Como creyentes en Jesucristo, tenemos la seguridad de nuestra salvación. No tenemos que temerle a la eternidad, porque sabemos que moraremos para siempre con el Señor en el cielo. ¡Qué bendición!
Pero la salvación implica más que solo entrar al cielo. También tiene que ver con el proceso de ser cada vez más como Jesucristo mientras vivamos en la Tierra. Pero un día se nos pedirá que demos cuenta de la manera como utilizamos las oportunidades, capacidades y recursos que tuvimos.
En su parábola de los talentos, el Señor Jesús habló de la importancia de invertir sabiamente todo lo que nuestro Padre celestial nos ha concedido (ver Mt 25.14-30). Dios da a sus hijos diferentes tipos y cantidades de riquezas, dones, bendiciones y circunstancias. Lo que le importa al Señor es cómo utilizamos esas cosas, no cuánto tenemos. ¿Acaso vivimos usando solo para nuestro bien y nuestra protección todo lo que Él nos ha dado? ¿O tomamos con generosidad y alegría lo que tenemos para usarlo en el servicio a los demás? Estas son preguntas que tendremos que responder en el día del juicio.
Esta rendición de cuentas, por supuesto, no será la llave para nuestra eternidad en el cielo (este asunto ya fue resuelto cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador), pero seremos recompensados por la manera en que invertimos nuestra vida. Piense en las bendiciones que tiene. ¿Cómo utiliza todo lo que el Padre celestial le ha dado, es decir, tiempo, capacidades y dinero? Cada uno de nosotros debe decidir cómo vivirá. Nuestra responsabilidad es ser fieles al Dios vivo, haciendo todo lo que nos llame a hacer.
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