Acérquese al Señor, y experimente su amor y su fidelidad, y luego, dele de ese mismo amor a los demás.
Leer | 1 Samuel 1.1-20
7 de mayo de 2015
En el pasaje de hoy, el profeta Samuel se refiere a sus piadosos padres, y al difícil tiempo que pasaron antes de que él naciera. Al observar la vida de su madre Ana, podemos aprender algunos principios importantes por los cuales vivir. Aunque su situación involucraba la maternidad, las lecciones se aplican tanto a hombres como a mujeres.
Mantenerse fiel a la familia. Una de las mujeres en la vida de Ana la atormentaba sin misericordia. Aunque el peligro físico no era el problema, había una perturbación emocional constante porque ella no podía evitar a esta persona. ¡Qué tentador debió haber sido tratar de encontrar una salida! Sin embargo, Ana se quedó en la casa, oraba al Señor, y hacía lo que podía para lidiar con la situación. Demostró una fidelidad a su familia que se antepuso a su propia necesidad de alivio.
Comunicar amor y aceptación. Ana consideraba a su hijo Samuel un regalo del Señor (v. 20). La imagino diciéndole día tras día: “Eres un regalo que Dios me dio. Te amo, y espero con ansias saber lo que Él ha planeado para ti”. Tenemos el poder de edificar a nuestros hijos y a nuestros cónyuges —o de destruirlos. Por medio de nuestras oraciones, abrazos, besos y palabras de aprecio, demostramos cuánto les valoramos. Demostrar un amor verdadero alienta a las personas más valiosas para nosotros.
Algunos vivimos con personas que nos hacen la vida difícil. A veces, somos afectados por las decisiones que toman. Pero Dios entiende nuestra situación, así como entendió la de Ana. Acérquese al Señor, y experimente su amor y su fidelidad, y luego, dele de ese mismo amor a los demás.
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