Tuesday, December 27, 2016

El porqué de la rebeldía | Dr. Charles Stanley | 12/27/16

Los seguidores de Cristo podemos ser atrapados por la trampa de tratar de justificar nuestras transgresiones. Pero si renunciamos a todas las excusas que podamos inventar, todo puede reducirse a cuatro causas por las que nos rebelamos:

Me niego a hacer lo que Dios manda. Existen maneras obvias de violar las leyes de Dios, como cometer un asesinato. Pero, más comúnmente, métodos sutiles y ocultos de desobediencia se convierten en obstáculos en nuestro camino. Entre estos métodos están albergar resentimiento o darle la espalda a las personas necesitadas.
Busco lo que está prohibido. El Señor ha declarado prohibidas ciertas cosas (Ro 1.28-32; Gá 5.9-21). Él no desea arruinar nuestro placer, pero sabe que algunas acciones pueden tener consecuencias devastadoras.
Busco lo que Dios permite, pero de una manera prohibida. En la vida cristiana disfrutamos de mucha libertad. Podemos tener dinero, éxito y relaciones afectivas. Pero los creyentes no tienen la libertad de lograr esas cosas mediante el robo, el engaño, la injusticia o cosas parecidas.
Busco lo que Dios permite, pero en el momento que yo decido. La impaciencia es, a menudo, la causa por la que las personas terminan endeudadas o enredadas en relaciones negativas. Deciden buscar algo antes de tener la clara guía del Señor.
Cada vez que usted enfrente una decisión, hágase esta pregunta: ¿Qué es lo más sabio que puedo hacer? Después de esto, pídale al Señor dirección, y espere hasta que Él le responda. Si estamos haciendo la voluntad de Dios, nunca tendremos que inventar excusas.

Monday, December 26, 2016

La rebeldía y sus consecuencias Dr. Charles Stanley 12/26/16

Rebelarse contra el Señor resulta caro. La ley divina de las consecuencias es que cosechamos lo que sembramos, más de lo que sembramos, después de sembrarlo. Y este principio es inmutable, ya sea que usted crea o no en Dios.

Una opinión común en nuestra sociedad moderna es que los reglamentos impiden que las personas se diviertan. Esa no es, desde luego, la intención del Señor. En realidad, Él nos ofrece la verdadera libertad por medio de una relación con Él. Nuestro amoroso Padre celestial desea mantener a sus hijos creciendo en su fe, y a salvo de las tentaciones del diablo y de las influencias mundanas. Y lo hace limitando nuestras acciones y ordenándonos que obedezcamos ciertas leyes y principios que Él ha dispuesto para nuestro bien. No hay mayor placer o fuente de felicidad que servir a Dios.

La rebeldía, en cambio, es una forma de esclavitud. Al desafiar la autoridad del Señor en algún aspecto de nuestra vida, estamos permitiendo que el enemigo nos encadene. Es posible que al comienzo no sintamos la presión de su trampa, pero tenga en cuenta la ley divina de las consecuencias. Al final, nos sentiremos agobiados por nuestro pecado. Ya sea que el castigo termine siendo recibido en el cuerpo, la mente, el corazón o el espíritu, dejaremos de servir totalmente al Señor (Mt 6.24).

Dios toma muy en serio la desobediencia, pues ella tiene graves consecuencias. Como Soberano del universo y nuestro amoroso Padre celestial, Él tiene en mente solo lo mejor para nosotros. Por eso, rebelarse contra el Señor es una insensatez. Las personas sabías viven de acuerdo con la Palabra de Dios y, por tanto, la obedecen (Sal 119.9).

Thursday, December 22, 2016

Libres para deleitarnos en Dios | Dr. Charles Stanley | 12/22/16

Los escritores de los evangelios hablan de niños que venían a Jesús, dando la impresión de que los pequeños se sentían muy a gusto junto a Él (Mt 18.2, 3; 19.13, 14). Algunos, probablemente, se sentaban en sus piernas mientras que otros lo hacían a sus pies. Podemos imaginarlos haciéndole un montón de preguntas, rogándole que contara más parábolas y susurrándole secretos en el oído. No es de extrañar que se reunieran alrededor de Jesús; los niños, por lo general, pueden sentir cuando un adulto les ama profundamente.

Contrastemos esta naturaleza acogedora y amorosa del Salvador con la imagen que tienen algunos cristianos acerca Dios; lo ven como un tirano que los mueve por medio de la intimidación. Aunque es verdad que debemos obedecer los mandamientos del Señor, debemos también deleitarnos en Él, así como nos deleitamos con la compañía de un buen amigo.

¿Piensa usted que Dios en un amo severo que pone en una balanza sus buenas y sus malas acciones? Si es así, tendrá problemas para considerarlo un amigo. Los cristianos que tienen una visión de Dios como alguien duro, dedican mucho tiempo y energías pensando en si merecen la salvación. Cuánto mejor es tener una perspectiva bíblica correcta, es decir, que Dios es el soberano del universo el cual equilibra su autoridad con su amor.

Deleitarse en el Señor requiere que entendamos que nuestro Padre celestial nos ama profundamente. Él ve más allá de nuestras faltas y errores al hijo precioso que creó. De hecho, Él nos ama tanto que envió a Jesucristo para salvarnos y permitirnos estar con Él en el cielo por toda la eternidad. ¡No tenemos un amigo más grande!

Wednesday, December 21, 2016

Nuestra verdadera identidad | Dr. Charles Stanley | 12/21/16

Cuando escucho decir a un creyente: “No soy más que un pecador”, me dan ganas de decirle: “Eso es lo usted era antes”. Muchas personas se aferran a una visión de sí mismas como una versión remendada y ligeramente mejorada de su antigua identidad. Pero la Biblia refuta esa opinión: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co 5.17). En realidad, según la Biblia, somos muy diferentes una vez que estamos completos en Cristo.

La pregunta es si la persona confiará en lo que siente, o si creerá lo que Dios dice de ella. Su Palabra nos llama santos (Ro 1.7), discípulos (Jn 13.34, 35) y coherederos con Cristo (Ro 8.17). Si su opinión es que usted “no es más que un pecador”, entonces no puede experimentar plenamente ni disfrutar de su identidad en Cristo.

Creer lo que Dios dice acerca de nuestra nueva identidad es una opción. Satanás conspira para convencer a los creyentes de que la Palabra de Dios no se aplica a ellos. Sabe que las personas cautivas de la pobreza espiritual se alejan de las oportunidades de compartir el evangelio y servir en el reino de Dios. Es mucho más fácil llevar a la bancarrota espiritual a alguien que piensa que “no es más que un pecador”, que derrotar a un discípulo que sabe que Dios es su Padre que le ama.

Nuestra verdadera identidad está definida, no por nuestras acciones pasadas, sino por Cristo, quien nos compró con su sangre y nos ha dado una relación con Dios Padre. Tenemos todos los motivos para mantener nuestra cabeza en alto, estar firmes y proclamar el evangelio con valentía.

Tuesday, December 20, 2016

Quienes somos en Cristo | Dr. Charles Stanley | 12/20/16

Pedro escribió la primera de sus dos epístolas para alentar a los cristianos que estaban sufriendo persecución. El discípulo pensó que la manera de comenzar la carta era recordando a los creyentes lo que somos en el Señor.

Los creyentes somos escogidos en Cristo. No es que el Señor elija a algunas personas para que entren al cielo, y a otras para que vayan al infierno. Antes bien, la buena nueva de Cristo es para todos (Jn 3.16; Ro 1.20). Los “escogidos” son aquellos que reciben al Salvador voluntariamente. La conclusión es que Dios le quiere a usted. Él le escogió (2 P 3.9).

Los creyentes son recipientes de misericordia. Nadie puede decir que sus buenas obras le ganaron un lugar en el cielo. Somos salvos por la misericordia de Cristo (Tit 3.5). Dios nos amó tanto que creó un modo para que podamos estar en relación con Él ahora y siempre.

Los creyentes son personas protegidas. El Salmo 34.7 dice: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen”. Estamos tan bien protegidos, que la única manera de que nuestra vida pueda ser tocada por la adversidad es si Dios lo permite. Eso no significa que no experimentaremos pérdidas ni conflictos. A veces, Dios permite que sus hijos anden en valles de oscuridad, pero al igual que el pastor que siempre protege a su rebaño, Él permanece al lado de nosotros (Sal 23.4).

El mensaje de la epístola de Pedro es sencillo: no tema cuando atraviese tiempos difíciles. Enfóquese en quien es usted en Jesucristo. Tiene razones para ser osado, confiado y triunfante, porque es un hijo de Dios escogido, amado y bien protegido.

Monday, December 19, 2016

Lo que nos enseñan las adversidades | Dr. Charles Stanley | 12/19/16

¿Qué podemos hacer con nuestro dolor cuando, a pesar de nuestras súplicas, Dios no nos lo quita? Él sabe que estamos sufriendo, pero no hace nada. ¿Cómo puede ser un Dios misericordioso, y no ayudarnos?

El pasaje de hoy nos da una visión íntima de un asunto muy doloroso en la vida de Pablo. No sabemos exactamente lo que era el “aguijón en la carne”, pero lo que dice que aprendió por medio de esa experiencia es un ejemplo maravilloso de lo que Dios quiere enseñarnos por medio de la adversidad.

En primer lugar, Dios tiene el dominio de la situación. A fin de cuentas, fue Él quien permitió el aguijón, y quien tiene el poder de quitarlo.
Segundo, Dios da prioridad a lo espiritual. Pablo quería alivio físico, pero el Señor estaba actuando para su bien espiritual. El aguijón era una protección contra el orgullo, el cual habría obstaculizado seriamente el ministerio de Pablo y dañado su carácter. Todo lo que Dios permite para afligir a los creyentes está concebido para protegerlos del pecado, producir santidad y prepararlos para el servicio fiel a Cristo.
Tercero, la gracia de Dios es suficiente. El Señor no quitó el dolor, pero le dio a Pablo tanto la gracia para soportarlo como las fuerzas en su debilidad.
Una vez que entendemos la soberanía, prioridades y suficiencia del Señor, podemos actuar como lo hizo Pablo: con gozo. Cuando el poder de Cristo se perfecciona en nosotros, podemos tener gozo en cualquier dificultad. La negativa del Señor a darnos alivio no significa que nos haya abandonado; más bien, es evidencia de su amor que busca nuestro bien eterno.

Friday, December 16, 2016

Cuando Dios cierra una puerta | Dr. Charles Stanley | 12/16/16

¿Alguna vez ha orado por una situación, sintiéndose seguro de la voluntad de Dios, para luego darse cuenta de que la puerta se cerró? Quizás era la mudanza a otra ciudad, una relación para casarse, o una oportunidad de empleo que parecía tan prometedora. No importa la situación, el resultado fue confusión, decepción, y tal vez, incluso, desesperación. ¿Qué estaba haciendo Dios?

Pablo y Silas tuvieron una experiencia parecida en su segundo viaje misionero. En vez de seguir su propósito original de visitar las iglesias que habían constituido, decidieron ir a un nuevo territorio. Pero el Espíritu Santo les prohibió entrar en Asia (la actual Turquía). Así que fueron al norte, a Misia, con la intención de dirigirse a Bitinia. Pero el Espíritu Santo les cerró la puerta de nuevo.

Es posible que, a esas alturas, se hayan preguntado por qué Dios les impedía la predicación del evangelio. Después de todo, ¿no había dado Jesús la Gran Comisión (Mt 28.19, 20)? La respuesta le vino a Pablo en un sueño: el Señor los estaba redirigiendo a Grecia, una nación con grandes ciudades metropolitanas. Desde allí, el evangelio podría propagarse con mayor rapidez; finalmente, Pablo llegó a Éfeso, y desde aquí el evangelio se extendió a Asia. En el momento que Juan escribió el Apocalipsis, había al menos siete iglesias en ese continente.

Dios utiliza puertas cerradas para redirigirnos a su voluntad. Por tanto, la respuesta más sabia es confiar en su infinita sabiduría, esperar su clara dirección y seguir la guía del Espíritu Santo. La redirección de Dios trae bendición, si simplemente confiamos en Él y le obedecemos.

Thursday, December 15, 2016

Jesucristo es Señor | Dr. Charles Stanley | 12/15/16

La lectura bíblica de hoy habla del señorío de Jesucristo.  Ya sea que vivamos o muramos, lo hacemos para Cristo. Pero su soberanía no se limita a quienes lo proclaman Rey. Todo el universo está sujeto a su autoridad. En el juicio final, toda rodilla se doblará y toda lengua alabará a Dios.

En el aquí y ahora, solo unas pocas personas reconocen el señorío del Señor y buscan vivir haciendo su voluntad. El resto se niega a ver que todas nuestras concepciones humanas —como el gobierno, la cultura y la sociedad— tienen éxito o fracasan en la palma de la mano de Dios. Además, se resisten a la soberanía de Cristo. La persona que no quiere rendir su voluntad a los planes del Señor, da por sentado que ella controla su propio destino. Pero el supremo reinado de Cristo no puede ser frustrado.

Es común que las personas de esta generación crean que no hay consecuencias por rechazar el señorío de Jesucristo. Es posible que usted haya escuchado decir a las personas cosas como: “Eso del cristianismo funciona para usted, pero no es para mí. Voy a vivir a mi manera”. Pero la parábola de Jesucristo sobre las casas edificadas sobre la roca sólida y la arena ofrece una perspectiva diferente (Mt 7.24-27). Solo quienes construyen su morada en el Señor pueden soportar las conmociones de este mundo.

Ponerse de rodillas delante de Jesucristo como el Señor de su vida es la decisión más sabia que usted puede tomar. El Soberano del universo le ama y desea bendecirle todos los días de su vida. Construya su hogar eterno en la seguridad del reino de Dios, y deléitese para siempre en Él.

Wednesday, December 14, 2016

Una presentación de Cristo | Dr. Charles Stanley | 12/14/16

El primer capítulo de Apocalipsis nos da una descripción condensada del Señor. En el versículo 5 Juan resume la maravillosa identidad de Jesucristo:

Jesucristo es el testigo fiel. Vino al mundo para revelar más plenamente el carácter y los caminos del Padre (Jn 14.9). Los milagros que realizó validaron su afirmación de ser el Hijo de Dios.

Jesucristo es el primogénito de los muertos. El Salvador llevó nuestros pecados y murió en la cruz, fue sepultado y resucitó el tercer día. Su resurrección demostró que la vida eterna es posible para nosotros; eso fue lo que enseñó cuando dijo: “El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Jn 11.25).

Jesucristo es el soberano de los reyes de la Tierra. El Señor da y también quita el poder a los hombres (Jn 19.11; Ro 13.1). Y los creyentes tienen acceso a una autoridad superior a la de los seres humanos. En el trono celestial, podemos rogar a Dios por nuestras naciones y acoger sus promesas.

Jesucristo nos ama, y nos libertó de nuestros pecados por su sangre. El Señor siempre está presente, pero ha liberado a los creyentes del pasado que han vivido (Ap 1.5). Tanto el castigo por el pecado, como el poder del mismo, han sido eliminados.

Cuando la gente le haga preguntas acerca de Jesucristo, preséntelo con esta minibiografía. Con unas pocas frases, el apóstol Juan describe el carácter, la divinidad y la autoridad del Señor con absoluta confianza. Lo mismo debemos hacer nosotros, porque adoramos y servimos a un Salvador grandioso.

Tuesday, December 13, 2016

Un modelo de oración | Dr. Charles Stanley | 12/13/16

En Mateo 6.7, Jesús advierte en contra de las vanas repeticiones al dirigirse al Padre celestial. Dos versículos más adelante nos dejó un modelo para ayudarnos a orar. Sin embargo, al utilizar este pasaje, que se conoce como el Padrenuestro, somos muchas veces culpables de hacer aquello que nos prohibió el Señor: en vez de considerar reflexivamente cada una de las palabras, las decimos sin pensar. Pero si nos tomamos el tiempo para examinar cuidadosamente las palabras de Cristo, descubriremos el modelo que puede transformar nuestra vida de oración.

Adoración al Padre (Mateo 6.9). Dios Padre es el centro de todas nuestras oraciones. Nunca debemos olvidar el privilegio que es hablar con el Dios Todopoderoso.

Sometimiento a su voluntad (Mateo 6.10). La oración debe reflejar el deseo de ajustarnos a los objetivos y a los propósitos de Dios, no hacer que Él siga nuestros planes.

Pedir por nuestras necesidades (Mateo 6.11). Dependemos del Señor, y Él quiere que vayamos a Él con nuestras peticiones.

Confesión de los pecados (Mateo 6.12). Cuando nos arrepentimos y perdonamos a otros, mantenemos la comunión con Dios. A Dios le agrada responder nuestras oraciones cuando las líneas de comunicación no están interrumpidas.

Liberación del mal (Mateo 6.13). Nuestro enemigo es demasiado fuerte para nosotros, pero Cristo ya lo venció.

Jesús terminó la oración donde comenzó: con la alabanza al Padre por su reino, su poder y su gloria (Mateo 6.13). La próxima vez que usted diga esta oración, concéntrese en cada versículo. Seguir este modelo dará como resultado una vida de oración más dinámica y efectiva, ya que estará centrada en Dios.

Monday, December 12, 2016

Evitar la hipocresía al orar | Dr. Charles Stanley | 12/12/16

A las personas que no oran en público les encanta Mateo 6.6, porque Jesús recomienda orar en secreto. Pero la intención de Cristo no era el lugar sino nuestra actitud. Su consejo no era que evitemos orar en público; más bien, era una advertencia de no orar hipócritamente para tener la aprobación de los demás.

Podemos apresurarnos a pensar de que nosotros nunca haríamos eso, porque, en realidad, orar en público puede ser intimidante para muchos creyentes. Nos preguntamos cómo les parecimos a los demás. ¿Dije las cosas como eran? ¿Qué pensaron de mis palabras? ¿Fue muy larga mi oración?

En general, nuestro problema no es tanto tratar de impresionar a los demás con nuestra elocuencia y espiritualidad, sino nuestro sentimiento de inseguridad, cohibición e ineptitud. Pero si nuestro enfoque es cómo sonamos a los demás, podemos estar orando como los hipócritas, porque en lo único que podemos pensar es en la percepción que tienen los demás de nosotros. Es posible que no lo admitamos, pero queremos su aprobación.

Sin embargo, el Señor nunca nos reprende por no expresarnos bien o no utilizar correctamente la gramática. Él escucha la motivación de nuestro espíritu. No importa qué tan bien hablemos, si estamos realmente dirigiéndonos a Él, y no a otras personas. Cuando nos enfocamos en Dios, su Espíritu se une con el nuestro, y quienes nos escuchan son atraídos a esa dulce comunión.

La solución para la hipocresía no es abstenerse de toda oración en público. Ya sea que oremos en un cuarto o en un auditorio lleno de gente, debemos recordar que estamos hablando a una audiencia de una sola Persona, y que Él se deleita escuchando a sus hijos.

Friday, December 9, 2016

Pies y corazones limpios | Dr. Charles Stanley | 12/9/16

Israel puede ser una tierra polvorienta, y los pies calzados con sandalias se ensucian yendo de un lado a otro. En la antigüedad, la persona que entraba en una casa se quitaba las sandalias y se lavaba los pies. O si los dueños de la casa eran ricos, los sirvientes eran quienes les lavaban los pies. Esta desagradable pero necesaria tarea correspondía al sirviente que tenía la jerarquía más baja.

Imagine la sorpresa de los discípulos cuando el Hijo de Dios tomó el papel de un simple siervo para arrodillarse a lavar sus pies. La necesidad de este servicio era enorme, ya que habían estado viajando por un tiempo. Pero nadie se ofreció a hacerlo.

Cristo hizo algo más que suplir una necesidad; dio una lección. Cómo Él explicó: “Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes” (Jn 13.15 NVI). Algunas iglesias han interpretado erróneamente esto, haciendo del lavado de los pies una ordenanza. Pero uno puede limpiarle la piel a otra persona sin pensar en el significado de la acción de Cristo.

En realidad, la acción en sí no es el punto principal; la actitud es lo que cuenta. Cristo desea que estemos dispuestos a humillarnos para servir a los demás. Él está buscando hombres y mujeres que dejen de lado el orgullo, la posición y el poder para hacer lo que sea necesario, dondequiera que haga falta, y en favor de quien necesite ayuda.

Jesús realizó sus más grandes y humildes actos de servicio en menos de veinticuatro horas. Lavó pies sucios usando las dos manos que serían traspasadas por los clavos el día siguiente. El mensaje aquí es que toda tarea que Dios nos da es importante para su reino.

Thursday, December 8, 2016

El modelo a seguir | Dr. Charles Stanley | 12/8/16

Según la manera de pensar del mundo, los hombres importantes son los que tienen autoridad, prominencia y poder. Aunque Jesucristo tenía todo eso, lo dejó a un lado para convertirse en siervo (Is 42.1).

El Señor Jesús se entregó por completo para cumplir el plan de redención de su Padre, a pesar de que nosotros no éramos dignos. Dios es santo y justo, y no puede estar en presencia del pecado (Hab 1.13). Eso incluye a toda la humanidad (Ro 3.23). Toda persona nace cautiva a los deseos de la carne (Ro 6.16-18). Cuando alguien dice que está viviendo de acuerdo con “sus propias reglas”, en realidad está al servicio de lo que apetece su naturaleza humana. El castigo por ese falso sentido de libertad es la muerte (Ro 6.23).

El supremo acto de servicio del Señor Jesús fue dar su vida en rescate por muchos (Mt 20.28). La palabra “rescate” se refiere al precio pagado para liberar a un esclavo —Cristo compró voluntariamente nuestra libertad. Había solo una manera de que Dios pudiera quitar nuestra culpa y permanecer fiel a su propia ley: que alguien sin pecado tuviera que pagar nuestra deuda de pecado.

El sacrificio de Cristo nos salvó de la condena que merecíamos. En vez de eso, recibimos el regalo de la gracia, y hemos sido declarados inocentes. Además, pasamos de ser esclavos, a ser hijos del Todopoderoso.

Cristo cumplió el propósito del Padre con fidelidad y no se reservó nada para sí, dándonos el mejor ejemplo de lo que significa ser siervo.

Wednesday, December 7, 2016

Equipados para hacer la voluntad de Dios | Dr. Charles Stanley | 12/7/16

He conocido a personas que saben que el Señor las ha llamado a hacer algo, pero están tan centradas en su aparente incapacidad, que siguen diciéndole: “No puedo”. ¿Se ha dado cuenta de que esto es una forma de rebelión? Equivale a decirle a Dios que Él no tiene la capacidad suficiente para equiparnos, y que llevar a cabo su voluntad dependerá de nuestras propias habilidades naturales.

Al ser llamado a sacar a los israelitas de la esclavitud, Moisés se quejó de que él no era la persona adecuada para esa tarea, y presentó la excusa de que no podía hablar bien (Éx 4.10). La respuesta de Dios puso de relieve que no solo era más que capaz de equipar a su líder escogido, sino que también había hecho planes para lograr sus propósitos con o sin Moisés.

El Señor es quién nos da la capacidad para vivir dentro de su voluntad. Tenemos esta promesa divina: Si le creemos y seguimos adelante con obediencia, Él nos mostrará lo que debemos hacer, y después nos capacitará para hacerlo. Filipenses 2.13 dice que Dios “es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. No hay nada que temer, usted nunca tendrá que hacer con sus propias fuerzas lo que Él le diga, y Dios no le dirá que haga algo sin su ayuda. El Padre se ha comprometido a equipar a sus hijos para que hagan lo que Él les pida.

Como seguidor de Cristo, usted tiene una responsabilidad personal: primero, decirle “sí” a Dios cuando Él le llame; y segundo, permitir que Él logre sus propósitos por medio de su vida. Él no le fallará. Ver la actividad de Él en su vida, fortalecerá su fe e impulsará el proceso de transformarle a la imagen de su Hijo.

Tuesday, December 6, 2016

Cómo enfrentar el resentimiento | Dr. Charles Stanley | 12/6/16

La Biblia enseña claramente que debemos perdonar a quienes nos agravien. Entonces, identifiquemos las maneras prácticas de encarar la falta de perdón. Tal vez quiera mantener esta lista en su Biblia o en un lugar accesible para una revisión sencilla.

Tome el asunto en serio; perdonar es algo muy importante.

Asuma la responsabilidad. No culpe a nadie más por sus sentimientos o acciones. Confiéselos sinceramente. Sea específico y directo con Dios acerca de lo que siente, y reconozca que dejar de perdonar es pecado.

Deponga su ira. Si usted no enfrenta su resentimiento, la amargura podrá entrar otra vez en su vida más adelante.

Ore por la otra persona. Esto podrá parecerle imposible o anormal, pero hágalo de todos modos. Orar es la decisión de actuar con amor, sin tener en cuenta la manera en que le traten. Esto tendrá una influencia positiva en su relación con esa persona.

Pídale a esa persona que le perdone. Si la otra persona sabe que usted ha estado albergando resentimiento, necesita pedirle que le perdone.

Haga algo amable por esa persona. Deje que un gesto afectuoso demuestre su deseo de restablecer la relación.

No permita que Satanás le haga retroceder a la falta de perdón. Después que la cuestión se resuelva, tenga cuidado de no ponerse a pensar en cómo le agravió la otra persona.

Este proceso no es fácil, pero funciona. Si usted pone en práctica estos pasos cada vez que sea agraviado, Dios obrará milagros en sus relaciones interpersonales.

Friday, December 2, 2016

El costo del discipulado | Dr. Charles Stanley | 12/2/16

La salvación es un regalo de Dios. Se obtiene por medio de la fe en Jesucristo, quien hizo todo lo necesario para lograr nuestro perdón y la reconciliación con el Padre celestial. No podemos añadir nada a esta transacción; nuestra parte es simplemente creer.

Pero, a partir de ese momento, cada uno de nosotros debe tomar una decisión: ¿Seguir a Cristo o simplemente hacer lo que queramos? Si limitamos nuestro cristianismo al simple hecho de sentarnos en la iglesia los domingos, nos perderemos de la aventura más grande de nuestra vida. Ser discípulo de Cristo requiere que nos involucremos activamente en nuestra relación con Él, y en el servicio a los demás.

El Señor nunca dijo que sería fácil seguirle. Dijo claramente que requeriría abnegación, sacrificio y sufrimiento. Con esa descripción, no es de extrañar que tantos creyentes hayan tratado de hacer del cristianismo un espectáculo deportivo. Seguir a Cristo significa permitir que Él dirija nuestra vida. Renunciar a nuestro derecho de hacer lo que queramos para someternos a su voluntad, aunque sea difícil o no se ajuste a nuestras preferencias. Si no entendemos lo bueno, amoroso y sabio que es nuestro Dios, andar en su voluntad puede atemorizarnos o incluso parecernos una tontería.

Pero quienes se niegan a sí mismos para seguir a Cristo descubren que no pierden nada y lo ganan todo. Aun cuando sus seguidores se encuentren en una temporada de dolor y sufrimiento, el Señor les dará paz interior y gozo que trasciende las circunstancias. ¿Está usted siguiendo a Cristo? Su estilo de vida, palabras y actitudes revelan quién gobierna realmente su vida.

Thursday, December 1, 2016

La consagración de David | Dr. Charles Stanley | 12/1/16

¿Quiere saber quién es Dios y qué es lo que a Él más le interesa de usted? Es posible que haya acumulado un montón de información intelectual acerca de la Biblia; eso es importante, pero no es lo principal. Usted puede servir al Señor, que también es necesario. Y puede dar generosamente a la iglesia, otro aspecto importante de la vida cristiana. Pero lo que más importa es la profundidad de su relación personal con Dios. El conocimiento, el servicio y los diezmos nunca podrán sustituir una relación personal con el Señor.

El salmista y rey David entendió esta verdad, la cual lo fortalecía en tiempos de dificultades. Cuando su hijo Absalón trató de apoderarse del trono, huyó al desierto, donde escribió estas palabras: “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí ... No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí” (Sal 3.3, 6). Él sabía que, aun en esa terrible adversidad, podía contar con la misericordia inagotable del Señor que se derramaba sobre él (Sal 3.8).

En todos los salmos de David, vemos una y otra vez el hambre y la sed que tenía de Dios. Era esa pasión —no su fuerza, carisma o habilidad para comandar un ejército— lo que hizo de él un gran hombre. Y a pesar de que pecó gravemente, la Biblia lo describe como un hombre conforme al corazón de Dios (1 S 13.14; Hch 13.22).

No basta con leer la Biblia, servir en la iglesia y diezmar para la obra de Dios. Él quiere que lo conozcamos personalmente. Si bien las expresiones de nuestra consagración a Él son importantes, ellas deben ser el resultado de una relación con Él. Si primero buscamos conocerlo, lo demás vendrá después.