Thursday, November 30, 2017

Cristo: La fuente de paz | Dr. Charles Stanley | 11/30/17

Colosenses 1.15-20

Antes de conocer a Jesucristo, nuestra vida estaba llena de maldad e incredulidad (Ro 1.18; 2.5, 8). Al igual que nuestro mundo lleno de contienda, clamábamos por paz y tratábamos de encontrarla, pero nuestros esfuerzos fracasaban.

Cuando pusimos la fe en el Salvador, todo eso cambió. Fuimos rescatados del dominio de las tinieblas y trasladados al reino de Cristo (Col 1.13). Cada uno de nuestros pecados —pasados, presentes y futuros— fue perdonado. La justicia divina fue satisfecha por el sacrificio de Cristo, y la ira de Dios sobre nosotros fue quitada. Nos convertimos en nueva creación, lavados por la sangre del Señor Jesús (2 Co 5.17).

Ahora que el poder del pecado sobre nosotros ha sido roto, podemos vivir en armonía con Dios. Él envió al Espíritu Santo para que sea nuestro guía, ayudándonos a experimentar la paz de Cristo (Ro 8.6). También podemos esperar la eternidad en el cielo, donde abundan la justicia, la paz y el gozo (Ro 14.17).

La historia del regreso del hijo pródigo es una ilustración de nuestra reconciliación con el Señor (Lc 15.11-32). El hijo había decidido dejar a su padre, para vivir agradándose a sí mismo. Arrepentido, regresó finalmente al hogar; su padre lo recibió con gozo y lo perdonó, y hubo armonía entre ellos. Dios ha hecho todo esto por nosotros.

Nuestra unidad con el Padre celestial tuvo un gran precio: el sacrificio de su Hijo unigénito. Cristo dio su vida por nosotros, para que pudiéramos ser reconciliados con Dios (Col 1.20). La vida cristiana debe dar testimonio de que el Señor Jesús es la fuente de nuestra paz.

Wednesday, November 29, 2017

La paz con Dios | Dr. Charles Stanley | 11/29/17

Romanos 5.1-2

Un día le pregunté a una camarera que me servía a la mesa. “Si usted pudiera pedirle algo a Dios, ¿qué le pediría?” Su respuesta fue inmediata: “Quiero sentir paz”. Con lágrimas en los ojos, me dijo que su abuela había muerto y esto la tenía turbada emocionalmente.

Muchos en nuestro mundo son como esa joven; desean tener paz interior, pero no tienen ninguna relación con el Señor. Muchas veces, las personas buscan satisfacción intentando mejorar su aspecto, su condición física, su situación económica, o su nivel social —o consumiendo drogas. Pero tales cosas no pueden dar paz al corazón o a la mente. Solo una relación con el Señor Jesús conduce a una paz verdadera.

Antes de ser salvos, éramos esclavos del pecado y vivíamos enfrentados a Dios (Col 1.21). Nuestras rebeliones habían creado una barrera entre Él y nosotros, que no podíamos cruzar con nuestras propias fuerzas. Sin la intervención de Dios, no podríamos haber encontrado el sendero de la paz. Pero nuestro Padre celestial dio la solución perfecta para nuestro problema del pecado. Envió a su Hijo para que Él pagara por nuestras transgresiones y eliminara la separación que había entre Dios y nosotros.

Cuando pusimos la fe en Cristo como nuestro Salvador, fuimos reconciliados con Dios (Ro 5.10). En Cristo, tenemos paz para con el Padre.

Nuestro Dios trino ha dado todo lo necesario para que tengamos paz interior. El Padre celestial nos abrió el camino para que seamos parte de su familia. Jesús ofrece su paz para que podamos experimentar serenidad (Jn 14.27). Y el Espíritu Santo cultiva el fruto de la paz en nuestra vida (Ga 5.22).

Tuesday, November 28, 2017

Herederos de una gran herencia | Dr. Charles Stanley | 11/28/17

Efesios 1.9-14

¿Sabía usted que es heredero de una riqueza inimaginable que nunca se desvanecerá? Si ha creído en Cristo, Dios le tiene una herencia reservada en el cielo. De hecho, Él dice que ya se le ha dado (Efesios 1.11). Su derecho a esta fortuna no se basa en nada de lo que haya hecho, sino en quién es. Si usted pertenece a Cristo, ella le pertenece y le será revelada en el tiempo postrero (1 Pedro 1.4, 5).

Nadie puede quitarnos nuestra herencia, porque Dios la ha garantizado al sellarnos con su Espíritu Santo. La operación ha concluido, y solamente espera la consumación final cuando todo estará bajo el dominio de Cristo. Este sello demuestra su propiedad y autoridad sobre nosotros, y un día llegará nuestra plena redención.

Desde luego, todos queremos saber lo que vamos a heredar. Gran parte de la herencia está más allá de nuestra comprensión limitada, pero la Biblia nos da algunas pistas. Una parte implicará la transformación de nuestro cuerpo y alma. El objetivo para el cual Dios nos predestinó se realizará cuando estemos de pie delante de Él, conformados a la imagen de su Hijo (Ro 8.29; 1 Jn 3.2). Y estos cuerpos débiles y perecederos se transformarán en cuerpos poderosos y gloriosos que estarán libres del pecado y de la muerte (Fil 3.20, 21).

¿Por qué ha hecho el Señor todo esto para nosotros? Para poder mostrarnos por toda la eternidad “las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2.7). Por amor y gratitud a esa bondad tan sorprendente, dediquemos cada día a vivir para Él.

Wednesday, November 22, 2017

Un mandamiento difícil | Dr. Charles Stanley | 11/22/17

1 Tesalonicenses 5.16-18

Muchos mandamientos divinos parecen perfectamente razonables. Con los Diez Mandamientos, por ejemplo, entendemos fácilmente por qué Dios prohíbe el adulterio, los ídolos y el asesinato. Pero, en otras partes, Él da instrucciones que no parecieran lógicas. Veamos por qué nos llama a la tarea, al parecer más allá de la razón, de dar gracias en todo.

La Biblia enseña claramente que dar gracias debe ser un estilo de vida, no algo accidental (Sal 92.1, 2; Fil 4.6, 7). El problema es que, con frecuencia, no nos sentimos agradecidos, particularmente cuando enfrentamos circunstancias dolorosas. En realidad, expresar gratitud por una mala noticia parece algo absurdo. Sin embargo, lo que parece lógico para la mente humana, no puede competir con el conocimiento de Dios en cuanto a lo que es mejor para sus hijos. Por eso, podremos ser felices solo si decidimos dar gracias por todo lo que Él envíe a nuestro camino o permita que suceda.

El Señor sabe que la gratitud afecta poderosamente al creyente. Las pruebas pueden dejarnos sintiéndonos aislados, pero dar gracias a Dios por su cuidado o provisión todo el tiempo, nos recuerda su presencia constante. Al reconocer que Él tiene el control, podemos someter nuestra voluntad a la suya. Aunque nuestras circunstancias puedan seguir siendo las mismas, nuestra actitud es transformada divinamente por medio de la confianza en el Señor.

Dios tiene un propósito para cada circunstancia que permite en nuestra vida, y la gratitud nos debe motivar a tratar de descubrir ese propósito. En el tiempo perfecto de Dios, el plan divino será revelado, y entonces podremos decir con corazón sincero: “¡Gracias, Señor!”

Tuesday, November 21, 2017

Causas de la rebelión | Dr. Charles Stanley | 11/21/17

Romanos 6.12-14

A los ojos de Dios, cualquiera que peca es rebelde, y Romanos 3.23 nos dice que todos somos pecadores. Ahora bien, es comprensible que un incrédulo decida actuar sin tener en cuenta la enseñanza bíblica. Pero, ¿qué de los que hemos dedicado nuestra vida a obedecer a Cristo? ¿Qué nos hace apartarnos de la voluntad de nuestro Padre celestial?

Hay dos tendencias humanas muy fuertes que llevan a la desobediencia: la duda y el orgullo. Ambas pueden ser peligrosamente engañosas.

La duda es la lucha mental sobre si creer o no las promesas de Dios. Desde nuestra limitada perspectiva, no entendemos cómo trabaja el Señor. A veces, su manera de actuar no parece ser el camino correcto; por eso, para obedecer debemos actuar por fe. Podemos sentir como si nos estuviéramos lanzando desde un precipicio, confiando en la cuerda invisible de Dios que nos sostiene.

El orgullo es el pecado que llevó a Satanás a caer del cielo, y es un obstáculo engañoso para el cristiano, también. Todo lo que hagamos motivados por el orgullo es rebeldía contra Dios. Sea cuál sea la causa, el pecado lleva a la muerte. El camino de Dios es la única vía que conduce a la satisfacción, la paz y la vida.

El enemigo quiere atraernos con la duda y el orgullo: creemos que ambos están bien y los justificamos desde nuestra perspectiva. Pero debemos seguir las sabias palabras de Josué: “Escogeos hoy a quién sirváis … pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos 24.15).

Friday, November 17, 2017

Cuando enfrentemos las montañas de la vida | Dr. Charles Stanley | 11/17/17

Zacarías 4.1-10

El pasaje de hoy describe una visión que Dios le dio a Zacarías. En ella, la montaña es una ilustración de una barrera o un obstáculo. Podemos preguntarnos lo que pueden enseñarnos estos extraños sueños hoy en día; pero, aunque las imágenes son extrañas, los principios siguen siendo significativos para nuestra vida.

Zorobabel, líder de Judá, y un grupo de 50.000 personas habían sido liberados por los babilonios para regresar a Jerusalén después de estar cautivos. Aquí, el pueblo de Dios comenzó a reconstruir los muros del templo, pero fueron atacados por los que vivían en las cercanías. Por tanto, el pueblo se desanimó y estuvo dispuesto a darse por vencido.

En el versículo 6, Dios le recordó a Zorobabel, por medio de Zacarías, que el avance se logra “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu”. En otras palabras, cuando Dios nos llama a una tarea, Él mismo asume la responsabilidad de eliminar los obstáculos. Luego el Señor pregunta: “¿Qué eres, oh gran monte?” (Zacarías 4.7). No quedaría más que una llanura una vez que Él actuara por medio de Zorobabel.

No debemos enfrentar las tareas, al parecer insuperables, con nuestras propias fuerzas. En vez, debemos confiar en el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros. Somos como el candelero que debía mantenerse ardiendo en el templo. En el sueño de Zacarías, los olivos a cada lado del candelero estaban derramando aceite en su recipiente, sin ninguna ayuda de los sacerdotes. El Espíritu Santo estaba actuando como los olivos; Él era la promesa de Dios de ayudar al pueblo desanimado. Nosotros, también, podemos confiar en que el Señor nos ayudará cuando enfrentemos cualquier clase de obstáculo.

Wednesday, November 15, 2017

El buen uso del tiempo | Dr. Charles Stanley | 11/15/17

Mateo 25.14-28

Como dice el pasaje de hoy, el Señor nos da capacidades y recursos, y desea que los usemos bien. Uno de estos regalos es el tiempo.

Para manejar bien nuestros días, debemos revisar el día que acabamos de vivir: ¿Qué actividades elegimos? ¿Cuánto tiempo tomó cada una? ¿Cuáles fueron los resultados? Esta disciplina revelará qué es lo más importante para nosotros.

Al mirar de cerca nuestras evaluaciones, podemos determinar lo que guía nuestras decisiones en cuanto al uso del tiempo. Algunas personas simplemente reaccionan la mayor parte del día a circunstancias. Saltan de una cosa a otra, respondiendo llamadas telefónicas, reorganizando estantes, o haciendo cosas que se les presenten en el momento. Pero este estilo de vida no es bueno.

Otras personas usan su tiempo de acuerdo a sus deseos. Quieren relajarse, por lo que al llegar a casa se dedican a ver televisión, o a disfrutar de un pasatiempo. Tales deseos no son malos, pero no deben guiar la mayor parte de nuestras acciones.

Felizmente, también hay personas que viven de acuerdo con lo que consideran importante. Amar a Dios y servir a los demás, por ejemplo, son dos valores bíblicos que deben determinar lo que hagamos con nuestro tiempo.

Si usted hace una lista de sus actividades y calcula el tiempo que le dedica a cada una durante la semana, se sorprenderá al ver cuáles tienen más peso.
Cada momento es un regalo; por tanto, aparte unos minutos cada noche para planificar. Después, reexamine la manera cómo utilizó las últimas 24 horas. Esto le ayudará a vivir con propósito.

Monday, November 13, 2017

Las tres respuestas de Dios a la oración | Dr. Charles Stanley | 11/13/17

Mateo 7.7-11

Muchas veces, los creyentes ven al Todopoderoso como un gran Santa Claus en el cielo: pensamos en nuestras oraciones, no como peticiones, sino como exigencias. Si Dios no nos da lo que le pedimos, tenemos entonces una crisis de fe, creyendo que Él ya no nos responde. El problema está en que no entendemos bien las tres respuestas que da Dios a la oración:

Sí. ¡Nos encanta esta respuesta! No hay nada tan estimulante o que inspire más la fe que el ver cómo el Señor mueve montañas para darnos lo que una vez veíamos como imposible.

No. Aquí es donde comienzan nuestros problemas. Pero tenemos que aceptar el hecho de que Dios también responde “no” a nuestras preguntas. No porque Él sea avaro o indiferente, sino todo lo contrario. Él es generoso, amoroso, y se preocupa por sus hijos. Mateo 7.11 no dice que Dios dará “todo a quienes le pidan”, ¿verdad? No. Dice que el Padre celestial dará lo que sea bueno para aquellos que le pidan. Muchas veces, dar “cosas buenas” significa que Dios nos niegue lo que Él sabe que no es bueno para nosotros.

Espera. Esta respuesta puede ser aun más dura que un “no” directo. Lo que sucede es que algunas cosas que pueden ser buenas, no son buenas para nosotros hoy. Recuerde que Dios es eterno; Él siempre lo ve todo. Por eso, si Él considera que la bendición de mañana no es una bendición hoy, nos la negará por un tiempo, hasta que estemos preparados para recibirla.

Hermano, no reaccione equivocadamente si la respuesta de Dios no es la que usted esperaba. ¡Por el contrario, alabe al Señor por responder sus peticiones de la mejor manera para su vida!

Friday, November 10, 2017

Tres maneras de pensar bien | Dr. Charles Stanley 11/10/17

Filipenses 4.4-9

Todos queremos tener paz y alegría en los momentos difíciles; sentirnos seguros y con la confianza de que el Padre celestial nos ama. Pero, muchas veces, no experimentamos tales cosas por las preocupaciones y otras presiones.

Existen tres maneras de controlar nuestros pensamientos:

Filtrándolos. Imagínese que hay un sistema de red que protege su mente, y que todo lo que usted piense debe primero pasar por él. Si ha creado su filtro basándose en la Palabra de Dios, cualquier idea no bíblica que trate de introducirse activará una alarma de advertencia. Puede chequear cada pensamiento haciéndose algunas preguntas: ¿Cuál es su fuente? ¿A dónde me llevará? ¿Es bíblicamente sano? ¿Va a edificarme o a derribarme? ¿Puedo compartir esto con otra persona? ¿Me hace sentir culpable? ¿Encaja con quien soy como seguidor de Jesucristo?

Seleccionándolos. Dios le ha dado el derecho y el poder para decidir si aceptará o no un pensamiento. Cada vez que una opinión o una enseñanza lleguen a su filtro, puede resolver dejarlas pasar o descartarlas. Si la idea no le parece ni mala ni buena, las mismas preguntas anteriores podrán ayudarle a saber qué hacer después.

Cultivándolos. Aceptar los buenos pensamientos (y rechazar los malos) no es suficiente. Necesitamos meditar en las ideas que se alineen con la Palabra de Dios, y después comenzar a ponerlas en práctica.

Permita que Dios se derrame en su vida y que reine en su mente. Al hacerlo, verá cambios impresionantes.

Thursday, November 9, 2017

¿Quién controla nuestros pensamientos? | Dr. Charles Stanley | 11/9/17

Colosenses 3.1-3

¿Alguna vez ha luchado usted con pensamientos que sabe que no debería tener? Tal vez, a veces, permiten que su mente se desvíe hacia el resentimiento, el orgullo, los deseos pecaminosos o la ira, actitudes y sentimientos que usted sabe que no son buenos. ¿Cómo tiende a responder cuando eso sucede?

Vivimos en un tiempo y una cultura que continuamente bombardean nuestra mente con información, por medio de programas de radio y televisión, películas, periódicos e Internet. A veces, el mensaje es bueno, pero a menudo no lo es. Y la verdad es que nuestro pensamiento nos afecta más de lo que podemos darnos cuenta, moldeándonos en lo que nos estamos convirtiendo. Los pensamientos tienen como fruto las acciones; las acciones, los hábitos; los hábitos, el carácter; y nuestro carácter, nuestro destino.

En la lectura de hoy, el apóstol Pablo insta a los creyentes a “seguir buscando”. En otras palabras, necesitamos buscar a Cristo y continuamente fijar nuestra mente en las cosas de arriba. La Biblia nos asegura que podemos controlar los pensamientos confiando en el Señor (vea 2 Co 10.5) Si buscamos la ayuda de Dios en nuestra manera de pensar, Él moldeará nuestro corazón, y cambiará nuestra atención de cosas materiales e impías, a valores más saludables y espirituales (Fil 4.8).

En el momento que depositamos nuestra fe en Jesús, nos convertimos en personas nuevas. En esto se basa la capacidad de pensar correctamente (es decir, de pensar más como Cristo) y, por tanto, de tomar decisiones sabias en la vida. Esto no significa que siempre tendremos pensamientos rectos, pero sí el poder por el Espíritu Santo de dirigir nuestra mente en la dirección celestial.

Wednesday, November 8, 2017

Amados, pero perdidos | Dr. Charles Stanley | 11/8/17

Juan 3:16-19

Por la fe en el Señor Jesús, pasamos de nuestra condición perdida a la adopción en la familia de Dios. A menos que pongamos nuestra fe en Cristo, nos enfrentamos a la separación permanente del Padre celestial. En el día del juicio, el destino eterno de cada persona será determinado según su estado espiritual. Los miembros de la familia de Dios vivirán en el cielo con Él. Pero quienes permanezcan ciegos a la verdad divina, que se encuentra solamente en Cristo, serán enviados a una vida de tormento eterno (Ap 20.12-15).

Muchas personas tienen problemas para compaginar esta enseñanza con el concepto de un Dios amoroso. Razonan que el amor no condenaría a nadie al tormento. La verdad es que el Padre celestial desea la reconciliación con el hombre, no la separación. Su amor por nosotros lo motivó a darnos todo lo que necesitamos para recibir perdón y así reconciliarnos con Él. La persona tiene la alternativa de rechazar o aceptar la provisión de Dios de Jesús como el remedio al problema del pecado. Una persona no salva no puede culpar a Dios por su estado eterno; su sufrimiento se deberá a su rebeldía contra el Señor.

Otra objeción común es “El amor debe aceptar a la persona, basándose en su moralidad y sus buenas obras”. Este argumento da por sentado que Dios pasa por alto el pecado, y que basa su decisión en la conducta de la persona. Pero, por Él ser santo y justo, no permitirá que el pecado quede impune. No obstante, por su gran amor, proveyó un medio para que nuestra deuda de pecado fuera pagada, por medio de la muerte expiatoria de Jesucristo.

Dios no actúa con favoritismo. Él brinda su amor a todo el mundo perdido, e invita a todos a venir a Él por medio de la fe en su Hijo Jesucristo.

Tuesday, November 7, 2017

¿Quiénes son los “perdidos”? | Dr. Charles Stanley | 11/7/17

Lucas 19.1-10

Zaqueo trabajaba como jefe de los recaudadores de impuestos para el gobierno romano, y por su profesión era despreciado por sus coterráneos judíos. Cuando Jesús lo descubrió y le pidió visitar su casa, la multitud quedó consternada: el Señor se estaba relacionando con alguien cuya conducta le hacía pecador a los ojos de ellos. El Salvador respondió: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc 19.10).

La palabra perdido es un término bíblico que se utiliza para describir la situación espiritual de toda persona que todavía no ha recibido a Jesucristo como Salvador personal. En ese estado, una persona está separada de Dios: hay vida física, pero no conexión espiritual con el Padre celestial. Perdido no tiene nada que ver con la ubicación física; se refiere a falta de vida espiritual (Ef 2.1), cuando la mente está ciega a la verdad de Dios.

La humanidad se convirtió en pecadora por la acción desobediente del primer ser humano: Adán. Cuando él apoyó el plan de Eva y desobedeció a Dios, su naturaleza se volvió rebelde, y todas las generaciones a partir de entonces han heredado sus tendencias carnales pecaminosas. Toda persona nace en este mundo con una naturaleza que no busca a Dios (Ro 5.12).

Zaqueo era pecador por su condición perdida, no por su codiciosa profesión. La buena conducta no nos hace cristianos, ni la mala nos descalifica. El recaudador de impuestos recibió la salvación por su fe en Jesús. Al confiar en Cristo como Salvador, nosotros, al igual que Zaqueo, ya no estamos perdidos; somos hechos espiritualmente vivos. ¡Aleluya!

Monday, November 6, 2017

Resistir los apetitos carnales Dr. Charles Stanley | 11/6/17

Efesios 2.1-7

El Espíritu Santo guía a los creyentes a tomar decisiones sabias y correctas. Pero cuando los cristianos no escuchan, pueden elegir seguir lo que corresponde a la carne.

Después de que la serpiente habló a Eva, ella, sin duda, le dio una buena mirada al árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn 2.17; 3.3, 6). No importa lo que hubiera pensado antes del árbol, ahora lo veía con nuevos ojos —con ojos enfocados en la carne. Génesis 3 nos dice que el árbol prohibido atrajo a Eva de tres maneras: 1) era bueno para comer, 2) agradable a los ojos y 3) codiciable para alcanzar sabiduría.

Es decir, podía satisfacer tres deseos humanos legítimos: de comida apetitosa, de belleza y de sabiduría. No hay nada de malo en estos deseos dados por Dios. El Señor había creado una diversidad de alimentos, y una tierra repleta de vistas impresionantes para que la humanidad pudiera disfrutar de ellas. Él también da el Espíritu Santo como una fuente de su verdadero conocimiento y sabiduría. De hecho, es el Espíritu quien enseña a los creyentes a mantener bajo control y en equilibrio los apetitos carnales.

Por su parte, Satanás se esfuerza por pervertir los deseos sanos. Aborrece ver satisfechos los apetitos de las personas. Lo que quiere es ver que la persona sienta el deseo de tener algo bueno, hasta ser controlada por el deseo de tenerla.

El diablo se alegra cuando las personas se convierten en esclavas de un deseo que, en el contexto adecuado, el Señor quiso que disfrutaran con libertad. El creyente que anda en el Espíritu Santo prefiere los deseos que están dentro de los límites impuestos por Dios. Es así como recibimos lo mejor de Él.

Friday, November 3, 2017

La gracia suficiente | Dr. Charles Stanley | 11/03/17

2 Corintios 12.7-10

“Creí que la vida cristiana sería más fácil”. ¿Ha pensado usted de esa manera? A veces, llegamos a la familia de Dios con la idea de que el Padre celestial arreglará todos nuestros problemas, y que se dedicará a nuestra felicidad y bienestar. Sin embargo, esa no es la realidad que vemos en la Biblia. Pablo fue un hombre a quien el Señor utilizó enormemente, pero su vida no fue nada fácil.

De hecho, en cierto momento, el apóstol pensó que su dolor era una carga demasiado pesada, y le rogó a Dios que se lo quitara. No hay nada de malo en pedirle al Señor que alivie nuestro sufrimiento; pero, ¿cuál debe ser nuestra respuesta si Él no lo hace? Pablo probablemente no imaginó que su experiencia quedaría registrada en la Biblia para consolar y guiar a los creyentes a lo largo de los siglos. La promesa que Dios le dio se aplica también a nosotros: “Bástate mi gracia” (2 Co 12.9).

La gracia de Dios podría definirse como su provisión en el momento de nuestra necesidad. El problema es que, a veces, no parece que el Señor está realmente respondiendo a ella. Pero Él ve las deficiencias, los resultados y las complicaciones que nosotros no vemos. Sus propósitos implican el crecimiento espiritual, moldearnos para ser más como Cristo y fortalecer nuestra fe. Y las pruebas juegan un papel vital en la consecución de estos objetivos.

Lo importante es cómo reaccionemos. Si lo único que usted quiere es alivio, podría terminar lleno de ira y dudas. Pero si su deseo es llegar a ser la persona que Dios quiere que sea, verá cada prueba como una oportunidad para que Cristo refleje su naturaleza en usted, y le fortalezca.

Wednesday, November 1, 2017

La pasión por obedecer | Dr. Charles Stanley | 11/1/17

Juan 14.15

Para un sermón que prediqué hace varios años, escribí una lista de puntos y lo titulé “La evolución de la pasión por obedecer a Dios”. Esa pasión no surge completamente en el momento de la salvación. Es verdad que iniciamos nuestra nueva vida en Cristo con el deseo de agradarle; pero eso no incluye el obedecerlo, sino que la búsqueda resuelta e intensa de su voluntad se desarrolla más lentamente.

De hecho, la primera etapa —el temor a las consecuencias de la desobediencia— escasamente se considera como temor a Dios. Pero al avanzar en nuestra fe y al comprometernos a obedecerle, llegamos con el tiempo a la etapa final, que es el amor y la devoción a Cristo.

Ir de la primera etapa a la última comienza con lo que usted puede esperar: un conocimiento mayor de Jesucristo. A medida que profundizamos en la Palabra descubrimos quién es Él y cómo es su corazón, así que comenzamos a confiar en que proveerá para nosotros. Personas como María, Moisés, David y Pablo no estuvieron satisfechos con lo que el mundo podía ofrecerles, ni tampoco lo estaremos nosotros cuando seamos testigos de la obra de Dios. Reconoceremos la sabiduría de obedecer a nuestro Padre celestial —no solo por las bendiciones que ha prometido, sino porque Él sabe qué es lo mejor para nosotros y nos ama.

¿Se encuentra usted entre el temor y la devoción a Dios? Tengo la esperanza de que se haya comprometido a obedecer a Dios y de que esté leyendo la Palabra cada día. Dios quiere que usted le dé lo mejor, porque Él le está dando lo mejor.