Más allá de nosotros mismos
No importa lo que estemos pasando, existe un gran poder al alcance de los hijos de Dios.
Leer | 2 Corintios 12.5-10
15 de enero de 2015
El apóstol Pablo entendía lo que significaba vivir bajo presión constante. Según lo que podemos leer en sus epístolas, sabía mucho en cuanto a dificultades y sufrimientos. Pero estaba más versado en la importancia de glorificar al Señor Jesús por medio de sus debilidades.
Podemos aprender de Pablo y de nuestras experiencias personales, que el preludio de una gran fortaleza es una gran debilidad. Nuestros momentos de mayor debilidad —cuando nos sentimos más desesperados— son precisamente los momentos en que Dios está libre de hacer su obra más grande en nosotros, dándonos su poder y su fortaleza. Es en esas dificultades cuando susurramos: “Padre, no puedo seguir adelante”, que recibimos la mejor preparación y el mayor poder para soportar la adversidad y salir adelante con nuevas fuerzas.
La naturaleza humana clama por fuerzas, valentía y suficiencia para enfrentar los problemas de la vida. Por tanto, muchas personas evitan las pruebas severas y las experiencias difíciles para no tener que aceptar lo débiles que son en realidad. Se dicen a sí mismas “soy capaz de manejar la vida bajo las condiciones que he puesto; mis fuerzas son suficientes”. Pero nunca podremos entender el poder sobrenatural que va más allá de nuestros límites, a menos que lo experimentemos. La única manera de tener la convicción de la suficiencia del Señor, es soportar la debilidad y luego ser testigos de la fortaleza que surge de ella. No importa lo que estemos pasando, existe un gran poder al alcance de los hijos de Dios.
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