mi vida. ¿Por qué no comienza a orar para que Dios le dé esta clase
de amigos? Parte de la riqueza de su vida espiritual está en manos de estos
compañeros, y usted no lo descubrirá hasta que camine con ellos.
Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica,
Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
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