Monday, October 31, 2016

Nuestra obra de amor | Dr. Charles Stanley | 10/31/16

En el momento que ponemos nuestra fe en Cristo como Salvador personal nos convertimos en nuevas criaturas. Este es un acto de amor del Padre celestial; nos da una vida nueva y nos adopta en su familia. Él tiene, también, un plan hecho a la medida de cada creyente para que cada uno realice un trabajo específico.

Una vez que somos salvos, el resto de nuestros días son para cumplir los propósitos de Dios para nuestra vida. Estamos llamados a ser discípulos de Jesús, actuando en su nombre y trabajando celosamente para Dios, como lo hizo el Salvador. El mundo tiene hambre de las buenas nuevas que nosotros debemos darle.

La redención es un regalo de Dios (Ef 2. 8, 9). La salvación es por gracia, no por gracia más obras. Pero una vez que somos salvos, Dios quiere que hagamos buenas obras; y el Espíritu Santo lleva a cabo los planes de Jesús por medio de sus seguidores.

Dios se ha comprometido a guiar y equipar a los creyentes. No importa lo que el Señor nos llame a hacer, Él nos dará las capacidades y los recursos necesarios. Su Espíritu Santo nos enseñará todo lo que necesitemos saber. El Señor espera que nuestro servicio a Él sea lo prioritario, y que usemos nuestro tiempo, capacidades y recursos para Él. La edad no nos descalifica para su servicio, y nunca hay un tiempo para la jubilación espiritual.

Mientras estemos viviendo en este mundo, nuestro estilo de vida debe ser de servicio fiel y entusiasta a la causa de Cristo. Permita que el trabajo que hace para Dios sea una genuina obra de amor.

Saturday, October 29, 2016

Características de un espíritu generoso | Dr. Charles Stanley | 10/29/16

Cuando nos enteramos de una necesidad, podemos sentir el deseo de dar, pero entonces nuestra cuenta bancaria nos convence que hacerlo no es posible. Aunque entendemos que la generosidad debe caracterizar a los creyentes, a veces parece que la única manera de ser generosos es siendo ricos.

Los cristianos de Macedonia demostraron que no es así. Pablo los utilizó como un modelo de generosidad, y eso motivó a los corintios a cumplir su promesa de dar para la iglesia en Jerusalén. Por el ejemplo de las iglesias de Macedonia en la lectura de hoy, vemos lo que caracteriza un espíritu generoso.

Una persona generosa es sensible a las necesidades de los demás. Aunque los creyentes de Macedonia tenían grandes pruebas de tribulación, eso no les impedía sentir compasión por las necesidades de sus hermanos en Cristo (2 Corintios 8.2).

Un espíritu generoso ve las necesidades como oportunidades. Lejos de tenerle miedo a las necesidades, ellos, en realidad, le rogaron a Pablo que les permitieran ayudar a los creyentes de Jerusalén (2 Corintios 8.4).

La liberalidad fluye de una vida rendida a Dios. Antes de dar, estos creyentes se dieron primeramente al Señor en obediencia a su voluntad (2 Corintios 8.5).

La generosidad no es una emoción sino una decisión. La iglesia en Corinto fue movida también a contribuir, pero descubrieron lo mismo que nosotros —que “querer” dar no es lo mismo que “cumplir” en hacerlo (2 Corintios 8.11).

Un espíritu generoso no tiene nada que ver con la cantidad de dinero que tengamos, sino de cuánto de nosotros tiene el Señor. Cuando estamos totalmente rendidos a Él, nos da la gracia que necesitamos para compartir lo que tenemos —ya sea tiempo, dones o dinero.

Friday, October 28, 2016

Nuestro generoso Proveedor | Dr. Charles Stanley | 10/28/16

La generosidad es un término que solemos asociar con las personas, pero, ¿ha pensado usted alguna vez cuán generoso es el Señor? Primero, Él creó la Tierra y todo lo que hay en ella para la humanidad. Hizo el sol para iluminar y hacer crecer la vegetación. Y además, envía la lluvia para regar la tierra y saciar nuestra sed. El Señor ha dispuesto todo con abundancia para suplir nuestras necesidades físicas.

Esto por sí solo debería hacer que nos asombremos por su amor y cuidado por nosotros, pero su generosidad no termina con las necesidades físicas. También ha provisto para nuestras necesidades espirituales por medio de su Hijo. Como resultado de la muerte de Jesús en la cruz por nuestros pecados, los que creemos en Él hemos sido reconciliados con Dios y recibido un caudal de bendiciones espirituales. Tenemos su Palabra que nos guía, su Espíritu que nos da poder y nos transforma a la imagen de Cristo, y su iglesia para alentarnos y apoyarnos. Pero su generosidad no termina allí.

El Señor también nos ha prometido una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible en los cielos (1 P 1.4). Todo lo que Él ha preparado para nosotros está más allá de nuestra comprensión humana, pero Apocalipsis 21—22 describen el nuevo cielo y la nueva tierra como lugares de abundancia y bendición, no contaminados por el pecado y la muerte.

A la luz de todo lo que el Señor ha provisto y prometido con tanta abundancia, la gratitud debe ser nuestra primera reacción. Además, ya que somos su pueblo, estamos llamados a andar en su Espíritu; y ser generosos. Eso significa atender no solo necesidades físicas, sino también espirituales, anunciando el evangelio y alentando a los hermanos en Cristo.

Thursday, October 27, 2016

El llamado de Dios al arrepentimiento | Dr. Charles Stanley | 10/27/16

En la parábola del hijo pródigo, el hermano menor pidió recibir su herencia antes de tiempo para poder vivir como quería. Después que el Padre le dio su parte, tomó muchas decisiones imprudentes que lo llevaron al hambre y a la indigencia. Lo que pasó después ilustra el principio del arrepentimiento según Dios.

Después de despilfarrar todo su dinero, el joven se encontró alimentando puercos, uno de los trabajos más bajos. Un día volvió a sus cabales y reconoció su terrible situación. Su arrepentimiento comenzó con la conciencia de que había pecado contra Dios (Lucas 15.18) y que la situación que vivía era consecuencia de sus propios actos.

Al reconocer su conducta pecaminosa, declaró que ya no era digno de ser llamado hijo de su padre. Su sincero arrepentimiento y su confesión llevaron al joven a dejar todo y regresar a su casa. Su arrepentimiento fue total cuando se volvió de sus viejos caminos y regresó a su padre. El Señor nos llama, del mismo modo, a arrepentirnos y volver a Él.

¡Qué gran bienvenida recibió el hijo pródigo! Después de verlo, el padre se llenó de compasión y corrió a abrazarlo. El hijo recibió perdón y aceptación, dos bendiciones que Dios ofrece a todo aquel que le pida.

El hijo pródigo no se limpió antes de volver al hogar. Simplemente dejó su vieja vida, regresó a casa y confió en la misericordia de su padre. También el Señor nos llama a arrepentirnos, y nos ofrece perdón cuando nos apartamos de nuestros caminos, y buscamos la santidad (1 Jn 1.9).

Wednesday, October 26, 2016

El arrepentimiento genuino | Dr. Charles Stanley | 10/26/16

Porque deseamos ser más como Jesús, tomamos resoluciones, le pedimos ayuda y tratamos de actuar de otra forma. Pero, a pesar de nuestros mejores esfuerzos para obedecer a Dios, caemos de nuevo en los hábitos viejos. Frustrados, es posible que le preguntemos: “¿Por qué no puedo cambiar?”.

Es porque vencer las actitudes y las conductas pecaminosas comienza con el arrepentimiento genuino, lo cual tiene tres aspectos.

Convicción. El Espíritu Santo nos revelará nuestras faltas, y nos convencerá de pecado. El arrepentimiento comienza con comprender en qué cosas nos hemos descarriado.

Contrición. La tristeza genuina surge del reconocimiento de que hemos pecado contra Dios. La infelicidad humana tiene su origen, por lo general, cuando somos sorprendidos haciendo lo malo. Otras veces, nos sentimos desdichados debido a dónde nos han llevado nuestras decisiones, o por la vergüenza de lo que dirán los demás. La contrición verdadera es seguida por la confesión humilde.

Compromiso. El arrepentimiento genuino es total cuando nos comprometemos de todo corazón a apartarnos de nuestra vieja conducta, y tratar de vivir rectamente. Dios sabe que no viviremos perfectamente; lo que Él busca es un corazón rendido que quiera obedecerle.

Pablo utilizó palabras fuertes cuando habló de apartarnos de la iniquidad: “Haced morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal” (Col 3.5 NVI). ¿Está usted arrepentido de verdad, y comprometido a dejar ese pecado de forma permanente? El Espíritu Santo le dará el poder para cambiar.

Tuesday, October 25, 2016

La carga de pecado | Dr. Charles Stanley | 10/25/16

Las cargas que llevamos vienen en todas formas, tamaños y variedades. Muchas son pesadas, pero hay una carga que es aun más pesada, y que se remonta al huerto del Edén.

Desde que Adán y Eva comieron la fruta prohibida (Gn 3.6), todas las personas han nacido con un corazón pecaminoso. La santidad y el pecado no pueden mezclarse. Por tanto, en nuestro estado natural, ninguno de nosotros es capaz de tener comunión con Dios.

Peor aún, seguimos haciendo lo malo. La Biblia dice que cada uno de nosotros se ha desviado, como una oveja descarriada de su pastor (Is 53.6). Así que, por sí misma, ninguna persona tiene acceso a Dios. Y no hay nada que nosotros, como seres humanos caídos podamos hacer para remediar la situación. Esta es la carga más pesada.

Pero nuestro Creador nos amó tanto que envió a su Hijo para vivir sin pecar. Jesús tenía perfecta comunión con el Padre, pero tomó nuestro pecado y castigo, muriendo en la cruz en lugar nuestro. Y luego venció a la muerte al levantarse para vivir de nuevo.

Su expiación por nuestros pecados es un regalo que está disponible para todo aquel que crea. Él desea que nos veamos libres de la carga del pecado que hay en nuestro corazón. Solo entonces experimentaremos vida y libertad verdaderas.

¿Ha recibido usted el regalo de la salvación de Dios? Jesús le ama tanto, que dio su vida para relacionarse con usted. Si pone su fe en Cristo y acepta su muerte como la expiación por el pecado que usted ha cometido, Él le perdonará toda su maldad y le dará la bienvenida a la senda de la vida verdadera.

Saturday, October 22, 2016

Un corazón agradable a Dios | Dr. Charles Stanley | 10/22/2016

El Señor promete concedernos los deseos de nuestro corazón, pero muchas personas toman este pasaje fuera de contexto, olvidando que su manera de pensar tiene una parte vital en hacer que se cumplan. Como dijo mi madre una vez: “Donde vaya tu mente, irán tus pies; por tanto, ten cuidado con lo que piensas”.

¿Cuál es su responsabilidad cuando se trata de pedirle algo a Dios?

Deléitese en el Señor (Salmo 37.4). Los cristianos deben regocijarse en Dios y andar en obediencia. El Señor debe ocupar el primer lugar en su vida antes de poder pedir que la promesa de este versículo se haga realidad en su vida.

Encomiende su camino al Señor (Salmo 37.5). Permita que Dios cambie cualquier aspecto de su deseo que no sea la voluntad de Él. Recuerde que cuando Él no responde una oración como usted desea es por alguna razón.

Confíe en Él (Salmo 37.5). Dios es misericordioso, omnisciente, benigno y generoso. Puede confiarle sus esperanzas y sus sueños.

Descanse en Él (Salmo 37.7). Confíe en que responderá sus oraciones en su tiempo, o que transformará sus aspiraciones para conformarlas a la voluntad de Él.

Espere en el Señor con paciencia (Salmo 37.7). Jesús esperó treinta años antes de comenzar su ministerio de tres años en la Tierra. De acuerdo con su ejemplo, esperar es uno de los principios clave de la vida cristiana.

¿Están alineados sus deseos con el propósito y el plan de Dios para su vida? Él anhela dar a sus seguidores bendiciones abundantes y plenitud de gozo. Por tanto, deje que sus sueños se conformen a la voluntad del Señor. Solo si se rinde a Él experimentará lo mejor que Él tiene para su vida.

Friday, October 21, 2016

Un corazón mundano | Dr. Charles Stanley | 10/21/16

Dios nos amonesta en contra de los malos deseos, porque las pasiones pecaminosas pueden producir vacío, sufrimiento, frustración, dolor e incluso muerte. Los creyentes sabios dejan que el Padre dirija sus anhelos, y luego hacen los cambios que sean necesarios.

Los deseos impuros han sido parte de la naturaleza “carnal” desde la caída del hombre, y puede ser difícil identificarlos en uno mismo. En vez de pecados evidentes como el robo, las drogas o la inmoralidad sexual, esos deseos involucran más a menudo actitudes y conductas sutiles, como desear el fracaso de un rival, el desprecio a la autoridad (2 P 2.10), la obsesión por las riquezas (1 Ti 6.9), o incluso hablar con palabras vanas. Puesto que las pasiones mundanas pueden causar gran daño (2 P 2.18), los creyentes deben rechazarlas (Tit 2.11, 12). Pero no podemos vencer estos deseos con nuestras fuerzas. La única manera de vivir rectamente es sometiéndonos al Espíritu de Dios.

El Señor conoce nuestros deseos, y entiende los errores cometidos sin querer. Cuando un creyente interpreta mal la guía del Espíritu o recibe un mal consejo, Dios mira el corazón. Puede permitir que suframos las consecuencias de una mala decisión, pero no avergonzará a sus hijos cuando comenten un error involuntario. Él puede convertir una situación mala en algo bueno (Ro 8.28).

Dios puede salvarnos de los deseos mundanos, pero debemos estar dispuestos a dedicarnos a Él y a confiar en Él. Cuando ponemos nuestra vida por completo en las manos del Padre, podemos pedir las maravillosas promesas que Él tiene para nosotros, y después descansar en su gracia.

Thursday, October 20, 2016

Los deseos de nuestro corazón | Dr. Charles Stanley | 10/20/16

Si usted pudiera tener cualquier cosa que quisiera, ¿qué sería? Su respuesta revelará mucho acerca de quién es usted. El salmista escribe: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal 37.4). No hay nada malo en tener anhelos; ellos nos motivan a lograr grandes cosas. Pero no todos nuestros deseos proceden de Dios. Piense en sus aspiraciones, y lo que ellas dicen acerca de quién es usted:

¿Desea ocupar una posición de autoridad para tener todo bajo control? Esto puede ser muy peligroso si se usa para manipular a otros; más que autoridad debe desear búsqueda de justicia.
¿Sueña con fama y riqueza? Quizás haya un vacío en su alma que esté tratando de llenar. Pero solo Dios puede satisfacer las insaciables necesidades del corazón humano.
¿Teme usted pedirle al Señor lo que quiere? Tal vez piense que Él no le escuchará, pero Dios nos dice que nos acerquemos a su trono con osadía y confianza (He 4.16).
Si el Señor no da una respuesta afirmativa a sus oraciones, pídale que los deseos que usted tiene sean conformes a la voluntad de Él. No haga nada por su propia cuenta tratando de lograr lo que quiere. Siempre hay un alto precio que pagar por rebelarse contra Dios.

Dios cuida de nosotros generosamente, pero eso no significa que podamos esperar que nos dé todo lo que queramos. Solo cuando nuestros sueños se alinean con su plan, Él los realiza. Los pensamientos que nos preocupan son un barómetro exacto del estado de nuestra relación con Cristo.

Wednesday, October 19, 2016

A solas con Dios | Dr. Charles Stanley | 10/19/16

¿Qué lugar ocupa la oración en su agenda diaria? No estoy hablando de los momentos en que ora cuando se dirige al trabajo o mientras desayuna, sino en las ocasiones que está a solas con Dios —usted y Él solamente. Aunque la oración en cualquier momento es buena, también necesitamos tener un lugar y un tiempo determinados para encontrarnos con el Señor cada día.

A pesar de que era el Hijo de Dios, Jesús reconocía la importancia del tiempo de oración a solas. No hacía nada por iniciativa propia, sino que vivía en dependencia del Padre; actuaba solo cuando el Padre le comunicaba sus instrucciones. En la lectura de hoy, no sabemos exactamente por cuáles cosas oró Jesús, pero cuando los discípulos interrumpieron su tiempo de oración matinal, era obvio que había recibido la dirección de su Padre para ese día —ir “a los lugares vecinos” para predicar.

Jesús fue el ejemplo perfecto de una vida guiada por el Espíritu, y la oración jugaba un papel vital. Puesto que hemos de seguir su ejemplo, ¿no tiene sentido que nos reunamos con Dios cada mañana temprano en preparación para el día? Este es el momento para poner nuestras preocupaciones a sus pies, buscar dirección para el día, confiar en Él en cuanto a provisión y protección, e interceder por otras personas.

Aunque muchas cosas exigen nuestro tiempo y atención, no podemos permitirnos descuidar la oración. El fruto de no orar es la debilidad espiritual, necesidades no satisfechas, ansiedad e ingratitud. Pero si hacemos de la oración una prioridad, tendremos un fundamento firme para enfrentar todo lo que se nos presente.

Tuesday, October 18, 2016

Un enemigo real | Dr. Charles Stanley | 10/18/16

Hagamos un pequeño juego. Imagínese que usted es un soldado en tiempo de guerra. Tuvo el entrenamiento básico, aprendió a usar las armas de guerra, memorizó todas las estrategias importantes del combate y se está dirigiendo a la batalla.

Usted ha visto la guerra en los medios informativos. Sus amigos ya han sido enviados, y ahora usted se encuentra en las líneas del frente viendo las explosiones y la desolación a su alrededor. Sabe, sin duda alguna, que hay un enemigo que quiere destruirle.

Imagínese ahora que un compañero de milicia llega donde está usted, y le dice: “En realidad, no creo que haya un enemigo allí. Pienso que eso es un mito, o quizás una metáfora. No es real”.

¡Qué ridiculez! Allí, en medio de la batalla, con camaradas caídos y las municiones utilizadas cubriendo el campo de batalla, ¿cómo puede una persona inteligente no reconocer la presencia del enemigo? Resulta inconcebible.

Sin embargo, esta misma situación es la que está teniendo lugar en las iglesias alrededor del mundo. A pesar de la evidencia de la guerra y de la clara y específica naturaleza de los ataques, un sorprendente número de cristianos no cree en la existencia de Satanás. Lo cual es un terrible error.

Hay un enemigo muy real y personal acechándole ahora mismo, esperando la oportunidad para destruirle por completo. Si usted quiere crecer y madurar en la vida cristiana, debe entonces tomar con seriedad esta batalla.
¿Está usted preparado? Póngase su armadura espiritual, y siga al Señor en la batalla. Él está a su lado.

Monday, October 17, 2016

Vestidos para la batalla | Dr. Charles Stanley | 10/17/16

Cuando usted se despierta por la mañana y se viste para el nuevo día, probablemente no piensa en que ha entrado en un campo de batalla. Pero el enemigo nos rodea por todas partes, atacando siempre nuestra mente y nuestro corazón con tentaciones, reveses, problemas emocionales y otras cosas más. Hay días en los que nos sentimos como en un frente de batalla sin ninguna protección.

Allí está nuestro malentendido; sí tenemos protección, porque el Señor ha provisto para nuestra necesidad en la batalla. Él no nos ha enviado a la guerra desprotegidos, sino que nos ha dado una armadura que el enemigo no puede penetrar: la armadura de Dios.

En Efesios 6.10-18, el apóstol Pablo nos dice, paso a paso, cómo prepararnos para nuestra batalla diaria, pero la mayoría de los cristianos no le ponen atención al consejo. Decimos: “Bueno, es una bonita metáfora, pero no debemos tomarla literalmente. Después de todo, la armadura no es real”. Sí, sí lo es. Es tan real como la ropa que llevamos puesta.

¿Quiere usted ver un cambio dramático en su vida? ¿Quiere mantenerse firme ante las adversidades? ¿Quiere vencer las tentaciones? Entonces necesita estar vestido para la batalla.

Le reto a ponerse su armadura espiritual cada día durante los siguientes siete días. Póngase cada pieza a la vez: el yelmo de la salvación, la coraza de justicia, el cinturón de la verdad, el calzado de la paz, el escudo de la fe y la espada del Espíritu de Dios. Y al hacerlo, medite cada día en Efesios 6.10-18, y vea lo que Dios hará.

Friday, October 14, 2016

Debemos entender nuestro llamamiento | Dr. Charles Stanley | 10/14/16

Me gusta usar la palabra creyente cuando hablo de los hijos de Dios, ya que se refiere específicamente a quienes han creído en Jesucristo como Salvador. Es una población mucho más pequeña que aquellos que se autodenominan cristianos. Pero ¿sabía usted que aun menor es el número de quienes pueden ser llamados legítimamente “seguidores”? Estos son aquellos que obedecen con pasión la voluntad de Cristo en todas las cosas.

¿Es usted un creyente o un seguidor? Confiar en Jesucristo es fundamental, pero eso es solo el primer paso de fe. Nuestro objetivo primordial es hacer el largo viaje de la vida siguiendo las pisadas del Señor, honrándole con nuestras acciones y palabras, y creciendo siempre en sabiduría bíblica.

La vida de un seguidor está resumida en la frase obediencia total. De hecho, el Señor define como cristianos verdaderos a quienes demuestran su amor por Él guardando su palabra (Jn 14.23). Cuando se trata de obedecer a Dios, hay solo dos respuestas: “Sí” o “No”. Es tentador decir: “Sí, pero …” como hicieron algunos discípulos potenciales del Señor Jesús, pero esa es una manera indirecta de decir “no”. Los seguidores verdaderos siguen siendo fieles al plan del Señor, ya sea fácil o difícil. Y además, lo proclaman tanto en la bendición como en la calamidad, y van adonde Él les esté llevando.

Los seguidores verdaderos buscan al Señor, porque saben que la recompensa es una relación más estrecha con Él. No esperan únicamente pasar la eternidad con Dios, sino que entienden que la eternidad comienza cuando lo acompañan en la senda de justicia que Él ha puesto delante de ellos.

Thursday, October 13, 2016

Obstáculos para la fe | Dr. Charles Stanley | 10/13/16

Dios nos permite llevar a cabo su plan para nuestra vida. Cuando no llegamos a lograr las metas que Él nos ha puesto, no es porque el Señor, de alguna manera, haya fallado en darnos lo necesario. Es porque el fracaso, por lo general, es el resultado de un obstáculo que hay en nuestro corazón —una actitud que constituye un estorbo para nuestra fe. Como resultado, el flujo del poder de Dios se ve obstaculizado, y no podemos llegar a ser quienes Él desea que seamos.

Moisés es un ejemplo dramático del potencial destructivo que tienen los obstáculos para la fe. Llamado a una de las mayores misiones en toda la Biblia, el futuro líder respondió con excusas de por qué no podía obedecer.

Las excusas para desobedecer no han cambiado mucho desde el encuentro de Moisés con la zarza ardiente. Trató de esconderse detrás de los mismos obstáculos para la fe que los creyentes alegan hoy: una baja autoestima (Éx 3.11, 12), ignorancia en cuanto a Dios (Éx 3.13-21), dudas de sí mismos (Éx 4.1-9), sentimientos de incompetencia (Éx 4.10, 11), y temor a fracasar (Éx 4.12, 13). Cada vez que Moisés se quejaba de que el Señor se había equivocado de persona, Dios le respondía con una firme y convincente refutación.

El tema de las respuestas a Dios es algo que todos los creyentes necesitamos entender, como lo hizo Moisés finalmente —es decir, que cuando somos llamados a servir, nuestras fuerzas, habilidades y conocimientos no importan. Es el Señor quien hace el trabajo por medio de nosotros. Él no busca a la persona más calificada sino a hombres y mujeres dispuestos a rendirse a Él. Cuando su poder obra por medio de nuestras debilidades, es evidente que solamente Dios pudo haber logrado el resultado.

Wednesday, October 12, 2016

El mensaje de la cruz | Dr. Charles Stanley | 10/13/16

Roma utilizaba la cruz como un método brutal de ejecución de criminales. Pero, por medio del sacrificio de Jesús, el mensaje de la cruz se convirtió en un mensaje de esperanza y vida.

La cruz significó cosas distintas para diferentes personas en el relato del evangelio. Para Pilato, el gobernador de Judea, fue donde murió un hombre inocente. Los fariseos y los saduceos, por el contrario, vieron la cruz como la herramienta para eliminar un problema.

Cuando Judas se enteró de que Jesús fue condenado a morir, se angustió mucho. Creo que el traidor había pensado que sus acciones iban a forzar a Jesús a proclamar su reino; Judas pensaba que iba a tener una posición alta en el nuevo gobierno. En vez de eso, su error de cálculo destrozó sus ambiciones personales.

En aquella sociedad, la cruz representaba el castigo por un delito vergonzoso. Por conocer la perfección de la vida de su hijo, y su identidad como el Hijo de Dios, María sabía que Él no merecía la cruz. Tampoco tuvo dudas de que la cruz era el cumplimiento de una profecía; pues, cuando Jesús tenía apenas unos días de nacido, Simeón profetizó que algún día a ella una espada le traspasaría el alma (Lc 2.34, 35). La cruz hizo que fuera así.

Para los discípulos de Jesús, la crucifixión fue el momento en que su amado amigo y Mesías había muerto. Su estrecha relación con Jesús parecía haber terminado, al igual que su sueño de ser liberados de la dominación romana.
¿Qué significa la cruz para usted? ¿El lugar donde un hombre bueno perdió la vida, donde un rebelde fue eliminado, o donde el Hijo de Dios murió para salvarle?

Tuesday, October 11, 2016

El significado de la cruz | Dr. Charles Stanley | 10/11/16

La cruz —el símbolo del cristianismo— tiene un gran significado para Dios. Primero, por medio de la muerte de Jesús, el Padre proclamó el valor de cada ser humano: Él ofrece perdón y vida eterna a toda persona que pone su fe en Cristo (Ro 6.23). Segundo, eso significó un costo inmenso. El Dios santo se separó de su Hijo amado cuando llevó el peso del pecado de la humanidad (Mt 27.46). Tercero, se logró la redención del hombre. La sangre de Jesús derramada nos compró de la esclavitud al pecado, y nos reconcilió con Dios (1 P 1.18, 19).

Además, la justicia divina se consumó en la cruz. Las Sagradas Escrituras nos dicen que la muerte es el pago por la deuda contraída por el pecado (Ez 18.20). Pero Dios exigía un sacrificio sin mancha (Dt 17.1). Nosotros no podíamos pagar adecuadamente nuestra condena; moriríamos en nuestros pecados. Por eso, para que el Dios santo nos perdonara, tenía que haber un sustituto adecuado —uno calificado para pagar por nuestra desobediencia. Jesús, el único que no tenía pecado, tomó voluntariamente nuestro lugar y asumió la responsabilidad de nuestra deuda. Toda nuestra iniquidad—pasada, presente y futura— fue puesta en Cristo, y el juicio de Dios contra nosotros se aplicó a Él.

El significado de la cruz fue experimentado de primera mano por Barrabás, el famoso preso condenado a morir. Lo sustituyó el inocente Hijo de Dios, y el criminal recibió la libertad. Al igual que Barrabás, nosotros hemos tenido conmutada nuestra sentencia de muerte, y, aunque indignos, hemos sido hechos libres en Jesús. Hoy, la cruz sigue ofreciendo vida y libertad a quienes no las merecemos.

Monday, October 10, 2016

Victoria en las pruebas | Dr. Charles Stanley | 10/10/16

Moisés tuvo momentos difíciles en su larga vida. Huyó después de cometer un asesinato, pasó años en el desierto, se enfrentó a un rey que lo menospreció, condujo a una nación quejumbrosa durante 40 años de dificultades, y vio los altibajos de ese mismo pueblo en su lealtad. Pero después que Moisés aprendió el secreto para enfrentar las pruebas, las enfrentó con valentía.

A pesar de que regresó a Egipto con un llamado inconfundible del Señor (Éx 3.10), presentarse ante Faraón debió haber sido intimidante. Y Moisés tuvo que pedirle repetidamente a este que liberara a los israelitas. Faraón no fue inmutado por las langostas, convencido por los forúnculos, o suavizado por el agua convertida en sangre. De hecho, les hizo la vida aún más difícil a los esclavos, obligándoles a encontrar los materiales para fabricar los ladrillos. Y, por su parte, los hebreos fueron muy ingratos con su líder.

A pesar de toda la oposición, Moisés siguió volviendo al palacio hasta que logró el propósito de Dios —la liberación de su pueblo. Hebreos 11.27 nos dice que quien había sido un príncipe en Egipto, durante el éxodo “se sostuvo como viendo al invisible”. Después de muchas pruebas a sus espaldas, y más que le aguardaban después al conducir a este pueblo rebelde, Moisés siguió adelante, consciente de que andaba en la presencia del Señor.

Dios había prometido estar con Moisés en cada paso del camino (Éx 3.12). El líder israelita fijó su atención en esa promesa y en Quién la hizo. Tuvo la sabiduría de confiar en que el “Yo soy” (Éx 3.14), el eterno soberano del universo, guardaría su camino y le daría la victoria en las pruebas.

Saturday, October 8, 2016

Dios habla por medio de la enfermedad | Dr. Charles Stanley | 10/8/16

La enfermedad o las aflicciones nunca nos gustan. Después de todo, ¿qué cosa buena puede resultar de nuestros males? Dios nunca nos enfermaría por ningún motivo, ¿verdad?

Pues la respuesta, asombrosamente, es que sí. La aflicción es uno de los recursos más eficaces que Dios usa para captar nuestra atención. Si un período de enfermedad es lo que se necesita para que nos reenfoquemos en Él, entonces eso es exactamente lo que el Señor hará.

Pensemos en el apóstol Pablo. Cuando escuchamos su nombre, recordamos al misionero consagrado a Cristo que difundió el evangelio en el primer siglo. Pero este no fue siempre el caso. Lo primero que sabemos de él es que se llamaba Saulo, el enemigo más cruel de los cristianos en aquella época (Hch 9.1, 2) ¿Qué hizo Dios para captar la atención de Saulo?

El relato de Hechos dice que el Señor se le apareció en un brillante destello de luz, y que solamente Pablo pudo verlo. Tras mostrársele, Jesús dejó totalmente ciego a Saulo. Este enemigo de la iglesia fue humillado, y tuvo que depender de otros para llegar a la ciudad.

¿Qué pasó por la mente de Saulo en esos tres días de ceguera? No cabe duda de que sus pensamientos estaban llenos de una sola cosa: su encuentro con Cristo. Al ponerlo ciego, Dios eliminó todo lo que pudiera distraer la atención de este hombre en este tiempo crucial de su vida.

El propósito de Dios es nuestro bienestar, no nuestra felicidad a corto plazo; Él quiere lo mejor para nosotros a la luz de la eternidad. A veces, esto significa que Él permitirá que enfermemos. Si usted está pasando por esto, ore pidiendo sanidad, pero también por lo que Dios quiera decirle con su enfermedad.

Friday, October 7, 2016

Dios habla por medio de las tragedias | Dr. Charles Stanley | 10/7/16

Aunque no nos guste admitirlo, a veces es necesario que Dios use una tragedia para quitarnos nuestro egocentrismo o cualquier otro pecado. Las dificultades inesperadas, a menudo, traen consigo un tiempo de intensa claridad en el que el Señor nos quita algo de valor para nosotros, con el fin de que reenfoquemos nuestra mente en Él.

Vemos esto claramente en el pasaje de hoy. Aquí, una vez más, los israelitas se están quejando. Dios los había llevado a tomar un camino largo desde el monte de Hor, para que evadieran a los edomitas. Sin embargo, el pueblo se impacientó por el largo viaje, y comenzó a murmurar y a quejarse de Moisés y de Dios. Sus mentes se habían alejado del Señor; por tanto, era necesario que Él recuperara su atención.

Es interesante que Dios no decidiera hacerlo por medio de una bendición o de otra gran señal milagrosa. Al fin y al cabo, los israelitas lo habían visto hacerlo muchas veces. En vez de ello, Dios envió serpientes venenosas al campamento, causando la muerte de muchas personas. ¿Cuál fue la respuesta del pueblo? Inmediatamente confesaron su pecado, y pidieron a Moisés que intercediera por ellos ante el Señor. Aunque fue una lección costosa para su comunidad, este hecho hizo que le prestaran atención a Dios.

El hablar por medio de una tragedia es una manera sumamente personal que Dios utiliza para comunicarse con su pueblo. Aunque no podemos presumir de saber lo que Dios está tratando de decir a otras personas por medio de sus sufrimientos, debemos hacer frente a nuestras propias aflicciones buscando saber cuál es el propósito y la enseñanza que Dios tiene para nosotros.

Thursday, October 6, 2016

Una vida que consiste en llegar a ser | Dr. Charles Stanley | 10/6/16

El mayor obstáculo para entender el propósito de Dios cuando Él nos quebranta es que un gran número de cristianos piensa que tener fe en Cristo es algo que hacemos. Oramos, leemos la Biblia, vamos a la iglesia, ofrendamos. Hacemos y hacemos, creyendo que ésa es la vida cristiana.

Pero el verdadero cristianismo consiste en llegar a ser, en vez de hacer. La vida de fe que Dios ha dispuesto involucra recibir a Jesús en nuestros corazones, y permitirle que Él cambie los hábitos, la manera de pensar y las preocupaciones que tenemos, para llegar a ser más y más como Él.

Comprender esto cambiará nuestra perspectiva en cuanto a los dolores que debemos soportar. Cuando reconocemos que la vida cristiana es la obra permanente de Jesús de rehacer nuestra vida, el papel del quebrantamiento tiene más sentido. Es el proceso que Dios usa para apartarnos de las cosas que se han vuelto, o pueden llegar a volverse en un obstáculo para nuestro crecimiento. El Señor utiliza también este recurso para tratar asuntos que posiblemente hemos declarado “prohibidos” para Él, como conductas o relaciones poco saludables que justificamos.

Dios no quiere ser el Señor de la mayor parte de su vida, ¡Él quiere ser el Señor de toda su vida! Por tanto, se concentra en las áreas de rebeldía y de autosuficiencia para despojarnos de todo lo que nos impide confiar plenamente en Él. El Señor utiliza el quebrantamiento para eliminar esas inclinaciones, para que podamos vivir dependiendo de Él, día tras día.

Abra su corazón, y pídale al Señor que le muestre cualquier rastro de autosuficiencia en su vida.

Wednesday, October 5, 2016

El principio del quebrantamiento | Dr. Charles Stanley | 10/5/16

El quebrantamiento duele, y la mayoría de nosotros preferiría vivir sin dolor. Pero en esos momentos, el Señor hace su obra más grande en nuestra vida, transformándonos y reorientándonos conforme a sus propósitos divinos.

Jesús explicó muy bien en el pasaje de hoy el principio del quebrantamiento, al comparar nuestra vida con un grano de trigo. Si mantenemos la semilla en la mano no pasará nada, y si la depositamos solícitamente en una jarra sobre una repisa se quedará allí por tiempo indefinido. Protegido de esa manera, el grano no servirá en realidad para nada.

Pero si ese grano se pone en la tierra en la que perderá su capa protectora, sucederá algo sorprendente. Poco tiempo después saldrá un pequeño brote de la tierra, que comenzará a desarrollarse en algo diferente, útil y hermoso. Además, ese nuevo tallo producirá más granos que podrán ser plantados, y los nuevos tallos harán lo mismo. Es un maravilloso ciclo de vida en el que un solo grano puede producir innumerables tallos de trigo. Pero todo tiene que comenzar con el quebrantamiento de un grano.

Jesús no solamente habló de este ejemplo, sino que lo vivió. Al dar su vida en sacrificio, fue quebrantado y puesto en la tierra. A partir de ese quebrantamiento surgió nueva vida para nosotros. De ese “grano” han surgido innumerables nuevos creyentes, cada uno de ellos con una nueva vida.

¿Se siente usted quebrantado hoy? Si es así, recuerde el principio del grano que muere. Dios no le ha abandonado, sino que puede estar conduciéndole a una coyuntura en la que experimentará un nuevo nacimiento.

Tuesday, October 4, 2016

En busca del fruto | Dr. Charles Stanley | 10/4/16

Como creyentes, todos queremos tener el fruto del Espíritu, pero, ¿cómo podemos saber si en verdad lo tenemos? Incluso los no creyentes pueden exhibir ciertas cualidades propias del fruto del Espíritu en ciertos momentos. Este fruto, que tiene nueve manifestaciones, no es lo que hacemos, sino lo que somos, y básicamente salen a la luz cuando las circunstancias no son favorables. Dos características nos ayudan a reconocer estas cualidades en nuestra vida.

Los creyentes que dan fruto no son controlados por su entorno. Todos pasamos por pruebas y sufrimientos, pero quien tiene la llenura del Espíritu no pierde su fruto por sus circunstancias. Mantiene su gozo aun cuando las dificultades le abrumen. Si alguien le habla con dureza, responda con amabilidad. Puesto que el Espíritu Santo tiene el control, es libre para producir su fruto sin importar cuáles sean las circunstancias. A pesar de que estos creyentes pueden sentir dolor, enojo o deseo de venganza, optan por confiar en que el Señor les protegerá y dirigirá el resultado.

Los creyentes que dan fruto se recuperan rápidamente después de una caída. Estos creyentes no son perfectos, pero sí sensibles al fallo condenatorio del Espíritu, y se apresuran a volver al Señor en arrepentimiento. En realidad, están agradecidos por la corrección y alaban a Dios, no solo por haberles revelado su debilidad, sino también por haberlos traído de vuelta a la obediencia. Nadie produce estas asombrosas cualidades por sí solo. El empeñarse en ser buenos nunca funcionará. La transformación del carácter se produce cuando nos sometemos a Dios, dándole el control total de nuestra vida.

Monday, October 3, 2016

¿Qué es la vida llena del Espíritu? | Dr. Charles Stanley | 10/3/16

Aunque Dios quiere que todo creyente sea lleno del Espíritu, muchos no están seguros de lo que esto significa. Para ayudarnos a entender que todo lo que nos llena nos controla, Pablo cita la embriaguez como un ejemplo negativo de “llenura”, y nos dice que la evitemos. En todo creyente mora el Espíritu de Dios, pero el alcance de su señorío es determinado por la libertad del cristiano para obedecer.

Piense en esto como la decisión voluntaria de rendir su vida al control del Espíritu Santo; en otras palabras, de ser sensibles a su dirección y guía, de obedecer su impulso y depender de su poder. La evidencia del control del Espíritu se revela en el carácter de la persona. Quienes han rendido su vida a la dirección de Cristo están siendo transformados continuamente a su semejanza. El grado de sometimiento determinará el nivel de transformación.

Aunque las buenas obras y el servicio fiel son resultados de ser llenos del Espíritu, no son necesariamente señales de esto. Recordemos que estamos hablando de integridad, no de lo que hacemos. Es más fácil servir al Señor en alguna cosa, que amar a las personas poco amables, o ser pacientes con las difíciles. Pero cuando el Espíritu está en control de nuestra vida, Él hace a través de nosotros lo que no podemos hacer con nuestras propias fuerzas. Todo creyente decide quién gobernará su vida, ya sea por su activa entrega a Cristo, o por seguir a plena conciencia su propio camino. Incluso quienes tratan de evitar el asunto sin tomar ninguna decisión, optan de manera inconsciente por la independencia. La plenitud del Espíritu y el carácter piadoso son de quienes eligen a Dios antes que a sí mismos.

Saturday, October 1, 2016

La actividad de Dios | Dr. Charles Stanley | 10/1/16

Las huellas del Señor pueden detectarse a lo largo de la historia. A veces, su actividad es dramáticamente evidente, como cuando separó las aguas del mar Rojo, pero en otras ocasiones ella nos resulta imperceptible. Sin embargo, hay bendiciones para quienes desarrollan el discernimiento espiritual para ver lo que Dios está haciendo.

Las ideas preconcebidas acerca de cómo trabaja el Señor pueden impedirnos percibir su obra. Cuando Él responde nuestras oraciones, nos regocijamos y reconocemos fácilmente su intervención a favor nuestro. Pero, ¿qué pasa cuando no nos da lo que pedimos? Con frecuencia llegamos a la conclusión de que Él no está haciendo nada. El salmista reconoció que el Señor obra de varias maneras, a veces dando una gran liberación (Salmo 66.5, 6) y, otras, por medio de situaciones dolorosas (Salmo 66.10-12).

Otro problema que puede impedir que veamos la mano de Dios en nuestra vida es la falta de atención. Las exigencias de un estilo de vida agitado claman por nuestro tiempo y concentración, dejando poco espacio para momentos de quietud en su presencia. Sin períodos de meditación y oración, nuestro sentido espiritual se embota. Pero quien lee la Biblia con regularidad aprenderá a reconocer la actividad de Dios en su vida, porque Él actúa siempre de acuerdo con su Palabra. Los ojos enfocados en el Señor se abren a una nueva perspectiva. Su fe crecerá al comenzar a discernir la actividad de Dios en su vida. El gozo y la emoción de ver su participación en las cosas grandes y pequeñas, le motivará a alabarle y darle gracias, incluso en los momentos difíciles.