Dios tiene maneras de sacudir al mundo cuando se propone hacer algo grande. Por ejemplo, hizo temblar literalmente a la Tierra cuando Jesús murió en la cruz, y también cuando el Espíritu Santo vino en Pentecostés (Mt 27.51). No hubo nada casual en la actividad sísmica que acompañó a estos dos hechos. Y fueron mensajes nada sutiles: ¡Presten atención, porque están sucediendo cosas importantes!
Es posible que la Tierra no esté temblando hoy, pero Dios está, sin duda, moviendo algunas cosas. Está dejando que las alianzas políticas, los sistemas financieros y los patrones éticos se tambaleen. Estamos viendo la poca solidez y el deterioro de las estructuras sobre las cuales hemos basado el orgullo y la esperanza nacionales. Las familias están en crisis, y muchos matrimonios están colapsando. Lamentablemente, la gente ha construido su vida sobre los débiles fundamentos de la sabiduría, bondad e ingenuidad humanas. Pero hay solo un fundamento seguro: Jesucristo (1 Co 3.11).
Dios tiene siempre un propósito al permitir sacudidas en su ordenada creación. Entre otras cosas, está sacudiendo a la iglesia de su apatía y enfoque en sí misma, recordando a los creyentes que no deben confiar en las inestables estructuras de este mundo, sino descansar en el firme y seguro fundamento provisto por el amor, la salvación y el reino de Dios.
Como embajadores del Señor en el mundo, y los únicos que estamos sobre terreno firme, tenemos la responsabilidad de ofrecer verdadera esperanza a aquellos que han perdido el rumbo. Ningún trabajo, gobierno, o incluso religión, pueden darle a una persona seguridad por mucho tiempo. El único refugio perdurable es una relación con el soberano Señor Jesucristo.
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