Nuestro Padre celestial es fiel para cumplir sus promesas.
Leer | 1 Juan 5.10-13
19 de mayo de 2015
En términos de salvación, todos caemos en una de cuatro categorías:
a) Somos salvos y lo sabemos. b)Creemos que somos salvos, pero no lo somos. c) No pretendemos ser salvos. d) No somos salvos, pero quisiéramos serlo.
¿En qué categoría se encuentra usted? La salvación es la redención de Dios del creyente —por medio de Jesucristo— de todas las consecuencias del pecado. Es la obra de Dios en el corazón humano, y está acompañada por todos los beneficios que Él nos concede ahora mismo y por la eternidad.
Necesitamos saber más allá de toda sombra de duda dónde pasaremos la eternidad. Esta certeza está al alcance de cada uno de nosotros. ¿Tiene usted esa clase de seguridad? Si no está seguro de que tiene la salvación eterna, le invito a tomar esta importantísima decisión ahora mismo.
Primero, esté consciente de que Dios desea salvar a todos (1 Ti 2.4), y también ha provisto el medio de la salvación, por medio de su Hijo (Jn 3.16). Él nos ha dicho que debemos creer en Jesucristo (Hch 16.31), y debemos confesar al Señor delante de los hombres (Ro 10.10).
Nuestro Padre celestial es fiel para cumplir sus promesas. Si usted pone su fe en Jesucristo como su Salvador personal, Él le salvará de su pecado y le dará la bienvenida en su familia (Jn 1.12). La vida eterna será suya. Él ofrece este regalo de pura gracia a todos los que crean en su Hijo. ¿Lo aceptará usted?
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