Consecuencias de la codicia
Las consecuencias de la envidia son dolorosas.
Leer | Éxodo 18.17-21
29 de enero de 2015
Todos en algún momento deseamos algo que no está en el plan de Dios para nosotros.
Sin embargo, los cristianos que son consumidos por la codicia han dejado de depender de Dios. Para lograr un objetivo, algunos manipularán las circunstancias porque han perdido la fe en la capacidad que tiene el Señor de saber qué es lo mejor, y de darlo. Esa actitud indica un rechazo de la soberanía de Dios. Entonces el temor se convierte en un problema, ya que la persona persigue cada vez más con intensidad el objeto de su deseo.
Las consecuencias de la envidia son dolorosas: la sensibilidad espiritual de un creyente puede debilitarse hasta el punto de no escuchar cuando Dios le habla. Cuando un cristiano se distancia del Señor, su actitud codiciosa probablemente generará ingratitud. Es difícil ser agradecidos por las cosas que se tienen, cuando el enfoque está puesto en las que no están a nuestro alcance.
La codicia lleva a una vida de tensión y ansiedad. Jetro aconsejó sabiamente a su yerno Moisés que buscara colaboradores que aborrecieran la avaricia. Estos hombres estaban más interesados en lo que Dios les daba, que en lo que podían adquirir por sí mismos. Si queremos ser como ellos, debemos concentrarnos en el propósito de Dios para nuestra vida. Si somos sensibles a su voz, Él nos enseñará a distinguir entre los deseos que están dentro de su voluntad, y los que están más allá de ella. Como creyentes, tenemos el poder del Espíritu Santo que habita en nosotros para ayudarnos a rechazar la tentación de los malos deseos.
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