Saturday, April 29, 2017

Libertad verdadera | Juan 8.31-36 | Dr. Charles Stanley | 4/29/17

Cuando Jesús nació, los israelitas estaban siendo oprimidos. Esperaban al Mesías prometido, que les traería victoria y libertad.

Pero, en vez de derrocar a los romanos, Jesús les habló de respetar la autoridad y mostrar amor a los enemigos. En lugar de lograr la victoria para los judíos solamente, Él trajo bendición incluso a los despreciados gentiles (Jn 4.4-30, Lc 7.6-10). El pueblo esperaba que Jesús se impusiera a la nación dominante por medio de una batalla, pero Él permitió que quienes tenían la autoridad lo crucificaran.

Por eso, por creer que Jesús no era el Salvador prometido que liberaría al pueblo escogido de Dios, los judíos lo rechazaron. No entendieron que lo que más le interesaba a Cristo era la libertad de nuestros corazones. Vino para liberarnos de la esclavitud del pecado, aunque no siempre nos libera de nuestras circunstancias actuales.

Una carta que recibí ilustra esto muy bien. Después de quince años de prisión por hechos delictivos y su relación con las drogas, esa persona me decía que el mundo lo había abandonado. Se sentía desesperado, hasta que fue salvo y comenzó a seguir a Cristo. Ahora, la amargura y la ira se han ido, y está lleno de paz y alegría. Ha sido liberado. Todavía enfrenta tentaciones y aún está en la cárcel, pero ha experimentado la libertad verdadera.

Cristo vino por nosotros; murió para pagar por nuestro pecado. ¿Ha aceptado usted ya la salvación de Cristo? Caminar con Cristo es caminar en libertad; por tanto, apóyese en el poder de Él, y elija el buen camino.

Friday, April 28, 2017

El gran libertador de la vida | Lucas 4:16-21 | Dr. Charles Stanley | 4/28/17

Según el aspecto exterior, deducimos que algunas personas son felices. Sonrisas, maquillaje y ropa elegante pueden crear una impresión de paz interior. Sin embargo, muchas personas están en cautiverio internamente.

En el pasaje de hoy, Jesús aclara que ha venido a liberar a los que están esclavizados. Cristo se refería a dos tipos de ataduras que pueden encarcelar nuestra alma.

Primero, Jesús rompe las cadenas del pecado. Todas las personas han quebrantado la ley de Dios, y la consecuencia es vivir separadas de Él (Ro 3.23). Pero la muerte y Resurrección de Cristo nos liberan cuando aceptamos su regalo del perdón y depositamos nuestra confianza en Él. Entonces, podemos tener una relación con el Señor.

Segundo, Dios nos libera de pecados persistentes como celos, amargura y glotonería. Su Espíritu vive en cada creyente, y nos da el poder para sobreponernos a las malas decisiones que parecen haberse adueñado de nosotros. Nos capacita para hacer lo que Él desea, trayendo sanidad inmediata o dando dirección y fuerzas en la batalla constante.

El Creador de la humanidad nos hizo con un vacío en nuestro corazón para que Jesús lo llene. Todo lo que ponemos allí, aunque parezcan cosas y decisiones buenas en el momento, al final nos dejará insatisfechos. Permaneceremos en cautiverio hasta que Dios nos liberte y nos de satisfacción verdadera.

¿Es usted una de esas personas que aparenta estar feliz, pero que está vacía por dentro? Cristo es el único que puede redimirle, perdonar sus pecados y llenar el vacío que hay en su alma. Deje que Él le haga libre hoy.

Thursday, April 27, 2017

El propósito de Dios al relacionarse con nosotros | Salmo 103 | Dr. Charles Stanley | 4/27/17

La mayor parte de mi vida, creía que el Padre celestial se relaciona con sus hijos para nuestro provecho. Sin embargo, su propósito principal es revelarse a sí mismo.

Es una relación amorosa y genuina, cada persona quiere saber más de la otra. Como creyentes, a veces somos culpables de interesarnos más en nosotros mismos, olvidando que Dios es el verdadero centro de atención. En vez de eso, vamos a la iglesia o hacemos nuestros devocionales buscando algo que nos inspire, motive o ayude.

Parte del problema está en que nos gustaría practicar nuestra fe de la manera más segura posible. Estudiar la Biblia, orar y asistir a la iglesia es relativamente fácil, comparado con caminar por fe o sufrir persecución. Sin embargo, conocer a Dios íntimamente no es una búsqueda puramente intelectual. Una verdad acerca del Señor no es verdaderamente nuestra hasta que Él la hace parte de nuestra vida cotidiana.

Nuestro Padre celestial quiere que sus hijos entiendan la manera cómo Él obra. La única manera de adquirir ese conocimiento es dejando que Dios se nos manifieste. Eso significa que debemos estar dispuestos a experimentar dificultades y sufrimientos, así como paz y felicidad. Una persona puede leer que el Espíritu Santo es el Consolador del creyente, pero no conocerá esta verdad hasta que tenga necesidad de consuelo.

La vida cristiana no consiste en sentirse bien y sacar el máximo provecho de nuestra conexión con Dios, sino en la relación que el Señor desarrolla con cada uno de sus seguidores. De esa manera, Él puede revelar más de sí mismo, pues el creyente necesita tener ese conocimiento. ¡Qué gran privilegio!

Wednesday, April 26, 2017

Intimidad con Dios | Romanos 8:14-17 | Dr. Charles Stanley | 4/26/17

Suponga que yo le pido a usted que caracterice su relación con Dios. ¿Es Él un amigo con el que se encuentra de vez en cuando? ¿O es alguien que está incluido en todos los aspectos de su vida? Lo más probable es que la naturaleza de su vínculo esté en algún punto intermedio.

Cualquiera que sea el estado de su relación con el Señor, tenga la seguridad de que Él desea tener una relación tan fuerte y profunda con usted, que las palabras compañerismo y comunión no puedan describirla totalmente. Él nos creó para relacionarse con nosotros.

Los seres humanos somos las únicas criaturas hechas a la imagen de Dios. Al igual que Él, somos capaces de pensar, razonar y tomar decisiones, aunque nada de esto lo hacemos de manera perfecta. Los atributos que separan a las personas del resto de la creación, las facultan para relacionarse con el Señor de una manera especial.

Ni siquiera los ángeles, que fueron creados para la adoración, pueden comunicarse con el Padre celestial de la misma manera que hemos sido invitados nosotros. Jesús llamó “amigos” a sus seguidores (Jn 15.15), y Pablo escribió que los creyentes son hijos de Dios (Gá 4.7). ¡No nos relacionemos de manera distante e impersonal! Cuando pasamos tiempo con el Señor, cultivamos una intimidad con Él, como la de un hijo amado con su Padre.

Algunos creyentes tienen la idea equivocada de que la manera para tener contento a Dios es hacer algo “cristiano”, pero la manera de agradar a nuestro Padre celestial es siendo cristianos. Él quiere que vivamos de tal manera que otros lo vean a Él como nuestro Padre y nuestro mejor amigo.

Tuesday, April 25, 2017

El enemigo de nuestra seguridad | 1 Juan 1:5-9 | Dr. Charles Stanley | 4/25/27

El pecado puede destruir nuestra fe en la seguridad eterna. Dios prometió que cualquiera que cree que Jesucristo murió en la cruz por su pecado, vivirá para siempre en el cielo (Jn 6.40). Pero, debido a que el pecado no confesado crea una barrera entre el Señor y el creyente, produce un cortocircuito en la fe y la seguridad.

Cuando un creyente confiesa su pecado, el Padre celestial lo perdona y lo limpia (1 Jn 1.9). Pero si el cristiano no reconoce su pecado, experimentará un alejamiento de Dios. Podrá sentirse indigno del amor del Padre, e incluso luchar con un sentimiento de rechazo. Aunque podemos dudar de nuestra seguridad eterna, no podemos perder jamás nuestra salvación o nuestro lugar en el cielo.

Muchas veces, las personas confunden la mano correctiva del Señor con la condenación. Dicen: “Dios no me haría pasar por esto si fuera salvo”. En realidad, es todo lo contrario. El Padre celestial disciplina a quienes Él ama, por lo que la corrección es prueba de que somos sus hijos (He 12.6, 7). El castigo es su manera de hacer volver al creyente descarriado.

El Señor Jesús es nuestro Abogado delante de Dios. Al igual que los sumos sacerdotes del antiguo Israel, Él expía nuestros pecados por medio del sacrificio: con su muerte en la cruz. Nuestros pecados no pueden hacer desaparecer su gracia. En el momento que confesamos nuestro pecado, el distanciamiento desaparece y la seguridad vuelve de nuevo y en abundancia a nuestro corazón.

Monday, April 24, 2017

¿Cuál es su verdadero propósito en la vida? | 1 Samuel 16:6-13 | Dr. Charles Stanley | 4/24/17

¿Para qué cosas vive usted cada día? ¿Para tener un aumento de sueldo? ¿Una jubilación? Entonces, quizás ha descubierto la realidad de que, basar las aspiraciones en abrirse camino en este mundo, termina normalmente en frustración. Las personas con un sentido equivocado de dirección se preguntan a menudo por qué se sienten insatisfechas.

Tal vez usted ya logró ahorrar para el futuro o ascender en el mundo laboral. Da a una institución benéfica y hace trabajo voluntario, pero sigue teniendo una sensación de intrascendencia. Si es así, necesita recordar que Dios nos da la vida por una razón muy específica: para que le sirvamos. Nadie encuentra paz interior si no acepta este hecho. Nuestra sociedad nos enseña que el placer, la prosperidad y la popularidad nos harán felices; pero vivir al servicio del ego siempre deja un vacío que ninguna gratificación terrenal puede llenar.

Además, pocos vivirán 100 años. Por tanto, lo que vamos a ser en esta vida, ya lo estamos siendo en este mismo momento. Pensemos en David quien fue ungido rey mucho antes de asumir realmente ese rol (1 S 16.12). Pasó muchos años cumpliendo el propósito de Dios en posiciones insignificantes mientras se convertía en un gran hombre. Como lo demuestra su historia, descubrir el propósito de Dios para la vida es el camino más seguro al éxito.

El propósito de nuestro Padre celestial para nuestra vida es perfecto. Ninguno de nosotros puede predecir las cosas maravillosas que Él nos tiene reservadas, pero podemos confiar en su plan por completo. Ríndase a Él hoy, y diga: “No se haga mi voluntad, Señor, sino la tuya”.

Saturday, April 22, 2017

Doblar la rodilla en oración | Hebreos 4.16 | Dr. Charles Stanley | 4/22/17

Recuerdo el conflicto que surgió hace muchos años cuando yo estaba siendo considerado para el cargo de pastor de mi iglesia. Cada domingo, cuando predicaba, sabía que algunas personas me criticaban, y que estaban tratando de deshacerse de mí. No fue fácil. Quizás usted tiene una vida familiar difícil, una relación de trabajo o una situación en la escuela en que hay personas reaccionando de manera negativa en su contra.

La mejor manera de manejar los problemas de la vida es de rodillas. Nuestro Padre celestial espera que nos acerquemos a su trono en oración, para tener su perspectiva divina y recibir orientación sobre cómo actuar. En mi tiempo de oración, había una batalla entre lo que yo quería —evitar este conflicto— y lo que el Señor había planeado para mí —avanzar con fe. Al final, mi mente aceptó el plan de Dios, y experimenté su paz.

Cuando buscamos al Señor con humildad por medio de la oración, lo invitamos a tomar la dirección en nuestra situación y a realizar su plan. Podrá dirigirnos de maneras que nos sorprenderán, pero será para nuestro bien y para su gloria. En mi caso, Dios me pidió que no discutiera ni me defendiera. Mi tarea era orar. Era difícil estar en silencio, pero confié en Él, seguí su dirección, y vi cómo resolvía la situación.

Orar de rodillas nos recuerda que Dios es el Amo y nosotros sus siervos. Él lo sabe todo, mientras que nuestra perspectiva es limitada. También es todopoderoso; Él puede penetrar en los corazones duros y las mentes cerradas; nosotros no. Hagamos de la oración una parte habitual de nuestro día, y veamos lo que sucede.

Friday, April 21, 2017

Nuestra cita predestinada | Apocalipsis 20:11-15 | Dr. Charles Stanley | 4/21/17

Desde el momento en que nacemos comienza una cuenta regresiva de nuestra vida. Cada tictac del reloj nos acerca un paso más a nuestra inevitable cita con Dios. Cada uno de nosotros estará de pie frente a Él antes de entrar a nuestro destino eterno.

Desgraciadamente, algunos estarán decepcionados por lo que habrán de recibir. El mismo Jesús advirtió: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre ...? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt 7.22, 23).

El único camino para la salvación eterna es la fe en Jesús. En realidad, nuestro pecado nos ha separado del Padre celestial. Pero el Hijo de Dios ofrece la solución a este problema universal: Cristo tuvo una vida perfecta, y luego murió como un pecador en la cruz para pagar la deuda que cada uno de nosotros tenía (Ro 6.23). Después de tres días se levantó de la tumba, derrotando así la muerte y el mal. Al aceptar su sacrificio a nuestro favor, ya no tenemos que vivir apartados de Dios.

Para recibir este maravilloso regalo, debemos simplemente creer en Jesús y en lo que Él hizo. Como resultado, nos convertimos en nuevas criaturas (2 Co 5.17), y pasamos a tener una relación personal imperecedera con nuestro Padre celestial.

¿Sabe usted con seguridad dónde pasará la eternidad? Es posible que crea que dispone de tiempo suficiente para pensar en este importante asunto después, pero déjeme darle un buen consejo: no espere un minuto más para resolver esta cuestión, porque es posible que ese “después” nunca llegue. Arrepiéntase de su pecado hoy, y obedezca a Jesús.

Thursday, April 20, 2017

El patrón en la búsqueda de dirección | Mateo 7:7-8 | Dr. Charles Stanley | 4/20/17

Como hemos visto, hay un patrón para buscar la dirección de Dios. El primer paso, la limpieza, es importante a lo largo de todo el proceso. De hecho, todos salvo uno de los pasos restantes no tienen un orden particular, y pueden encajar de muchas maneras.

La excepción es la entrega. El Señor no podrá revelarnos sus planes para nuestra vida, hasta que estemos comprometidos a seguirle cueste lo que cueste. Él sabe si buscamos dirección para obedecer, o simplemente para considerar lo que nos diga. Por tanto, la entrega tiene que preceder incluso a nuestras oraciones por dirección. Primera de Juan 5.14, 15 dice que el Señor escucha y concede nuestras peticiones si pedimos conforme a su voluntad. Es posible hacer peticiones contrarias a Dios, pero los creyentes que se entregan a Él sabrán cómo pedir correctamente, y recibirán la mejor respuesta posible.

La mayoría de las veces, Dios guía a los creyentes a una respuesta por medio de su Palabra; por eso, animo a las personas a meditar en ella (Sal 1.2, 3). La lectura que hagamos puede llevarnos al pasaje exacto que trata de nuestra situación, o nos revela un principio aplicable. A veces, Dios le da un mensaje claro al corazón de una persona, que nadie más recibiría de esos versículos específicos. La clave es creer que el Señor nos guiará y ayudará a ejercitar nuestra fe (Mr 11.24).

El proceso de buscar dirección es, a menudo, lento; por tanto, tenemos que esperar. Nuestro omnisciente y soberano Dios actúa en bien de los que esperan en Él (Is 64.4). Quienes busquen su dirección, la recibirán (Mt 7.7, 8).

Wednesday, April 19, 2017

En busca de orientación: El primer paso | 1 Juan 1:8-10 | Dr. Charles Stanley | 4/19/17

Al abandonar el camino del mundo, los creyentes hemos escogido un sendero estrecho (Mt 7.13). Sin embargo, no estamos vagando ciegamente por él. El Espíritu Santo es nuestro guía. Él dirige nuestros pasos hacia nuevas oportunidades, y nos da discernimiento para que podamos tomar decisiones inteligentes que nos mantengan en el camino para hacer la voluntad de Dios.

En este viaje tendremos que detenernos a menudo para buscar orientación. Dios se complace en responder a las peticiones fervientes de dirección, ya que Él desea mantener a sus seguidores en el centro de su voluntad.

Buscar la dirección de Dios involucra un patrón que comienza con la limpieza; en otras palabras, lo primero que tenemos que hacer es preguntarnos: “Padre, ¿ves algo en mi vida que pueda interferir con mi entendimiento de lo que estás diciendo?”. El pecado obstaculiza el poder que fluye del Espíritu Santo y, por tanto, nubla nuestra mente.

La Biblia enseña que Dios nos limpia de toda maldad si confesamos nuestros pecados (1 Jn 1.9). También contiene una advertencia clara para quienes se nieguen a renunciar a un mal hábito o a una actitud rebelde: el Señor no escucha su clamor (Sal 66.18). Cuando Él nos indique aspectos problemáticos, debemos ponerlos delante de la cruz.

La limpieza está entretejida en todo el proceso de dirección divina. El Señor trae el pecado a nuestra atención, ya que estamos equipados para tratar con él. Entonces, para recibir su clara dirección, podemos revisar a menudo este primer paso; de esa manera podremos experimentar constantemente un tiempo de rico crecimiento espiritual y de renovación.

Tuesday, April 18, 2017

Enviados para servir | Juan 17.18 | Dr. Charles Stanley | 4/18/17

Muchas veces llegamos a creer que no tenemos un propósito verdadero en la vida. Nos levantamos, vamos a trabajar, volvemos a casa y nos ponemos a ver la TV. Después nos vamos a dormir, nos despertamos y comenzamos todo otra vez. ¿Dónde encontramos tiempo en toda esta rutina para llevar a cabo nuestro propósito en la vida?

Este no es el modelo que Jesús nos dejó. Cuando observamos la vida de Cristo, podemos ver claramente que su venida no fue un accidente, ni tampoco que desperdició su tiempo. Él vivió su vida con un claro objetivo.

La Biblia enseña sin ninguna duda que Jesús fue enviado para servir. En Juan 17.18, Jesús dice que Él fue enviado por el Padre. Nuestro Salvador no entró a este mundo dando tumbos. Su venida no fue un accidente o una feliz coincidencia. La idea no es que Jesús simplemente “apareció”. Él fue enviado e introducido al mundo con un propósito.

¿Cuál fue ese propósito? Mateo 20.28 dice que Jesús no vino a conquistar sino a servir. Su vida revela una clara misión, y todo lo que Él hace en los Evangelios apunta hacia ese cuádruple propósito: revelar al Padre, morir por el pecado, salvar a los perdidos y dar vida abundante.

No importa donde Él estuviera, ni con quién estuviera, ni lo que estuviera haciendo, el Señor siempre mantenía puesta su mirada en su plan. Y así como Jesús fue enviado por el Padre, nosotros somos enviados por Cristo para llevar el mensaje de su misión al mundo. ¿Es evidente en la rutina diaria de su vida dicho propósito? Pídale a Dios que le dé claridad y enfoque para servir al Señor hoy.

Monday, April 17, 2017

El secreto para ser un triunfador | 2 Corintios 12:9-10 | Dr. Charles Stanley | 4/17/17

Pablo aprendió que el secreto para ser un triunfador es mantener la perspectiva de Dios en los altibajos de la vida, y conectarse con su poder. El apóstol estaba firmemente convencido de que tener a la persona del Espíritu Santo viviendo en él, significaba que el poder de Dios estaba disponible para él.

Nosotros, también, podemos aprender a estar en paz mientras las tormentas de la vida rujan a nuestro alrededor. El primer paso es creer que el poder de Dios está dentro de nosotros por la presencia de su Espíritu. Luego, aceptar que la prioridad de Dios para nosotros es transformarnos a la imagen de Cristo. También es importante buscar con diligencia mantener la perspectiva del Señor Jesús en las pruebas (Jn 16.33). Hasta que arreglemos estos asuntos de fe, el verdadero contentamiento nos evadirá.

Después de aceptar estas verdades, podemos aprender a usar el poder divino del Cristo resucitado. La clave está en someter nuestra voluntad a la de Él. Por tanto, en vez de reaccionar a la vida basándonos en nuestras debilidades y deseos, responderemos basándonos en la voluntad de Dios, y en el hecho de que pertenecemos a Cristo. Podremos entregarnos conscientemente al Señor y a su plan para nuestra vida. Rendir el control al Espíritu Santo permite que se haga la voluntad de Dios, y nos capacita para aceptarla. Cuando podamos decir: “Señor, todo lo que tú decidas estará bien para mí”, experimentaremos la paz interior que nos ha sido prometida. (Vea Jn 14.27).

La perspectiva divina, la entrega y la fe firme en el Señor son los ingredientes de una vida victoriosa. Ahora usted también conoce el secreto.

Friday, April 14, 2017

Lo que sucedió realmente en el Calvario | Hebreos 10:10-14 | Dr. Charles Stanley | 4/14/17

Si preguntamos qué sucedió el Viernes Santo, muchas personas pudieran señalar los eventos del Calvario. Algunos podrían decir que Cristo fue clavado en una cruz, que soldados romanos se rifaron las vestiduras de Jesús y que tinieblas cubrieron la Tierra. Otros mencionarían la corona de espinas, el terremoto y a la madre de Jesús observando lo que debió haber sido terrible y desgarrador.

Pero no importa cuántos detalles visibles pudieran nombrarse, mucho más estaba pasando de lo que se podía ver: en la cruz, el pecado fue juzgado.

Al dar su primer mandamiento en el huerto del Edén, Dios advirtió que la desobediencia llevaría al castigo de la muerte (Gn 2.17). Así que, desde el principio, el juicio de Dios por el pecado fue profetizado, y más tarde estuvo también representado en el detallado sistema sacrificial que Él estableció. Bajo este sistema, cada transgresión requería que la sangre de un animal fuera rociada sobre el altar. La gravedad del castigo —el pago de una vida— era la manera de nuestro santo Dios de advertir cuán horrible y odioso es, en realidad, el pecado. Era también una prefiguración del Cordero de Dios, quien vendría a llevarse el pecado del mundo (Jn 1.29).

Jesucristo era, en la cruz, lo que era ese cordero en el altar, pero con una diferencia significativa: bajo el viejo pacto, cada vez que se cometía pecado, un animal más tenía que morir. En cambio, Jesús se ofreció voluntariamente para expiar el pecado de todo el mundo (He 7.27).

Negarse a aceptar el sacrificio expiatorio de Cristo nos deja con la responsabilidad de pagar nuestra deuda por el pecado. ¿No quisiera usted dar gracias al Salvador por el regalo maravilloso que le ofrece, o recibirlo en este momento?

Thursday, April 13, 2017

Reconozcamos nuestra vulnerabilidad | 1 Corintios 10:12-13 | Dr. Charles Stanley | 4/13/17

Algunos cristianos ven a un hermano en la fe caer en el pecado, pero no reconocen que ellos, también, podrían tropezar. Lo cual es peligroso. Satanás los tiene justo donde él quiere: engañados por un falso sentimiento de confianza. Tres enemigos tratan de derribarnos: el diablo, el mundo y nuestra propia carne engañosa.

Aunque los creyentes hemos sido justificados por Dios, debemos, como Pablo, reconocer un problema interno: “el pecado que mora en [nosotros]” (Ro 7.20). Satanás aprovecha al máximo esta debilidad, atrayéndonos con tentaciones mundanas. Él alimenta nuestro orgullo para cegarnos a nuestra propia vulnerabilidad a los traspiés.

Los cristianos necesitamos estar en guardia. Puesto que la ignorancia —de la naturaleza del pecado, de las estrategias del enemigo y de nuestras propias áreas de debilidad— nos tiende una trampa para que fracasemos, no podemos permitirnos ser negligentes en nuestra manera de pensar. Cada vez que usted se encuentra excusando, redefiniendo o disculpando el pecado, ha perdido su capacidad de ser sensible a la voz del Señor. La Palabra de Dios debe llenar siempre nuestra mente y dirigir nuestros pasos.

Si usted se ha alejado del Señor, vuelva a Él reconociendo su pecado y aceptando toda la responsabilidad por el mismo. Arrepentirse significa un cambio de mente, e ir en una dirección diferente, hacia Dios, en vez de alejarse de Él.

Luego, agradezca el castigo del Señor. Cada vez que un creyente cae en pecado, Dios amorosamente actúa para traerlo de vuelta a la comunión con Él. Su disciplina puede ser dolorosa, pero siempre es buena, porque nos hace entrar en razón y nos conecta con nuestro Padre celestial.

Wednesday, April 12, 2017

Aprender en las aguas turbulentas | Salmo 34.1-19 | Dr. Charles Stanley | 4/12/17

Dios promete que cuando enfrentemos tiempos difíciles, Él mantendrá su mirada sobre nosotros. El Señor quiere ser nuestro maestro y guía en medio de la dificultad, pero debemos tener la actitud correcta para reaccionar de acuerdo a sus señales. Es decir, necesitamos:

Tener el anhelo de obedecer solamente la voluntad de Dios. La Biblia compara ese anhelo con el de un ciervo que jadea en busca de agua (Sal 42.1). Así debe ser con nosotros cada vez que esperamos la dirección de Dios, en vez de actuar por nuestra cuenta.

Estar dispuestos a ser enseñados por Dios. Él transformará las pruebas difíciles en oportunidades para enseñarnos, cuando le buscamos para recibir orientación. Ese fue el caso de Ana cuando le rogó que le diera un hijo (1 S 1.1–2.10). Y también el de María y Marta cuando su hermano Lázaro murió (Jn 11.17-27). Necesitamos tener un espíritu dispuesto si queremos aprender lo que Dios quiere enseñarnos. Dios sabe cuál es la mejor manera de infundir sabiduría, y puede elegir el dolor y la dificultad como medios de instrucción.

Rendirse a su voluntad. Antes de darnos a conocer la solución que Él tiene, el Señor nos pide que nos entreguemos a su voluntad. Nos llama a andar por fe, no por vista (2 Co 5.7), y a reconocer que sin Él somos impotentes (Jn 15.5). Confesar nuestro sometimiento a su voluntad es siempre lo mejor.

Las dificultades son una parte desagradable de la vida, pero pueden ser de valor. Muchas veces, lo que quisimos evitar resultó ser justamente lo que necesitábamos. Dios nos pide que tengamos un corazón sensible, un espíritu dócil y una voluntad rendida. ¿Refleja usted estas cualidades?

Tuesday, April 11, 2017

En medio de las aguas turbulentas | Salmo 25 | Dr. Charles Stanley | 4/11/17

En una tormenta de nieve, lo familiar desaparece de nuestra vista porque los remolinos nos oscurecen la visión. Las dificultades producen el mismo efecto en nuestra mente. Crean emociones fuertes que nublan nuestra capacidad de pensar. Felizmente, Dios nos ha dado algunas promesas para ayudarnos a encontrar el camino en medio de las pruebas.

1. El Señor se ha comprometido a instruirnos. Si esperamos en Él, nos dará entendimiento en cuanto a nuestra situación. Sin embargo, su instrucción puede sorprendernos, ya que sus caminos no son como los nuestros (Is 55.8, 9). Por ejemplo, si alguien nos lastima seriamente, el Espíritu de Dios nos recordará que la venganza es del Señor; lo que nos corresponde a nosotros es vivir en paz con ellos (Ro 12.17-19).

2. Dios ha prometido enseñarnos cómo aplicar la verdad que Él nos ha dado. Mientras meditamos en la Palabra de Dios, su Espíritu revelará lo pertinente de algún pasaje bíblico a nuestro problema. Por ejemplo, supongamos que estamos ante alguien que nos hace una petición de dinero que no nos parece razonable. ¿Cómo debemos responder? Dios puede decirnos que cubramos esa necesidad, e incluso que demos más para ayudar a esa persona (Mt 5.40, 41).

3. El Señor ofrece guía al vigilarnos. Por ejemplo, cuando la familia recibe visitas en su casa, uno de los padres puede usar una serie de miradas para guiar calladamente el comportamiento de un niño. Del mismo modo, el Espíritu Santo nos impulsa para guiar nuestras acciones y decisiones.

¿Qué aguas turbulentas está usted tratando de navegar? Aprenda cómo hacerlo valiéndose de estas promesas de Dios.

Monday, April 10, 2017

Con Jesús en la tormenta | Mateo 14:22-33 | Dr. Charles Stanley | 4/10/17

Era de noche. Había vientos fuertes, las olas rompían y la visibilidad era poca. Para los discípulos, que estaban en el mar en una pequeña barca, la situación había empeorado, y Jesús no estaba con ellos. Mientras ellos lidiaban con una tempestad, Él estaba orando en la ladera de una montaña.

En medio de la tormenta, los discípulos tal vez pensaron que Jesús los había olvidado. Pero Él sabía exactamente dónde estaban ellos y qué estaban experimentando. Aunque no podamos ver a Jesús físicamente, Él es omnisciente; sabe dónde estamos en todo momento. Ninguna oscuridad puede ocultarnos; ningún mal momento puede bloquear su visión. ¡Siempre somos vistos, conocidos y comprendidos!

Sin embargo, ellos no le reconocieron porque fue a ellos caminando sobre el agua. Muchas veces, el Señor Jesús no viene de la manera que esperamos. Nuestras ideas preconcebidas de cómo Él trabaja pueden hacer que nos preguntemos dónde pudiera estar e impedirnos ver lo cerca que está.
Experimentar la presencia de Jesús en los momentos difíciles puede enseñarnos verdades preciosas. En una aventura anterior en un mar agitado, los discípulos habían observado tanto la confianza de Jesús en el Padre celestial, como su autoridad sobre la naturaleza (Mt 8.23-26). En la nueva tormenta, vieron al Señor caminar sobre el agua, y también a uno de ellos hacer lo mismo. Por medio de las tormentas, los discípulos aprendieron quién era Jesús, lo que podía hacer y el potencial que ellos tenían.

Cuando la crisis nos golpee, pidamos ojos espirituales para discernir la presencia del Señor. Después, escuchemos su voz y obedezcamos (Jn 10.27).

Saturday, April 8, 2017

La bondad de Dios | Salmo 116 | Dr. Charles Stanley | 4/8/17

La bondad de Dios es otro atributo infinito e inmutable. Por tanto, todo lo que Él hace es bueno. Podemos mirar algún aspecto difícil de nuestra vida y sentir que el Señor no nos ha manifestado esta característica. Sin embargo, las situaciones desconcertantes y nuestro limitado entendimiento no alteran en absoluto quien es Él. Una circunstancia puede no ser buena, pero la bondad de Dios no depende de eso.

La Biblia nos dice que Dios es bueno para con todos (Sal 145.9), y que para Él no hay acepción de personas (Ro 2.11). O bien la Biblia está diciendo la verdad de que Dios muestra su bondad para con todos; o bien, es falsa, y Dios solo es bueno cuando Él decide serlo y para con quienes Él elija. A veces, quisiéramos que Él fuera menos imparcial con su generosidad, cuando a las personas que consideramos malas les está yendo bien en la vida. Jesús dijo que el Señor “hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mt 5.45). Podemos tratar de argumentar que las personas malas no merecen ser tratadas bien en esta vida. Pero debemos recordar que nosotros, incluso como creyentes, tampoco merecemos el favor del Padre celestial. Él nos lo da libremente porque su naturaleza es ser bueno para con los que ama, y Él ama a todo el mundo, tanto a los creyentes como a los incrédulos.

La diferencia es esta: si deseamos recibir la totalidad de la bondad de Dios, debemos creer en Él, aceptar su amor y vivir en obediencia. A quienes le aman y andan en integridad, Él les derrama la totalidad de su favor eternamente, sin negarles nada (Sal 84.11, 12).

Friday, April 7, 2017

La grandeza de Dios | Salmo 139:1-18 | Dr. Charles Stanley | 4/7/17

Dios es infinito. Para nosotros es difícil, con nuestras limitadas mentes humanas, imaginar exactamente lo que eso significa; sin embargo, es importante pensar en su grandeza. Su amor es inconmensurable, y Él es ilimitado en justicia y misericordia. El tiempo y el espacio no pueden contenerle.

¿Podemos ir a alguna parte donde Dios no esté? Puede haber momentos en los que sintamos que queremos escondernos de Él, pero, por fortuna, no hay ningún lugar al que podamos ir que esté fuera de su alcance. Lo último que deberíamos desear es estar separados de Él. Como creyentes, estamos conectados con el Padre para siempre, porque Él es eterno. Se llama a sí mismo el Alfa y la Omega, lo que significa el principio y el fin. Esto no quiere decir que el Señor comenzó en algún momento en el pasado de la eternidad, y que terminará en algún momento en el futuro. Significa que cuando comenzaron el tiempo y el espacio, fue Él quien los creó.

Cuando ellos terminen, Dios seguirá estando allí: Él es “el que es y que era y ha de venir” (Ap 1.8). Este era un concepto revolucionario para la multitud de judíos a quienes Cristo dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Jn 8.58). Entendieron que Jesús, al decir que era uno con Yavé (el nombre de Dios, que significa “Yo soy”), afirmaba ser eterno, y por eso trataron de matarlo, pues consideraban que eso era una blasfemia (Jn 8.59).

Pero Dios no solo es infinito y eterno; Él también es inmutable (Stg 1.17). Mucho de lo que creemos se basa en esta característica de Dios. Podemos confiar en sus promesas, porque ellas nunca cambian, y también en su amor porque éste nunca termina.

Thursday, April 6, 2017

Cómo lidiar con nuestro orgullo | 1 Samuel 24:1-22 | Dr. Charles Stanley | 4/6/17

El orgullo nos hace pensar que podemos manejar por nosotros mismos las situaciones de la vida y hacer nuestros propios planes. Los primeros dos reyes de Israel, Saúl y David, ilustran diferentes maneras de manejar el orgullo.

La elevada opinión que tenía Saúl de sí mismo desembocó en decisiones que fueron contrarias a los mandamientos del Señor. Por ejemplo, después de derrotar a los filisteos, el rey pensó que debía tomar parte del botín de la guerra, aunque Dios le había dicho que no lo hiciera. Cuando fue confrontado por Samuel, contestó que su plan era sacrificar los animales al Señor (cf. 1 S 15.15). Dios vio a través de sus palabras un corazón de orgullo. Si nuestra egolatría controla nuestra manera de pensar, buscaremos las maneras de no obedecer al Señor, y al ser descubiertos, trataremos de justificar nuestra desobediencia, al igual que Saúl.

David, el segundo rey de Israel, que fue escogido mientras Saúl estaba todavía en el trono, demostró la disposición de esperar en Dios para iniciar su reinado. Soportó la ira, los celos y los intentos homicidas de Saúl, pero no quiso vengarse. De hecho, se negó a tomar el trono cuando tuvo oportunidad de hacerlo. No permitió que el orgullo dominara su mente. Posteriormente, David codició la esposa de otro hombre y cometió adulterio, pero cuando fue acusado, su corazón se humilló y se arrepintió (2 S 12.13).

Para evitar una conducta orgullosa, debemos negarnos a actuar independientemente del Señor. Al igual que David, debemos manejar el egocentrismo acudiendo al Señor en confesión. Los pecados de David fueron perdonados. Saúl, por el contrario, nunca reconoció sus errores, y eso lo llevó a su ruina.

Wednesday, April 5, 2017

Nuestra esperanza gloriosa | 1 Corintios 15:20-58 | Dr. Charles Stanley | 4/5/17

Cuando escuchamos la palabra resurrección, la mayoría de nosotros piensa en Jesús resucitado de los muertos, pero su victoria sobre la tumba muestra lo que nos pasará a nosotros, también. Un día, cada creyente que ha muerto experimentará una resurrección corporal como la de Cristo, y quienes estén vivos cuando Él regrese serán transformados de mortales a inmortales.

Una de las primeras preguntas que vienen a la mente es, ¿cómo seremos? No puedo responder eso específicamente; lo único que sé es que vamos a vernos tan bien como el Creador pueda hacernos. ¡Y eso es excelente! Estos humildes cuerpos terrenales serán transformados en cuerpos gloriosos como el del Señor, con excepción de su divinidad, por supuesto. El apóstol Pablo da algunas pistas sobre las características de nuestros cuerpos: serán imperecederos, gloriosos, poderosos y espirituales. Nunca volveremos a experimentar pecado, enfermedad, dolor, sufrimiento, debilidad, agotamiento o muerte.

A veces, la gente me pregunta si seremos reconocibles, es decir, ¿conoceremos a nuestros seres queridos, y nos conocerán ellos a nosotros? Piense en esto: ¿cómo podrían estos cuerpos gloriosos estar limitados en este aspecto si son mucho más avanzados en todo lo demás? Estoy totalmente convencido de que todos nuestros sentidos y capacidades mentales serán mejorados, no disminuidos.

Nos aguarda un futuro glorioso, pero el gozo de un nuevo cuerpo y de una reunión con nuestros seres queridos será superado solo por la emoción de ver al Señor Jesús cara a cara. Él es quien hizo posible todo esto. Por gratitud, amémosle y sirvámosle fielmente mientras estemos en este mundo.

¿Y si no hay resurrección? | 1 Corintios 15:12-19 | Dr. Charles Stanley | 4/4/17

En una fría tarde de noviembre me senté bajo una tienda verde con el ataúd de mi madre delante de mí. ¿Cuántas veces había yo estado en los cementerios, ofreciendo consuelo y la Palabra de Dios a aquellos que habían perdido a un ser querido? Pero esta fue mi primera experiencia al estar al otro lado del ataúd. Mientras estaba allí, un pensamiento terrible me vino a la cabeza: ¡Supongamos que no hay resurrección! Esta idea fue rápidamente rechazada por mi fe y mi confianza en Cristo. Pero duró lo suficiente como para que yo sintiera la desesperación y la desesperanza de tal creencia.

Para ayudarnos a entender la victoria de Cristo sobre la tumba, pensemos en lo que sería la consecuencia de la vida y de la muerte sin la resurrección. Primero, Jesús seguiría muerto. Eso significa que nuestra fe en Él sería inútil, y nuestro mensaje al mundo una mentira. Además, Jesús mismo quedaría como un mentiroso ya que Él afirmó que resucitaría de los muertos.

No habría perdón de nuestros pecados, ni posibilidad de reconciliación con Dios, ni esperanza del cielo. Todos los creyentes fallecidos a lo largo de la historia se habrían perdido. Sin la resurrección, no habría nada positivo que alguien pueda esperar. El destino de todos después de la muerte sería el infierno.

Pero, gracias a Dios, ninguno de estos escenarios son ciertos. Nuestro Salvador vive, nuestros pecados son perdonados, la muerte ha sido derrotada y los creyentes en Cristo tienen seguridad de la eternidad en el cielo con Él. Después de considerar cuán desesperanzados seríamos sin una resurrección, regocijémonos aún más por la grandeza de nuestra salvación.

Tuesday, April 4, 2017

¿Y si no hay resurrección? | 1 Corintios 15:12-19 | Dr. Charles Stanley | 4/4/17

En una fría tarde de noviembre me senté bajo una tienda verde con el ataúd de mi madre delante de mí. ¿Cuántas veces había yo estado en los cementerios, ofreciendo consuelo y la Palabra de Dios a aquellos que habían perdido a un ser querido? Pero esta fue mi primera experiencia al estar al otro lado del ataúd. Mientras estaba allí, un pensamiento terrible me vino a la cabeza: ¡Supongamos que no hay resurrección! Esta idea fue rápidamente rechazada por mi fe y mi confianza en Cristo. Pero duró lo suficiente como para que yo sintiera la desesperación y la desesperanza de tal creencia.

Para ayudarnos a entender la victoria de Cristo sobre la tumba, pensemos en lo que sería la consecuencia de la vida y de la muerte sin la resurrección. Primero, Jesús seguiría muerto. Eso significa que nuestra fe en Él sería inútil, y nuestro mensaje al mundo una mentira. Además, Jesús mismo quedaría como un mentiroso ya que Él afirmó que resucitaría de los muertos.

No habría perdón de nuestros pecados, ni posibilidad de reconciliación con Dios, ni esperanza del cielo. Todos los creyentes fallecidos a lo largo de la historia se habrían perdido. Sin la resurrección, no habría nada positivo que alguien pueda esperar. El destino de todos después de la muerte sería el infierno.

Pero, gracias a Dios, ninguno de estos escenarios son ciertos. Nuestro Salvador vive, nuestros pecados son perdonados, la muerte ha sido derrotada y los creyentes en Cristo tienen seguridad de la eternidad en el cielo con Él. Después de considerar cuán desesperanzados seríamos sin una resurrección, regocijémonos aún más por la grandeza de nuestra salvación.

Monday, April 3, 2017

Busque temprano al Señor | Salmo 63.1-8 Dr. Charles Stanley | 4/3/17

Usted probablemente ha oído decir que la comida más importante del día es el desayuno. Un concepto parecido se aplica a nuestro corazón y a nuestra mente. El combustible que les damos cada mañana afecta en gran medida el resto del día.

David comenzaba su día con Dios. En el Salmo 63, dice que buscaba al Señor de madrugada (que significa encarecidamente). Se despertaba con hambre de su Creador, y después de llenar su anhelante alma con la plenitud de Dios, exclamaba alabanzas y acciones de gracias al Señor. Incluso, cuando llegaba la noche, mientras estaba en su cama, seguía pensando en su Padre celestial.

Imagine lo que es tener un día así, lleno de gozo y de gratitud a Dios, desde temprano hasta tarde por la noche. Esto es posible cuando apartamos el comienzo del día para pasarlo con el Señor, escuchando cómo nos habla a través de su Palabra, a la vez que nosotros le abrimos nuestro corazón en oración. Nuestra bendición será aun mayor si nos mantenemos conscientes del Señor a lo largo del día, y al llegar la noche, contemplando lo que Él es, y la manera como actúa. Buscar al Señor no solo llena nuestra alma vacía, también acrecienta nuestra hambre de Él cada vez más.

¿Le resulta difícil a usted pasar tiempo con el Señor cada mañana? Los hábitos que duran toda una vida comienzan con pasos pequeños, no grandes, y con resoluciones abrumadoras. Comience hoy, apartando al menos quince minutos en la mañana, especialmente antes de llenarse de una lista larga de compromisos. Hágalo durante varios días, y vea si el Señor empieza a satisfacer su alma y a aumentar su hambre de Él.